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La exalcaldesa de Valencia Rita Barberá ha dimitido del Partido Popular aunque mantiene su acta de Senadora

El escaño es del parlamentario

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El artº 67-2 de la Constitución Española afirma: “Los miembros de las Cortes Generales no estarán ligados por mandato imperativo”, o sea, que el acta de parlamentario es personal y no del partido; dicho de otra forma, cualquier diputado puede votar libremente lo que desee, aunque ello signifique romper la férrea disciplina de voto impuesta por las cúpulas de los partidos políticos.

Ese artículo de la Constitución, que no creo deba ser suprimido o cambiado en una posible reforma de la Carta Magna, ampara la libertad del parlamentario por encima de los intereses partidistas; en la actualidad, cuando desde algunos medios de comunicación se habla sobre la posible abstención de algunos miembros del Congreso para facilitar la investidura de Mariano Rajoy, hay que decir bien alto que aquellos que lo hicieran no perderían su condición de congresista aunque fuesen expulsados del colectivo y pasarían a formar parte del variado Grupo Mixto en el caso de deseen seguir como diputado, aunque lógicamente su futura “vida” política habría terminado dentro del colectivo.

Viene a cuento esta anterior perorata porque con el derecho que le otorga la Constitución que nos dimos en 1978, la exalcaldesa de Valencia Rita Barberá creo que, a la hora que escribo estas líneas, ha dimitido del Partido Popular aunque mantiene su acta de Senadora a fin de que en el caso de ser imputada por “blanqueo” sea juzgada por el Tribunal Supremo, del que parece fiarse más que del Superior de Justicia de Valencia; guste o no, es lo legal.

Es tan legal como cuando un servidor de ustedes y de Andalucía dejó el Grupo Parlamentario de UCD para pasar al variopinto Grupo Mixto porque no quise o no podía votar en contra del proceso autonómico de mi tierra de adopción por disciplina de partido; y tomé tal decisión tras hablar, además de con algunos próceres del partido centrista, con Fernando Abril y Adolfo Suárez que intentaron convencerme con argumentos de peso.

Sé que en el fondo no es lo mismo que lo ocurrido con Rita Barberá, pero sí en la forma; y es que en política fondo y forma van completamente entrelazadas.

El escaño es del parlamentario

La exalcaldesa de Valencia Rita Barberá ha dimitido del Partido Popular aunque mantiene su acta de Senadora
José García Pérez
jueves, 15 de septiembre de 2016, 08:36 h (CET)
El artº 67-2 de la Constitución Española afirma: “Los miembros de las Cortes Generales no estarán ligados por mandato imperativo”, o sea, que el acta de parlamentario es personal y no del partido; dicho de otra forma, cualquier diputado puede votar libremente lo que desee, aunque ello signifique romper la férrea disciplina de voto impuesta por las cúpulas de los partidos políticos.

Ese artículo de la Constitución, que no creo deba ser suprimido o cambiado en una posible reforma de la Carta Magna, ampara la libertad del parlamentario por encima de los intereses partidistas; en la actualidad, cuando desde algunos medios de comunicación se habla sobre la posible abstención de algunos miembros del Congreso para facilitar la investidura de Mariano Rajoy, hay que decir bien alto que aquellos que lo hicieran no perderían su condición de congresista aunque fuesen expulsados del colectivo y pasarían a formar parte del variado Grupo Mixto en el caso de deseen seguir como diputado, aunque lógicamente su futura “vida” política habría terminado dentro del colectivo.

Viene a cuento esta anterior perorata porque con el derecho que le otorga la Constitución que nos dimos en 1978, la exalcaldesa de Valencia Rita Barberá creo que, a la hora que escribo estas líneas, ha dimitido del Partido Popular aunque mantiene su acta de Senadora a fin de que en el caso de ser imputada por “blanqueo” sea juzgada por el Tribunal Supremo, del que parece fiarse más que del Superior de Justicia de Valencia; guste o no, es lo legal.

Es tan legal como cuando un servidor de ustedes y de Andalucía dejó el Grupo Parlamentario de UCD para pasar al variopinto Grupo Mixto porque no quise o no podía votar en contra del proceso autonómico de mi tierra de adopción por disciplina de partido; y tomé tal decisión tras hablar, además de con algunos próceres del partido centrista, con Fernando Abril y Adolfo Suárez que intentaron convencerme con argumentos de peso.

Sé que en el fondo no es lo mismo que lo ocurrido con Rita Barberá, pero sí en la forma; y es que en política fondo y forma van completamente entrelazadas.

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