Sin sacudirse el dolor por la muerte de Francisco, la inmensa mayoría de católicos hemos acogido con desbordante alegría la elección de León XIV. No es una mitificación de la persona del papa. El sensus fidei del pueblo fiel reconoce “las bendiciones que el Señor sigue derramando sobre todos nosotros a través del ministerio de Pedro”, parafraseando la primera homilía del Pontífice ante los cardenales que acababan de elegirle. La figura de Pedro, como garantía de la unidad de la Iglesia, es indisociable de la encomienda de anunciar el Evangelio a todas las criaturas, “más allá de nuestros límites y sin ningún mérito propio” personal, resaltó en su primera homilía el Papa León.
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