Con motivo del Día Europeo de las pymes, Hays, líder global en soluciones de personal y contratación, pone el foco en los principales desafíos que afrontan las pequeñas y medianas empresas en el actual contexto económico y laboral. Según datos recogidos en la Guía del Mercado Laboral 2025, la escasez de profesionales cualificados se consolida como el principal obstáculo para alcanzar los objetivos estratégicos, siendo señalada por una de cada cuatro empresas encuestadas.

“La identificación de la falta de talento como el reto más importante refleja la intensa competencia que mantienen las pymes con las grandes corporaciones por los perfiles más cualificados del mercado”, afirma Óscar Cebollero, Director de Perm Recruitment Services en Hays España. A esta dificultad, añade, se suman otras barreras como la escasa visibilidad, la limitación de recursos y la obsolescencia tecnológica, que impactan negativamente en su capacidad para atraer y fidelizar talento. “Estos factores combinados generan un entorno especialmente desafiante para las pymes, que deben mostrar agilidad y capacidad de adaptación para sobrevivir y crecer en un mercado cada vez más exigente”.
Sin embargo, se observa una tendencia positiva, y es que muchas pymes tienen previsto aumentar su contratación a lo largo de este año, lo que para los expertos de Hays es un indicio de recuperación económica y desarrollo sectorial. Asimismo, este impulso también se ve afectado por un elevado índice de rotación. “Aunque muchas pequeñas y medianas empresas están apostando por su expansión y requieren ampliar plantilla, este esfuerzo convive con la necesidad de cubrir bajas por rotación, ya que los profesionales están en constante búsqueda de mejores oportunidades, lo que incrementa la movilidad y el dinamismo del mercado laboral”, señala el directivo.
Cómo pueden las pymes combatir la escasez de talento
Frente a la creciente escasez de talento y la fuerte competencia por atraer profesionales cualificados, muchas pymes están apostando por reforzar su estrategia de fidelización. Aunque algunas han optado por subir salarios cuando su capacidad financiera lo permite, otras están desplegando alternativas que priorizan el bienestar y el desarrollo del trabajador. Entre las medidas más adoptadas se encuentran la implementación de políticas de conciliación, como los horarios flexibles o el teletrabajo, y la mejora del paquete de beneficios no monetarios, incluyendo oportunidades de formación continua, desarrollo profesional interno y un ambiente de trabajo más cercano. “Las pymes deben apoyarse en su agilidad y en su capacidad para ofrecer entornos humanos, en los que el empleado no sea solo un número, sino parte activa del proyecto”, afirma Cebollero.
Aun así, la realidad muestra que muchas pequeñas y medianas empresas todavía están en proceso de adaptación a las nuevas dinámicas del mercado laboral, y necesitan realizar un esfuerzo adicional para no perder el talento que necesitan. En este sentido, la Guía del Mercado Laboral 2025 manifiesta una clara desconexión entre lo que los trabajadores esperan y lo que las empresas están preparadas para ofrecer. Un 45% de los profesionales encuestados en pymes afirma esperar aumentos salariales superiores al 5%, pero apenas el 20% de las empresas tiene previsto aplicar subidas de esa magnitud, provocando problemas de retención, desmotivación y/o pérdida de productividad.
“Es importante que las empresas comuniquen de forma clara y transparente su política salarial y las razones detrás de ella. Explicar las prioridades del negocio y escuchar a los equipos genera una mayor comprensión y compromiso”, explica. A su juicio, involucrar al empleado, ofrecerle visibilidad sobre las decisiones y reconocer su aportación son aspectos esenciales para mantener una plantilla motivada, especialmente en un entorno donde la demanda del talento continúa intensificándose.
La jornada de 37,5 horas en pymes: más conciliación, pero productividad cuestionada
La reducción de la jornada laboral a 37,5 horas semanales es otro de los temas que está marcando la agenda de las pymes españolas. El informe de Hays señala que esta medida es vista de forma mayoritariamente positiva por parte de los profesionales, de los cuales un 78% cree que mejorará su conciliación, y un 33% considera que incluso podría aumentar la productividad. Desde la perspectiva empresarial, no obstante, las percepciones son más cautelosas ya que solo un 18% de las pymes cree que esta reducción tendrá un efecto positivo en el rendimiento de las plantillas, mientras que un 55% opina que la productividad se mantendrá estable y un 27% teme que podría disminuir.
Para los expertos de Hays, esta medida representa una gran oportunidad para avanzar en conciliación y bienestar laboral, lo cual puede tener efectos positivos a medio plazo en el compromiso y la motivación de los empleados. Ahora bien, advierten que su implementación debe hacerse de forma planificada y estratégica para evitar impactos negativos en la operativa diaria. “Reducir el tiempo de trabajo sin afectar a los resultados exige una mejor organización interna, optimización de procesos y, sobre todo, una cultura de eficiencia que muchas pymes todavía están desarrollando”, comenta Cebollero.
En cualquier caso, la jornada de 37,5 horas se perfila como un paso adelante en la modernización del entorno laboral, que obliga a las empresas a replantear sus estructuras y modelos de productividad, buscando un equilibrio más humano sin sacrificar la competitividad. “La experiencia reciente con el trabajo en remoto durante la pandemia, una medida inicialmente cuestionada, ha demostrado que es posible mantener e incluso aumentar la productividad mediante modelos laborales más flexibles”, reflexiona el directivo. De forma similar, prosigue, una jornada laboral más corta generará plantillas más felices, motivadas y comprometidas, lo que a largo plazo podría traducirse en beneficios humanos y empresariales.
¿Se puede comparar España con el resto de Europa?
Muchos de los desafíos que enfrentan las pymes en España no son casos aislados, sino que forman parte de una tendencia generalizada en Europa. La escasez de profesionales cualificados, la paulatina presión por innovar, la digitalización constante y la necesidad de competir con grandes corporaciones son obstáculos comunes en todo el continente.
Sin embargo, tal como indican los expertos, existen particularidades que hacen que la situación española sea especialmente delicada. Esto es, en nuestro país, más del 90% del tejido empresarial está compuesto por pymes, lo que significa que cualquier problema que afecte a estas compañías tiene un impacto directo, transversal y profundo sobre la economía nacional.
A esta elevada dependencia del ecosistema pyme se suman factores estructurales como la excesiva burocracia, las dificultades de acceso a financiación y la fragmentación del mercado, que en muchos casos ralentizan el desarrollo y profesionalización de estas empresas.
“Aunque en otros países europeos las pymes también enfrentan obstáculos, cuentan con mayores apoyos institucionales o entornos más favorables para el emprendimiento. Por eso, aunque el diagnóstico es similar, la intensidad y las implicaciones de los retos en España requieren soluciones adaptadas, políticas específicas y un esfuerzo coordinado entre el sector privado y las administraciones públicas para fortalecer uno de los pilares fundamentales de la economía del país”, concluye Oscar Cebollero.
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