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Aires del Sur descabezan el PSOE

Por fin podaron la rosa

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Con el paso del tiempo los libros de historia recordarán que el primer día del mes de octubre del año 2016 de la era cristiana vientos del Sur podaron la rosa del Partido Socialista Obrero Español, una rosa que ya llevaba unos cuantos años marchita, concretamente desde que los dirigentes del legendario PSOE comenzaron a lanzar por la borda los más de cien años de honradez del partido que creó el tipógrafo Pablo Iglesias. Durante los grises años de la dictadura franquista el PSOE no fue una organización política que se hiciera de notar entre los opositores al franquismo, su cúpula dirigente había quedado descabezada por la represión franquista, también tuvo sus mártires con la victoria de las tropas de Franco y sus dirigentes durante décadas mantuvieron viva la llama del socialismo desde tierras francesas hasta que, también aires sureños, llegaron al congreso de Suresnes en 1974 para auparse a la dirección del PSOE descabalgando de la misma a Rodolfo LLopis y al resto de viejas glorias que, hasta aquellos momentos, dirigían el partido.

Aquel 1974 en Suresnes el máximo puesto de la dirección del PSOE pasó a manos de un joven abogado laboralista sevillano cuyo nombre de guerra era Isidoro, un Isidoro que más tarde sabríamos que no era otro que Felipe González, que junto con un grupo de militantes provenientes la mayoría de ellos de Andalucía, el llamado “clan de la tortilla” consiguió ocho años más tarde llegar a la Presidencia del Gobierno de España llevando a su lado a uno de, por aquel entonces, sus íntimos, el conocido Alfonso Guerra, que por aquellas calendas subió al coche oficial y ya no abandonó la nómina de político hasta su dorada jubilación hace pocos años. Los aires sureños se instalaron en la socialdemocracia española con el apoyo de sus conmilitones de Suecia y Alemania, desde donde llegaba el dinero necesario para ir ampliando la red que se extendería por todo el Estado, absorbiendo los diferentes partidos socialistas que en los últimos años del franquismo habían ido apareciendo. De eso saben muchos los antiguos miembros del viejo PSPV valenciano que vieron como, a cambio de futuros cargos, algunos de sus dirigentes se pasaron con el santo y la peana a las filas del partido de González y Guerra.

Después, con el paso del tiempo y el dulce sabor del poder y el dinero, llegarían los casos de corrupción, inaugurados por el hermano del Vicepresidente Alfonso Guerra, aquel Juan Guerra que se dedicaba a tomar cafelitos y algún que otro fino en un despacho de la Presidencia de la Junta de Andalucía inaugurando la larga lista de “conseguidores políticos” que después inundarían la administración española. Llegarían otros casos de corrupción, quienes debían vigilar bajaron la guardia o dejaron medrar a los suyos a su libre albedrio, y en el PSOE, como después, corregido y aumentado ha pasado en el PP, el olor a cloaca y podredumbre no podía ocultarse con los perfumes caros y los trajes de lujo de sus dirigentes. Imbuidos de poder y orgullosos de poder ejercerlo no tuvieron freno y llegaron a traicionar los principios democráticos haciendo del Estado un terrorista más. Desde los despachos del poder se creó el GAL, con la ayuda de un alto mando de la Guardia Civil, algunos pagaron con la cárcel, poca para los crímenes que se cometieron, y otros se salieron de rositas para al final reconocer hace unos días, como ha hecho Felipe González, que en el País Vasco se hicieron “cosas” de las que no sentirse orgullosos.

Este partido, el PSOE, que durante la denominada Transición presumía de sus cien años de honradez, aunque algunos les adjudicaban cuarenta años de vacaciones (los de la dictadura) hizo algunas cosas bien hechas en sus primeros años de poder, pero luego se volvió acomodaticio y entre sus filas anido la corrupción y el mal gobierno. Y ahora, cuando parecía que su, hasta hace dos días, Secretario General, Pedro Sánchez, quería intentar la difícil tarea de conseguir un gobierno de progreso para España, vuelven a soplar aires del Sur para descabezar el partido representante de la socialdemocracia en España y, tal vez, dejarlo en coma durante un largo periodo de tiempo.

A los poderes fácticos, los que desde la sombre dirigen el país, no les gustaba la idea de que alguien con ínfulas de izquierdismo, aunque fueran pocas y descafeinadas, pudiera llegar al poder y levantar las alfombras donde durante años sus capataces del PP han estado escondiendo la mierda. Y cuando a quien realmente tiene el poder alguna cosa no le gusta tiene todas las cartas marcadas para conseguir que sus deseos se conviertan en realidad, simplemente chasqueando los dedos, con una llamada de teléfono o con la promesa de ofrecer barra libre en las puertas giratorias entre la política y los consejos de administración de las grandes empresas es suficiente para que aparezcan esbirros dispuestos a apuñalar por la espalda a quien signifique un peligro para quien les paga.

Y en esta ocasión para asegurarse que un posible gobierno de progreso no llegaría a buen término han tocado generala e incluso han lanzado a la palestra a los peces gordos, no han dudado en movilizar a esa prensa que tienen a sueldo o a la que tienen cogida por donde más duele con los millones que deben al poder, y a quien fue el primer Presidente de un Gobierno socialista después de la democracia, a aquel antiguo Isidoro de patillas, americana de pana y camisa a cuadros, a este Felipe González de ahora, que vacaciona en yates de lujo mientras se fuma un buen y caro habano gracias a estar a sueldo de millonarios como el mejicano Slim. Descalificaciones de este Felipe González contra uno de sus compañeros de militancia y editoriales de la prensa antaño progresista, como El País, y hoy al servicio del gran capital la Banca y el Ibex-35, atizaron el fuego que el pasado sábado ardió en la calle Ferraz y socarró a Pedro Sánchez mientras la “sultana” de Andalucía podaba la rosa, marchita desde hacía tiempo.

Con la dimisión de Pedro Sánchez y la formación de una Gestora afín a Susana Díaz Mariano Rajoy y la muchachada de la gaviota se relamen de gusto viendo que, sin hacer nada, ven pasar el cadáver de su enemigo y ante ellos se abre el horizonte de cuatro años más en el poder sirviendo a sus amigos, esos que durante años se han dedicado a estafar todo lo que les ha dejado el pueblo que les votó. Los aires sureños, también con un Presidente extremeño que pasó del PP al PSOE con la aquiescencia de la militancia socialista, han helado la rosa socialista, será muy difícil que, si se pliegan a las órdenes del PP, en años vuelvan a tener la confianza de los electores. El panorama de la política española se tiñe de negro gracias a unos políticos que han mercadeado con los votos que les otorgaron los electores, seguramente ellos o sus hijos, como ha pasado con la hija de Bono contratada por Iberdrola, verán recompensada su traición con jubilaciones doradas en algún que otro Consejo de Administración, ya que en próximas elecciones es de esperar que nadie les vote. Roma no paga traidores pero, parece ser, las urnas sí.

Por fin podaron la rosa

Aires del Sur descabezan el PSOE
Rafa Esteve-Casanova
martes, 4 de octubre de 2016, 00:44 h (CET)
Con el paso del tiempo los libros de historia recordarán que el primer día del mes de octubre del año 2016 de la era cristiana vientos del Sur podaron la rosa del Partido Socialista Obrero Español, una rosa que ya llevaba unos cuantos años marchita, concretamente desde que los dirigentes del legendario PSOE comenzaron a lanzar por la borda los más de cien años de honradez del partido que creó el tipógrafo Pablo Iglesias. Durante los grises años de la dictadura franquista el PSOE no fue una organización política que se hiciera de notar entre los opositores al franquismo, su cúpula dirigente había quedado descabezada por la represión franquista, también tuvo sus mártires con la victoria de las tropas de Franco y sus dirigentes durante décadas mantuvieron viva la llama del socialismo desde tierras francesas hasta que, también aires sureños, llegaron al congreso de Suresnes en 1974 para auparse a la dirección del PSOE descabalgando de la misma a Rodolfo LLopis y al resto de viejas glorias que, hasta aquellos momentos, dirigían el partido.

Aquel 1974 en Suresnes el máximo puesto de la dirección del PSOE pasó a manos de un joven abogado laboralista sevillano cuyo nombre de guerra era Isidoro, un Isidoro que más tarde sabríamos que no era otro que Felipe González, que junto con un grupo de militantes provenientes la mayoría de ellos de Andalucía, el llamado “clan de la tortilla” consiguió ocho años más tarde llegar a la Presidencia del Gobierno de España llevando a su lado a uno de, por aquel entonces, sus íntimos, el conocido Alfonso Guerra, que por aquellas calendas subió al coche oficial y ya no abandonó la nómina de político hasta su dorada jubilación hace pocos años. Los aires sureños se instalaron en la socialdemocracia española con el apoyo de sus conmilitones de Suecia y Alemania, desde donde llegaba el dinero necesario para ir ampliando la red que se extendería por todo el Estado, absorbiendo los diferentes partidos socialistas que en los últimos años del franquismo habían ido apareciendo. De eso saben muchos los antiguos miembros del viejo PSPV valenciano que vieron como, a cambio de futuros cargos, algunos de sus dirigentes se pasaron con el santo y la peana a las filas del partido de González y Guerra.

Después, con el paso del tiempo y el dulce sabor del poder y el dinero, llegarían los casos de corrupción, inaugurados por el hermano del Vicepresidente Alfonso Guerra, aquel Juan Guerra que se dedicaba a tomar cafelitos y algún que otro fino en un despacho de la Presidencia de la Junta de Andalucía inaugurando la larga lista de “conseguidores políticos” que después inundarían la administración española. Llegarían otros casos de corrupción, quienes debían vigilar bajaron la guardia o dejaron medrar a los suyos a su libre albedrio, y en el PSOE, como después, corregido y aumentado ha pasado en el PP, el olor a cloaca y podredumbre no podía ocultarse con los perfumes caros y los trajes de lujo de sus dirigentes. Imbuidos de poder y orgullosos de poder ejercerlo no tuvieron freno y llegaron a traicionar los principios democráticos haciendo del Estado un terrorista más. Desde los despachos del poder se creó el GAL, con la ayuda de un alto mando de la Guardia Civil, algunos pagaron con la cárcel, poca para los crímenes que se cometieron, y otros se salieron de rositas para al final reconocer hace unos días, como ha hecho Felipe González, que en el País Vasco se hicieron “cosas” de las que no sentirse orgullosos.

Este partido, el PSOE, que durante la denominada Transición presumía de sus cien años de honradez, aunque algunos les adjudicaban cuarenta años de vacaciones (los de la dictadura) hizo algunas cosas bien hechas en sus primeros años de poder, pero luego se volvió acomodaticio y entre sus filas anido la corrupción y el mal gobierno. Y ahora, cuando parecía que su, hasta hace dos días, Secretario General, Pedro Sánchez, quería intentar la difícil tarea de conseguir un gobierno de progreso para España, vuelven a soplar aires del Sur para descabezar el partido representante de la socialdemocracia en España y, tal vez, dejarlo en coma durante un largo periodo de tiempo.

A los poderes fácticos, los que desde la sombre dirigen el país, no les gustaba la idea de que alguien con ínfulas de izquierdismo, aunque fueran pocas y descafeinadas, pudiera llegar al poder y levantar las alfombras donde durante años sus capataces del PP han estado escondiendo la mierda. Y cuando a quien realmente tiene el poder alguna cosa no le gusta tiene todas las cartas marcadas para conseguir que sus deseos se conviertan en realidad, simplemente chasqueando los dedos, con una llamada de teléfono o con la promesa de ofrecer barra libre en las puertas giratorias entre la política y los consejos de administración de las grandes empresas es suficiente para que aparezcan esbirros dispuestos a apuñalar por la espalda a quien signifique un peligro para quien les paga.

Y en esta ocasión para asegurarse que un posible gobierno de progreso no llegaría a buen término han tocado generala e incluso han lanzado a la palestra a los peces gordos, no han dudado en movilizar a esa prensa que tienen a sueldo o a la que tienen cogida por donde más duele con los millones que deben al poder, y a quien fue el primer Presidente de un Gobierno socialista después de la democracia, a aquel antiguo Isidoro de patillas, americana de pana y camisa a cuadros, a este Felipe González de ahora, que vacaciona en yates de lujo mientras se fuma un buen y caro habano gracias a estar a sueldo de millonarios como el mejicano Slim. Descalificaciones de este Felipe González contra uno de sus compañeros de militancia y editoriales de la prensa antaño progresista, como El País, y hoy al servicio del gran capital la Banca y el Ibex-35, atizaron el fuego que el pasado sábado ardió en la calle Ferraz y socarró a Pedro Sánchez mientras la “sultana” de Andalucía podaba la rosa, marchita desde hacía tiempo.

Con la dimisión de Pedro Sánchez y la formación de una Gestora afín a Susana Díaz Mariano Rajoy y la muchachada de la gaviota se relamen de gusto viendo que, sin hacer nada, ven pasar el cadáver de su enemigo y ante ellos se abre el horizonte de cuatro años más en el poder sirviendo a sus amigos, esos que durante años se han dedicado a estafar todo lo que les ha dejado el pueblo que les votó. Los aires sureños, también con un Presidente extremeño que pasó del PP al PSOE con la aquiescencia de la militancia socialista, han helado la rosa socialista, será muy difícil que, si se pliegan a las órdenes del PP, en años vuelvan a tener la confianza de los electores. El panorama de la política española se tiñe de negro gracias a unos políticos que han mercadeado con los votos que les otorgaron los electores, seguramente ellos o sus hijos, como ha pasado con la hija de Bono contratada por Iberdrola, verán recompensada su traición con jubilaciones doradas en algún que otro Consejo de Administración, ya que en próximas elecciones es de esperar que nadie les vote. Roma no paga traidores pero, parece ser, las urnas sí.

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