El edadismo es la discriminación por razón de edad, de las personas mayores. Es inadmisible, pero es muy frecuente en la sociedad actual. Es partir de generalizaciones e ideas falsas, ya que no todas las personas se comportan de la misma manera, en determinadas franjas de edad. Por ejemplo, no se debe infantilizar en el trato o excluir a las personas que han sobrepasado determinada edad, de modo automático. La presuposición de la fragilidad de las personas mayores es un estereotipo que está muy arraigado socialmente y no es cierto. De hecho, numerosos ciudadanos que han superado los 65 años son perfectamente capaces y atesoran cantidad de conocimientos y experiencias. La edad en sí misma no sirve de criterio para categorizar a los individuos, y no se puede discriminar a nadie por razón de edad. Si se hace, causa daño, desventaja e injusticia. Además, la solidaridad intergeneracional no es un lujo, es una auténtica necesidad. Todos llegamos a mayores, más pronto que tarde, ya que la vida transcurre a una velocidad de vértigo, aunque no lo parezca y los años pasan de un modo imparable y muy rápido. Esta es la realidad de las cosas y del mundo, pero hay mucha gente que no lo quiere aceptar ni reconocer. La dignidad humana está más allá del tiempo de vida acumulado.
No se puede negar el envejecimiento, ya desde los 25 años el cerebro empieza a disminuir de tamaño, pero no por eso perdemos capacidad, ya que la experiencia compensa las funciones cognitivas o cerebrales y la plasticidad neuronal crea nuevas neuronas a lo largo de la existencia. Se trata de ralentizar el proceso de envejecimiento que comienza desde la juventud, desarrollando una vida lo más saludable posible, en todos los aspectos. Las actitudes características de la gerontofobia o del edadismo se consideran como algo natural y mucha gente no es consciente, ya que las aplican a los demás, pero no a ellos mismos. El egoísmo más absoluto está unido al desprecio a los mayores. No existe un modelo único de vida valiosa y útil, es falso. El pensamiento dominante a nivel social no es válido, solo porque lo diga la mayoría de las personas. Existen muchas formas de vida posibles y deben ser respetadas. El único límite es el respeto a la legalidad y a los Derechos Humanos. El cambio de mentalidad requiere una reconfiguración o transformación del imaginario social, de las instituciones, de los afectos y sentimientos y también de la misma idea de desarrollo personal. Una sociedad sin edadismo es lo justo y no puede ser de otra manera. Todas las edades deben tener pleno reconocimiento y presencia a nivel social. Diego Gracia un eminente filósofo español y una de las mentes más brillantes en Bioética, insiste en libros y conferencias en estas cuestiones. El derecho a la vida es básico a cualquier edad.
La ética del cuidado intergeneracional es imprescindible, ya que vivimos en una sociedad cada vez más envejecida. La esperanza de vida y la longevidad aumentan de manera general y esto, sin duda, es muy positivo. Se trata de vivir el mayor tiempo posible, en las mejores condiciones posibles, ya que para estar muertos disponemos de la inagotable eternidad. En realidad, todo esto representa la expresión de una filosofía vitalista, que puede ser entendida desde planteamientos religiosos o agnósticos y ateos. En el fondo, es similar. De lo que se trata es de extender al máximo las posibilidades de desarrollo de los talentos de las personas, sin importar la edad. Una parte de la sociedad ya está reconociendo esta nueva realidad, pero no es suficiente.
Los argumentos y las razones para negar el edadismo son numerosos e irrefutables. El problema deriva de planteamientos muy superficiales, que no consideran que todos nos convertiremos en mayores, si no morimos antes, y querremos disponer de unas buenas condiciones de vida.
No se puede apartar a la gente a partir de una determinada edad. Los adolescentes y jóvenes son valiosos, pero nadie dispone del elixir de la juventud eterna. Se puede ser también joven de espíritu y de mente, que es lo realmente esencial. El cuerpo cambia con el paso del tiempo de modo inexorable, y esto deriva de que somos seres finitos sometidos al tiempo, al igual que el resto de los seres vivos.
La existencia, aunque sea muy larga en cuanto al número de años que se pueden vivir, es muy corta igualmente, ya que el deseo de vivir forma parte sustancial del pensamiento y del sentir de cada persona. Con las recientes investigaciones para enlentecer el proceso de envejecer, los investigadores están experimentado con animales de laboratorio, para la reducción del nivel de envejecimiento celular y se están logrando avances espectaculares.
Se trata de buscar una mayor calidad de vida a todas las edades. La medicina aplicará estos avances en unas décadas a las personas y esto será extraordinario para las futuras generaciones. Si a esto se unen los prodigiosos desarrollos en el ámbito de la inteligencia artificial, el futuro puede ser increíble.
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