¡Qué bueno que llegó mayo! con sus almendros en flor los campos con su verdor y el canto del guacamayo.
Es el mes que, sin desmayo, y muchas horas de luz, el noble pueblo andaluz aprovecha complaciente poniendo a su buena gente, mirando absorta a la Cruz.
Que la venera en sus plazas, abarrotadas de flores: con un sinfín de colores y olores en las terrazas.
Y gentes de todas razas, que se rinden sorprendidas al ver cómo nuestras vidas son fuentes de devoción, sana y noble diversión y costumbres compartidas.
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