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Francisco, pastor de los pobres

Impuso un estilo apologético diametralmente opuesto al de sus predecesores al humanizar la dignidad del Pontificado con su aspecto bondadoso y sus gestos de amistad y cercanía
Germán Gorráiz López
jueves, 24 de abril de 2025, 08:39 h (CET)

Francisco comenzó su Papado bajo el signo de la "Franciscomanía”, fenómeno sociológico que logró que una persona sin conocimiento previo de los entresijos del Poder Vaticano se convirtiera en icono de la juventud, insuflara vientos de cambios y devolviera la ilusión y la esperanza a unos fieles sumidos en la perplejidad y la desilusión.


Así, la significativa erosión de la imagen de la Iglesia Católica debido a los lacerantes episodios de acusaciones de pederastia, ilegalidades en la Banca Vaticana e intrigas palaciegas de la Curia Romana (trama de filtraciones conocida como “Vatileaks”) , hicieron retrotraer a la Iglesia Católica a escenarios del siglo XIII y a la vigencia de las ideas de Francisco de Asís.


Finalmente, en el Cónclave del 13-3-13 y por vez primera en la Historia, un jesuita argentino de raíces italianas se impuso al teórico favorito del establishment vaticano, Angelo Scola, debido a las divisiones intestinas entre las facciones conservadoras y tras haber descartado su candidatura el resto de cardenales no europeos debido al estigma del escándalo del “Vatileaks”.


Francisco impuso un estilo apologético diametralmente opuesto al de sus predecesores al humanizar la dignidad del Pontificado con su aspecto bondadoso y sus gestos de amistad y cercanía. Dicha imagen se extendió a todo el orbe cristiano tras su primera aparición en el balcón de la Plaza de San Pedro y que sería fruto del bagaje adquirido en el ejercicio de su misión pastoral como Cardenal Emérito de Buenos Aires, despojándose en suma de la máscara hierática que hasta entonces había simbolizado la figura Papal.


Así, Bergoglio, adoptó el nombre papal de su admirado Francisco de Asís (il poverello d’Assis) y nada más ser elegido Papa, exclamó: “Cómo me gustaría una Iglesia pobre y para los pobres”, frase que sería un guiño al espíritu de pobreza de los primeros cristianos y a los ideales de justicia social de Monseñor Romero, quien hace tres décadas decía: “La misión de la Iglesia es identificarse con los pobres”.


Bergoglio, a pesar de tener un corazón franciscano y un cerebro jesuítico, habría desoído la máxima del fundador de la Compañía de Jesús, el vasco Ignacio de Loyola: " En tiempos de crisis, malo es hacer mudanza" y habría adoptado como suya la frase atribuida al frailecillo de Asís: “Comienza haciendo lo que es necesario, después lo que es posible y de repente estarás haciendo lo imposible”.


Así, Francisco pasará a la Historia por su lucha contra el establishment vaticano, su innegable carisma personal y un estilo revolucionario plasmado en un estilo apologético propio basado en el desapego de las formalidades y en su don de gentes, teniendo como hito de su Papado la lucha activa contra la pederastia, la defensa de los migrantes, refugiados y marginados y el finiquito de la concepción eurocéntrica de la Iglesia Romana y la irrupción de la Iglesia centrífuga.

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