El trabajo, el entorno laboral y los trabajadores centran la causa del Grupo Siglo XXI a lo largo de este mes de mayo. En esta ocasión, nos centramos en los jóvenes y el campo español. En este sentido, vemos cómo en España los jóvenes siguen alejándose de este sector. Las estadísticas revelan un envejecimiento preocupante: el 41,3% de los titulares de explotaciones agrarias supera los 65 años, y solo el 8,9% tiene menos de 41 años. ¿Qué explica esta desconexión?

Baja rentabilidad y condiciones laborales adversas El salario mínimo interprofesional en España para 2025 es de 1.184 euros mensuales en 14 pagas, pero en el campo, muchos empleos ofrecen ingresos inferiores. Además, el trabajo agrícola se asocia con jornadas extensas, temporalidad y exposición a condiciones climáticas extremas. En 2025, el 60% de los empleados en sectores como la hostelería y la agricultura perciben el salario mínimo, según el Ministerio de Trabajo. A esto se suma la falta de acceso a la tierra: el 50% de los jóvenes que inician actividades agrarias no reciben ayudas de la Política Agraria Común (PAC), y enfrentan dificultades para obtener créditos.
Barreras estructurales y percepción social El campo español arrastra problemas estructurales que desincentivan a las nuevas generaciones:
- Acceso a la tierra: El mercado de tierras es opaco, y muchas hectáreas están abandonadas (198.000 en 2025). Los jóvenes que no heredan explotaciones familiares encuentran casi imposible adquirir terrenos. - Burocracia: Los trámites para acceder a subvenciones o formalizar negocios son lentos y complejos, un obstáculo para emprendedores sin experiencia. - Falta de modernización: Aunque España impulsa la agricultura 4.0, persiste una desconexión entre la formación profesional y las demandas del sector. Por ejemplo, las escuelas agrícolas carecen de equipos tecnológicos avanzados.
A esto se suma una percepción social negativa. Según encuestas, muchos jóvenes asocian el campo con un estilo de vida sacrificado y poco reconocido, prefiriendo oportunidades en entornos urbanos con mayor dinamismo y servicios.
Contraste internacional: países donde el campo atrae talento joven Mientras España lucha por rejuvenecer su sector agrario, otros países demuestran que es posible revertir la tendencia:
- Colombia: En marzo de 2025, el sector agropecuario generó 381.000 empleos nuevos, impulsado por políticas que priorizan la agricultura sobre industrias extractivas. La tasa de ocupación rural alcanzó el 58,5%, la más alta en décadas.
- Australia y Canadá: Con salarios promedio anuales de 89.000 AUD (56.710 USD) y 55.000 AUD (38.639 USD), respectivamente, estos países combinan altos ingresos con programas de visas que facilitan la integración laboral de jóvenes extranjeros.
- Nueva Zelanda: Ofrece visas de trabajo temporales con salarios competitivos (70.000 NZD anuales) y oportunidades en agricultura tecnificada, atrayendo a profesionales jóvenes.
Estos ejemplos muestran que la clave está en combinar incentivos económicos, formación especializada y políticas de apoyo a emprendedores.
El futuro: digitalización y nuevas oportunidades A pesar de los desafíos, el campo español tiene potencial para reinventarse. En 2025, se han lanzado programas como eduAGRO4.0, que busca modernizar la formación agrícola con enfoque en tecnologías como drones, big data y automatización. Además, la demanda de trabajadores temporales extranjeros evidencia que el sector sigue siendo vital para la economía, especialmente en regiones como Andalucía y Castilla-La Mancha, donde la agricultura aporta el 2,69% del PIB.
Para atraer a los jóvenes, se requieren medidas concretas:
- Salarios dignos y estabilidad: Equiparar los ingresos agrarios con la media nacional. - Simplificación administrativa: Agilizar trámites para acceder a tierras y subvenciones. - Inversión en tecnología: Integrar herramientas digitales que reduzcan la carga física y aumenten la productividad.
Un sector en transición El campo no es un sector en extinción, sino uno en transformación. Mientras España avanza lentamente hacia la modernización, otros países demuestran que es posible convertir la agricultura en un motor de empleo juvenil. El reto está en romper estereotipos, mejorar las condiciones laborales y aprovechar las oportunidades que ofrece la innovación. Si se logra, el relevo generacional podría dejar de ser una utopía para convertirse en una realidad sostenible.
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