Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | Algo más que palabras

La apuesta por un líder que aglutine corazones

|

Es hora de que los gobiernos del mundo fomenten la cultura del encuentro y practiquen menos el cinismo, con el reconstituyente de conciliar abecedarios y propiciar otros ambientes más armónicos, más justos, más de todos en el deber responsable, para que podamos llegar a una sintonía común dentro de la familia de las naciones. La crónica de los tiempos actuales nos demuestra que cada día somos más ingobernables, en parte por nuestra carencia afectiva para poder enfrentarnos a problemas complejos.

La necedad nos domina, y así es muy complicado poder allanar el camino de las sendas negociadoras. Deberíamos escucharnos más todos, intentar comprendernos, pues el mayor catalizador de progresos sociales ya no es el crecimiento económico, sino el desarrollo como especie conjunta. Sin duda, necesitamos espacios de participación, sentirnos protagonistas de un mundo más habitable, con el vínculo de la solidaridad como actitud moral que mejor responde a la toma de conciencia de nuestra época.

Lo importante no es tanto el orden, como la avenencia entre culturas. De ahí, que subraye una vez más el requerimiento de un mundializado gobierno, más poético que político, con el fin de que actúe como salvavidas de la humanidad. Subrayo el término paradisíaco de esta tutela en favor del linaje, porque ha de hacer frente a mil amenazas sin precedentes, y en ese combate la autoridad de gobierno, aparte de estar siempre en guardia como los verdaderos poetas, ha de germinar del amor a sus análogos y de la humildad de sentirse parte de un todo. Nos merecemos otras expectativas, pues a pesar de tantas cumbres, falta a veces voluntad humana para llevar a buen término, lo que verdaderamente suele quedar en un sueño. O nos dignificamos como seres humanos y protegemos nuestro hábitat, de manera vinculada entre todos, o el caos más destructor nos lo serviremos nosotros mismos en bandeja.

La apuesta por ese mundializado gobierno tiene que sustentarse en el permanente diálogo y en la continua escucha. Ha llegado el momento de que nos tenemos que entender. Las armas no sirven. Pues a desarmarse toca. Lo que vale es la mano tendida, el consuelo de unos para con otros. La beneficencia, sin duda, puede aliviar los peores efectos de las crisis humanitarias, complementar los servicios públicos de atención de la salud, la educación, la vivienda y la protección de la infancia. De esto, la Madre Teresa de Calcuta es un referente y una referencia, por su labor para superar la pobreza y tantas debilidades que tenemos los humanos. Más que agendas, por tanto, necesitamos líderes entregados a edificar nuevas sociedades menos competitivas, y más hermanadas. Requerimos, por consiguiente, avanzar hacia el futuro con esperanza. Pero, para este florecimiento humanitario, tenemos que estar unidos, no fragmentados. El sufrimiento se lleva mejor compartido, no cabe duda. Cuando falta ese abrazo en común, todo se vuelve desesperante, confuso, deprimente.

Ante este cúmulo de contrariedades nos conviene recapacitar; reflexionar sobre la valoración moral de cada acto humano y madurar nuestra manera de gobernarnos en este caminar por la existencia. El mundo se ha quedado chico a nuestros ojos; sin embargo, cada día estamos más recluidos en nosotros, cuando debiéramos estar más abiertos al mundo para consensuar objetivos comunes, ya que resulta cada vez más evidente la creciente interdependencia de la humanidad y de los mismos Estados entre sí. En efecto, la universalidad llama a la puerta de todos los moradores del planeta.

En 1945, las naciones estaban en ruinas. La Segunda Guerra Mundial había terminado y el mundo quería la paz. En 2016, el mundo sigue siendo nuestro, de toda la humanidad; pero ésta ni se humaniza, ni se compenetra. No pasamos de los buenos deseos. De promover más bien nada y de asistir más bien poco. Nos falta, a mi juicio, ese gobierno mundial que no sólo defienda el derecho internacional, sepa también protegerlo y defenderlo con devoción y acción, así como vivirlo y renacerlo con valentía y constancia. Quizás ahora entiendan lo de poético, o sea perpetuo, en conservación siempre, para que persista el ser humano. No sólo hay que trabajar juntos para combatir agobios, también hay que activar el pensamiento, para que entusiasmados, gobernemos gracias al amor y no gracias al odio o la venganza.

La apuesta por un líder que aglutine corazones

Víctor Corcoba
jueves, 1 de septiembre de 2016, 09:11 h (CET)
Es hora de que los gobiernos del mundo fomenten la cultura del encuentro y practiquen menos el cinismo, con el reconstituyente de conciliar abecedarios y propiciar otros ambientes más armónicos, más justos, más de todos en el deber responsable, para que podamos llegar a una sintonía común dentro de la familia de las naciones. La crónica de los tiempos actuales nos demuestra que cada día somos más ingobernables, en parte por nuestra carencia afectiva para poder enfrentarnos a problemas complejos.

La necedad nos domina, y así es muy complicado poder allanar el camino de las sendas negociadoras. Deberíamos escucharnos más todos, intentar comprendernos, pues el mayor catalizador de progresos sociales ya no es el crecimiento económico, sino el desarrollo como especie conjunta. Sin duda, necesitamos espacios de participación, sentirnos protagonistas de un mundo más habitable, con el vínculo de la solidaridad como actitud moral que mejor responde a la toma de conciencia de nuestra época.

Lo importante no es tanto el orden, como la avenencia entre culturas. De ahí, que subraye una vez más el requerimiento de un mundializado gobierno, más poético que político, con el fin de que actúe como salvavidas de la humanidad. Subrayo el término paradisíaco de esta tutela en favor del linaje, porque ha de hacer frente a mil amenazas sin precedentes, y en ese combate la autoridad de gobierno, aparte de estar siempre en guardia como los verdaderos poetas, ha de germinar del amor a sus análogos y de la humildad de sentirse parte de un todo. Nos merecemos otras expectativas, pues a pesar de tantas cumbres, falta a veces voluntad humana para llevar a buen término, lo que verdaderamente suele quedar en un sueño. O nos dignificamos como seres humanos y protegemos nuestro hábitat, de manera vinculada entre todos, o el caos más destructor nos lo serviremos nosotros mismos en bandeja.

La apuesta por ese mundializado gobierno tiene que sustentarse en el permanente diálogo y en la continua escucha. Ha llegado el momento de que nos tenemos que entender. Las armas no sirven. Pues a desarmarse toca. Lo que vale es la mano tendida, el consuelo de unos para con otros. La beneficencia, sin duda, puede aliviar los peores efectos de las crisis humanitarias, complementar los servicios públicos de atención de la salud, la educación, la vivienda y la protección de la infancia. De esto, la Madre Teresa de Calcuta es un referente y una referencia, por su labor para superar la pobreza y tantas debilidades que tenemos los humanos. Más que agendas, por tanto, necesitamos líderes entregados a edificar nuevas sociedades menos competitivas, y más hermanadas. Requerimos, por consiguiente, avanzar hacia el futuro con esperanza. Pero, para este florecimiento humanitario, tenemos que estar unidos, no fragmentados. El sufrimiento se lleva mejor compartido, no cabe duda. Cuando falta ese abrazo en común, todo se vuelve desesperante, confuso, deprimente.

Ante este cúmulo de contrariedades nos conviene recapacitar; reflexionar sobre la valoración moral de cada acto humano y madurar nuestra manera de gobernarnos en este caminar por la existencia. El mundo se ha quedado chico a nuestros ojos; sin embargo, cada día estamos más recluidos en nosotros, cuando debiéramos estar más abiertos al mundo para consensuar objetivos comunes, ya que resulta cada vez más evidente la creciente interdependencia de la humanidad y de los mismos Estados entre sí. En efecto, la universalidad llama a la puerta de todos los moradores del planeta.

En 1945, las naciones estaban en ruinas. La Segunda Guerra Mundial había terminado y el mundo quería la paz. En 2016, el mundo sigue siendo nuestro, de toda la humanidad; pero ésta ni se humaniza, ni se compenetra. No pasamos de los buenos deseos. De promover más bien nada y de asistir más bien poco. Nos falta, a mi juicio, ese gobierno mundial que no sólo defienda el derecho internacional, sepa también protegerlo y defenderlo con devoción y acción, así como vivirlo y renacerlo con valentía y constancia. Quizás ahora entiendan lo de poético, o sea perpetuo, en conservación siempre, para que persista el ser humano. No sólo hay que trabajar juntos para combatir agobios, también hay que activar el pensamiento, para que entusiasmados, gobernemos gracias al amor y no gracias al odio o la venganza.

Noticias relacionadas

Tal y como Vd, me ha pedido, Sr Sánchez, me he tomado un poco de tiempo para leer (no solo una vez), el contenido de la carta pública que nos ha enviado a todos los españoles el pasado miércoles. Le confieso que más que su contenido, nada atractivo desde el punto de vista literario y de escaso valor político, me interesaba conocer las razones de su insólita decisión de trasladar a los españoles sus dudas existenciales sobre su futuro personal y político.

Con motivo de los feroces ajustes en la economía argentina, una conocida me confesó la otra tarde, muy triste, que no podría viajar a Europa quizá nunca más. Enseguida pensé que personas como ella sólo sufren las consecuencias de su ideología (o de la adoptada por algún sofisma en las campañas electorales de la época), cuando ven tocado su bolsillo.

La campaña de descrédito contra la buena imagen y el honor del presidente del gobierno se ha desatado, de una forma virulenta, estos últimos días y semanas. Parece que se quiere lograr mediante descalificaciones el acoso y derribo de Pedro Sánchez. Según distintos medios de comunicación el inicio de una investigación judicial contra la esposa de Sánchez es un disparate, ya que no existen indicios suficientes para la misma.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto