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Mi vida discurre en dos lugares geográficos distantes quince kilómetros. Pero hay veces que parecen encontrarse en las antípodas

Una de teléfonos

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Esta reflexión viene a cuenta de mi “guerra” con la más importante compañía de teléfonos hispana suscitada cada vez que me cambio de un domicilio a otro. A la hora de contratar casi nunca hay problema. Este se produce a la hora de volver a mi domicilio habitual.

El último incidente se ha generado cuando, pensando que no habría dificultad, llamo a dicha compañía para que me vuelvan a llevar el terminal a mi casa de siempre (siempre pagando las tasas correspondientes). Me indican que ya no dispongo de línea, que la mía se la han adjudicado a otro.

Después de rogar y rogar me dicen que me pondrán en una especie de lista de espera o de limbo telefónico. Pido hablar con algún coordinador o supervisor y me contesta que “en ella comienza y acaba la cadena informativa”. Inopinadamente se corta el teléfono.

Vuelvo a llamar y me atiende un ángel en forma de teleoperadora. Le vuelvo a contar el problema… ella mira por un sistema… mira por otro… y me dice que lo tiene que arreglar como sea. Consideraba que mi petición se movía dentro del campo de lo justo y lo lógico. Y lo arregla. Mi ángel (Elena creo que me dijo que se llamaba) me despide con el número del contrato y la satisfacción del deber cumplido.

Es totalmente incoherente que empresas creadas para facilitar la comunicación oral, intenten evitar la misma con ordenadores parlantes, páginas webs y cortafuegos dialécticos. De verdad que no lo entiendo. Mi buena noticia de hoy se basa en que sigue habiendo trabajadores que aman su oficio y lo dignifican con la labor bien hecha.

¡Ay Elena! Has salvado mi vida de humilde escritor.

Una de teléfonos

Mi vida discurre en dos lugares geográficos distantes quince kilómetros. Pero hay veces que parecen encontrarse en las antípodas
Manuel Montes Cleries
domingo, 18 de septiembre de 2016, 12:16 h (CET)
Esta reflexión viene a cuenta de mi “guerra” con la más importante compañía de teléfonos hispana suscitada cada vez que me cambio de un domicilio a otro. A la hora de contratar casi nunca hay problema. Este se produce a la hora de volver a mi domicilio habitual.

El último incidente se ha generado cuando, pensando que no habría dificultad, llamo a dicha compañía para que me vuelvan a llevar el terminal a mi casa de siempre (siempre pagando las tasas correspondientes). Me indican que ya no dispongo de línea, que la mía se la han adjudicado a otro.

Después de rogar y rogar me dicen que me pondrán en una especie de lista de espera o de limbo telefónico. Pido hablar con algún coordinador o supervisor y me contesta que “en ella comienza y acaba la cadena informativa”. Inopinadamente se corta el teléfono.

Vuelvo a llamar y me atiende un ángel en forma de teleoperadora. Le vuelvo a contar el problema… ella mira por un sistema… mira por otro… y me dice que lo tiene que arreglar como sea. Consideraba que mi petición se movía dentro del campo de lo justo y lo lógico. Y lo arregla. Mi ángel (Elena creo que me dijo que se llamaba) me despide con el número del contrato y la satisfacción del deber cumplido.

Es totalmente incoherente que empresas creadas para facilitar la comunicación oral, intenten evitar la misma con ordenadores parlantes, páginas webs y cortafuegos dialécticos. De verdad que no lo entiendo. Mi buena noticia de hoy se basa en que sigue habiendo trabajadores que aman su oficio y lo dignifican con la labor bien hecha.

¡Ay Elena! Has salvado mi vida de humilde escritor.

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