En estos tiempos en que vivimos desde algunos planteamientos relativistas y progres se pone en duda la tolerancia y el carácter democrático de quienes tienen, lo que podríamos llamar, convicciones firmes (los cristianos, especialmente los laicos).
Nada más falso; el que quiere una sociedad con divorcio, con aborto, con permisivismo, sin Dios, agnóstica, está imponiendo en el espacio público sus convicciones. No se es relativista con la violencia de género, con la ablación, la esclavitud, con los derechos fundamentales (y lo LGTBI). El constitucionalismo y la democracia tienden a limitar el poder, la tiranía, aunque se vista de seda. Las leyes de Hitler, de Stalin fueron procedimentalmente correctas y consentidas por la mayoría, y no por ello justas.
Ciertamente que la democracia sea el menos malo de los sistemas, pero con frecuencia degenera en populismo y demagogia. El sistema democrático no es el idóneo para crear una orquesta. Los aviones no vuelan por democracia sino por el impulso de leyes físicas; la posibilidad de volar, no tiene nada de arbitrario; pues bien sin derechos en serio basados en la naturaleza humana (derecho natural), no hay democracia posible. Muchas veces los relativistas-tolerantes-demócratas nos quieren vender la burra ahorrándose el debate público.
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