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Voces influyentes nos incitan a rebelarnos contra Dios porque le acusan de ser el causante de nuestros males

Desconcierto

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No podemos entender lo que pasa en el mundo si no comprendemos el significado de los tres primeros capítulos de la Biblia. Salvador Oliva en su escrito Adán y Eva los interpreta desde la incredulidad y acusa a Dios de ser el culpable de todo lo que nos acontece. El comentarista, separando el texto de su contexto inmediato, escribe: “Pero lo más interesante de esta historia, creo yo, es que el árbol de la ciencia proporciona conocimiento y se ve que a Jahvé no le gusta que Adán y Eva se hicieran demasiado sabios”.

Creo que para poder entender los tres primeros capítulos de Génesis tenemos que tener presente la palabra vasallaje que en esencia es la protección que el señor feudal otorga a sus súbditos a cambio de obediencia. Si esta no se guarda el señor se reserva el derecho de castigar a los rebeldes. Este mismo tipo de relación es la que existe entre el Creador y sus criaturas, con la diferencia de que la relación de vasallaje entre el Señor y su pueblo no está manchada por el pecado. Esta es la gran diferencia que existe entre el señor feudal y sus súbditos humanos afectada por el pecado y la que se da entre el Creador y su pueblo.

Dios como Creador tiene el derecho de imponer las leyes que deben regir entre las personas y la que debe darse entre ellas y Él. La crítica que se hace contra Dios se debe a que no se reconoce el vasallaje que se le debe. El apóstol Pablo lo expone con estas palabras: “Mas antes, oh hombre, ¿quién eres tú para que alterques con Dios? ¿Dirá el vaso de barro al que le formó: ¿por qué me has hecho así? ¿O no tiene potestad el alfarero sobre el baro, para hacer de una misma masa un vaso para honra y otro para deshonra? (Romanos 9: 20,21).

En el momento en que la tierra estuvo a punto para recibir al hombre, Dios lo creó “y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase” (Génesis 2:15). Las condiciones del huerto eran idílicas. Todo estaba disponible al hombre excepto “el árbol del conocimiento del bien y del mal, porque el día que comas, ciertamente morirás” (v.17). El Alfarero tiene potestad sobre el vaso que ha modelado con sus manos. La prohibición que Dios hace al hombre de que no como del árbol del conocimiento del bien y del mal ha despertado polémica. El vaso discute con el Alfarero porque ha hecho las cosas tal como ha creído conveniente. El vasallo se levanta contra el Señor.

Por creación el Alfarero tiene el derecho de imponer a la obra de sus manos las condiciones que deben regular la relación con Él: “Del árbol del conocimiento del bien y del mal no comas, porque el día que comas, ciertamente morirás”. La prohibición incluye la capacidad del hombre para decidir su futuro. Dios no creó un robot. Satanás, poseyendo a una serpiente se acerca a Eva y le despierta la duda cuando le dice: “No moriréis, sino sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal” (3:4,5). Hasta ahora no se habían fijado en el árbol. Ahora que la mujer por instigación satánica vio que “el árbol que era bueno para comer y que era agradable a los ojos, y el árbol codiciable para alcanzar sabiduría, y tomó de su fruto y dio también a su marido, el cual comió así como ella” (v.6). Al comer la pareja se les abrieron los ojos y contemplaron la fealdad en que se habían convertido. Se cosieron delantales con hojas de higuera para esconder su fealdad. Se avergonzaban de ella.

Para Salvador Oliva el que dios prohibiese a Adán y Eva comer del árbol del conocimiento del bien y del mal se debe a que no le gustaba al Señor que sus vasallos fuesen sabios. Antes de la desobediencia conocían únicamente el bien. Ahora conocen el mal por experiencia. Han ampliado el conocimiento a costa de su felicidad. La ira del Señor se encendió contra sus vasallos rebeldes. Pero Dios, a la vez que es justicia es misericordiosos y expone su misericordia “haciéndoles túnicas de pieles, y los vistió” (v.21). Así se restableció la comunión con el Creador que se había roto con el pecado. Caín no acepto el perdón de Dios y persistió en su rebelión contra Él, de la misma manera como lo harían los israelitas. Dios da las leyes con el propósito que sean cumplidas, pero dijeron: NO. La rebelión contra Dios llevó a Caín a matar a su hermano Abel. Y así ha sido a lo largo de los siglos hasta nuestros días: el hombre derramando la sangre del hombre. Rebelarse contra Dios lleva a anticipar el infierno en la tierra.

De manera privada los vasallos rebeldes podemos recuperar el favor de Dios si dejamos de hacer oídos sordos a las palabras de perdón que van acompañadas de volver a la obediencia a Él. “Danos socorro, contra el adversario, porque vana es la ayuda del hombre” (Salmo 108:12). Volvámonos a Él y Él se volverá a nosotros. El Creador-Salvador está esperando nuestra decisión para poder bendecirnos. Nuestro destino presente y futuro depende de cómo reaccionamos a la mano misericordiosa que El Señor ofendido nos tiende.

Desconcierto

Voces influyentes nos incitan a rebelarnos contra Dios porque le acusan de ser el causante de nuestros males
Octavi Pereña
miércoles, 9 de noviembre de 2016, 00:19 h (CET)
No podemos entender lo que pasa en el mundo si no comprendemos el significado de los tres primeros capítulos de la Biblia. Salvador Oliva en su escrito Adán y Eva los interpreta desde la incredulidad y acusa a Dios de ser el culpable de todo lo que nos acontece. El comentarista, separando el texto de su contexto inmediato, escribe: “Pero lo más interesante de esta historia, creo yo, es que el árbol de la ciencia proporciona conocimiento y se ve que a Jahvé no le gusta que Adán y Eva se hicieran demasiado sabios”.

Creo que para poder entender los tres primeros capítulos de Génesis tenemos que tener presente la palabra vasallaje que en esencia es la protección que el señor feudal otorga a sus súbditos a cambio de obediencia. Si esta no se guarda el señor se reserva el derecho de castigar a los rebeldes. Este mismo tipo de relación es la que existe entre el Creador y sus criaturas, con la diferencia de que la relación de vasallaje entre el Señor y su pueblo no está manchada por el pecado. Esta es la gran diferencia que existe entre el señor feudal y sus súbditos humanos afectada por el pecado y la que se da entre el Creador y su pueblo.

Dios como Creador tiene el derecho de imponer las leyes que deben regir entre las personas y la que debe darse entre ellas y Él. La crítica que se hace contra Dios se debe a que no se reconoce el vasallaje que se le debe. El apóstol Pablo lo expone con estas palabras: “Mas antes, oh hombre, ¿quién eres tú para que alterques con Dios? ¿Dirá el vaso de barro al que le formó: ¿por qué me has hecho así? ¿O no tiene potestad el alfarero sobre el baro, para hacer de una misma masa un vaso para honra y otro para deshonra? (Romanos 9: 20,21).

En el momento en que la tierra estuvo a punto para recibir al hombre, Dios lo creó “y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase” (Génesis 2:15). Las condiciones del huerto eran idílicas. Todo estaba disponible al hombre excepto “el árbol del conocimiento del bien y del mal, porque el día que comas, ciertamente morirás” (v.17). El Alfarero tiene potestad sobre el vaso que ha modelado con sus manos. La prohibición que Dios hace al hombre de que no como del árbol del conocimiento del bien y del mal ha despertado polémica. El vaso discute con el Alfarero porque ha hecho las cosas tal como ha creído conveniente. El vasallo se levanta contra el Señor.

Por creación el Alfarero tiene el derecho de imponer a la obra de sus manos las condiciones que deben regular la relación con Él: “Del árbol del conocimiento del bien y del mal no comas, porque el día que comas, ciertamente morirás”. La prohibición incluye la capacidad del hombre para decidir su futuro. Dios no creó un robot. Satanás, poseyendo a una serpiente se acerca a Eva y le despierta la duda cuando le dice: “No moriréis, sino sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal” (3:4,5). Hasta ahora no se habían fijado en el árbol. Ahora que la mujer por instigación satánica vio que “el árbol que era bueno para comer y que era agradable a los ojos, y el árbol codiciable para alcanzar sabiduría, y tomó de su fruto y dio también a su marido, el cual comió así como ella” (v.6). Al comer la pareja se les abrieron los ojos y contemplaron la fealdad en que se habían convertido. Se cosieron delantales con hojas de higuera para esconder su fealdad. Se avergonzaban de ella.

Para Salvador Oliva el que dios prohibiese a Adán y Eva comer del árbol del conocimiento del bien y del mal se debe a que no le gustaba al Señor que sus vasallos fuesen sabios. Antes de la desobediencia conocían únicamente el bien. Ahora conocen el mal por experiencia. Han ampliado el conocimiento a costa de su felicidad. La ira del Señor se encendió contra sus vasallos rebeldes. Pero Dios, a la vez que es justicia es misericordiosos y expone su misericordia “haciéndoles túnicas de pieles, y los vistió” (v.21). Así se restableció la comunión con el Creador que se había roto con el pecado. Caín no acepto el perdón de Dios y persistió en su rebelión contra Él, de la misma manera como lo harían los israelitas. Dios da las leyes con el propósito que sean cumplidas, pero dijeron: NO. La rebelión contra Dios llevó a Caín a matar a su hermano Abel. Y así ha sido a lo largo de los siglos hasta nuestros días: el hombre derramando la sangre del hombre. Rebelarse contra Dios lleva a anticipar el infierno en la tierra.

De manera privada los vasallos rebeldes podemos recuperar el favor de Dios si dejamos de hacer oídos sordos a las palabras de perdón que van acompañadas de volver a la obediencia a Él. “Danos socorro, contra el adversario, porque vana es la ayuda del hombre” (Salmo 108:12). Volvámonos a Él y Él se volverá a nosotros. El Creador-Salvador está esperando nuestra decisión para poder bendecirnos. Nuestro destino presente y futuro depende de cómo reaccionamos a la mano misericordiosa que El Señor ofendido nos tiende.

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