Incómodamente breve
De un tiempo a esta parte hemos naturalizado secuencias de un estilo muy “kitsch” en diversos medios, donde primeros ediles de la comarca del barcelonés sucumben a la vanidad del mando al saberse equivocadamente únicos. Existen municipios con entornos sociales complejos, de conflictos vecinales enquistados donde algunos alcaldes procuran situarse en el lugar exacto de la controversia para encabezar el punitivismo y adquirir el ansiado heroísmo protagónico valiéndose de la oportunidad que les brinda la política de engreírse en la soflama de cualquier personaje del viejo oeste y mostrarse como acicate de la manipulada lucha <contra el mal>.
La continua producción de este tipo de imágenes para su exhibición interesada, enmascara la incapacidad del municipalismo para abordar políticas desde una perspectiva más rigorista y transformadora, alejada de la “cultura del castigo” y, al parecer, de su rentismo político.
La propensión reiterada de algunos alcaldes a la figuración en situaciones especialmente críticas con el ánimo de convertirlas en extensión de sus propias campañas personales no solo es la demostración de una solución fracasada sino que además dificulta la labor de un gran número de profesionales que tienen como principal objetivo llevar a cabo sus actuaciones con la mayor contención posible. Le corresponde al miembro más ‘docto’ de la alcaldía (aunque no siempre está) poner sentido común y advertir del riesgo de apabullar en exceso a los insurrectos.
¡Alcalde!, es hora de bajarse del caballo…
Lo que realmente me preocupa es que de las dos opciones del subtítulo, la primera, la que abraza una posible “minoría de edad” resulte la conclusión más veraz.
En cualquier caso, no es para tanto, de niños todos en alguna ocasión quisimos ser Daniel Boone y utilizamos la escoba como caballo. Claro está, de niños.
|