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Jim Hoagland

Es hora de que Europa sea ambiciosa

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"Esto no es una batalla estadounidense; también es una misión de la OTAN." El Presidente Obama, sobre Afganistán, 29 de septiembre.

WASHINGTON - Es momento de crisis en Europa. ¡Hurra!

Espere. No me estoy convirtiendo al euroescepticismo con regodeo de los conservadores de Gran Bretaña y los Republicanos de derechas de aquí. Sigo creyendo que una Europa fuerte revierte en interés de América - y viceversa. También lo cree la administración Obama, si leo correctamente al presidente. Ciertamente necesita toda la ayuda que pueda obtener.

Pero los avances en la Unión Europea se producen casi exclusivamente a través de crisis. La entidad supranacional del Viejo Continente intercala largos períodos de inmovilismo, o soporífero gradualismo, con explosiones repentinas de acción y decisión cuando las circunstancias lo exigen.

Las dos próximas semanas exigirán una explosión creativa de decisiones en Afganistán, la desigual recuperación económica mundial, Irán y la elección del primer presidente permanente de la UE que va a sentar precedente. La última elección se reduce a optar por Tony Blair y el liderazgo decidido, o aceptar la mediocridad tranquilizadora de un país pequeño, que no se interpondrá a los deseos de Nicolas Sarkozy y Angela Merkel. La historia exige la opción de Blair; la política apunta a un mínimo común denominador europeo.

Una tesitura parecida de grandes decisiones encontradas se produjo hace 20 años este mes, cuando cayó el Muro de Berlín y el imperio soviético comenzó a derrumbarse. En cuestión de un año, Helmut Kohl completaba la reunificación de Alemania en el seno de la OTAN y se ponía de acuerdo con Francois Mitterrand en torno al lanzamiento del euro rumbo a convertirse en la segunda divisa de depósito del mundo. Los líderes europeos trazaron rápidamente un camino para que las naciones del antiguo Pacto de Varsovia entre otras se adhirieran al grupo - y luego volvieron a conformarse con su segundo plano en la historia.

Afganistán y la presidencia de la UE son los puntos más importantes y candentes de la agenda recién poblada. Obama se prepara para anunciar su decisión acerca de la petición de decenas de miles de efectivos estadounidenses más presentada por el General Stanley McChrystal y una estrategia integral de contrainsurgencia en Afganistán. Al explicar su decisión, Obama debe convencer a los estadounidenses de dos cosas: (1) Afganistán no es su guerra; es la guerra de la comunidad internacional. (2) Afganistán no es un nuevo Vietnam.

La tensión creativa está en marcha entre Washington y las capitales europeas. Instados enfáticamente por el nuevo secretario general de la organización, Anders Fogh Rasmussen, los ministros de defensa de los países miembros de la OTAN respaldaban con firmeza el 23 de octubre el énfasis de McChrystal en las misiones de contrainsurgencia más amplias – en lugar de la estrategia antiterrorista limitada preferida por algunos asesores políticos de Obama. La nueva asertividad de la OTAN fue una sorpresa, pero agradable, para los altos funcionarios estadounidenses.

La pregunta ahora es si los europeos van a aportar más tropas propias con vistas a una conferencia “de relevo” programada dentro de pocas semanas.

Una respuesta inicial bien puede provenir de la recién confirmada Merkel, reelegida canciller de Alemania en septiembre. Visita Washington el 3 de noviembre. Las informaciones procedentes de Berlín afirman que si Obama adopta la versión de contrainsurgencia de McChrystal sin objeciones, ella puede ofrecer el envío de hasta 1.000 nuevos soldados alemanes, mientras que Gran Bretaña añade 500 y las demás naciones aportan pequeños contingentes. Esas medidas reforzarían la afirmación de Obama de que esto no es simplemente una guerra norteamericana.

Los europeos han tomado nota con satisfacción de que las 21.000 tropas adicionales norteamericanas enviadas este año se han añadido a la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad (ISAF) creada a instancias de la ONU y a las órdenes de la OTAN, en lugar de la estructura de la Operación Libertad Duradera encabezada por Estados Unidos. Esto sugiere que Obama es serio en lo de compartir la responsabilidad y la toma de decisiones - así como las cargas - con los europeos.

Lo mismo sucede con el respaldo cauteloso de la administración a Blair en la competición presidencial de la UE, que también es probable que se resuelva a mediados de noviembre. El ex primer ministro británico, hoy enviado internacional a Oriente Medio, estaba en Washington la semana pasada para prestar su apoyo a la decisión de Obama de intentar poner en marcha nuevas negociaciones de estatus final con plazos entre israelíes y palestinos en lugar de seguir discutiendo con Jerusalén de la congelación de asentamientos.

Se dice que Blair está dispuesto a asumir la presidencia de la UE si se le ofrece. Es consciente de que sus colegas recurrirán a él sólo si sienten la necesidad de su entusiasmo descomunal, su optimismo a ultranza y su determinación inquebrantable, en sus propias palabras, "a la hora de forzar el ritmo" cuando se enfrentan a situaciones y personas difíciles. El estancamiento para él es un enemigo, no una posición predeterminada.

Pero los países pequeños cierran filas en torno a lumbreras de segunda fila como el luxemburgués Jean-Claude Juncker o el holandés Jan Peter Balkenende, con la esperanza de bloquear a Blair y puede que relajarse. Craso error, señores. Este asunto también les atañe a ustedes.

Es hora de que Europa sea ambiciosa

Jim Hoagland
Jim Hoagland
martes, 3 de noviembre de 2009, 02:10 h (CET)
"Esto no es una batalla estadounidense; también es una misión de la OTAN." El Presidente Obama, sobre Afganistán, 29 de septiembre.

WASHINGTON - Es momento de crisis en Europa. ¡Hurra!

Espere. No me estoy convirtiendo al euroescepticismo con regodeo de los conservadores de Gran Bretaña y los Republicanos de derechas de aquí. Sigo creyendo que una Europa fuerte revierte en interés de América - y viceversa. También lo cree la administración Obama, si leo correctamente al presidente. Ciertamente necesita toda la ayuda que pueda obtener.

Pero los avances en la Unión Europea se producen casi exclusivamente a través de crisis. La entidad supranacional del Viejo Continente intercala largos períodos de inmovilismo, o soporífero gradualismo, con explosiones repentinas de acción y decisión cuando las circunstancias lo exigen.

Las dos próximas semanas exigirán una explosión creativa de decisiones en Afganistán, la desigual recuperación económica mundial, Irán y la elección del primer presidente permanente de la UE que va a sentar precedente. La última elección se reduce a optar por Tony Blair y el liderazgo decidido, o aceptar la mediocridad tranquilizadora de un país pequeño, que no se interpondrá a los deseos de Nicolas Sarkozy y Angela Merkel. La historia exige la opción de Blair; la política apunta a un mínimo común denominador europeo.

Una tesitura parecida de grandes decisiones encontradas se produjo hace 20 años este mes, cuando cayó el Muro de Berlín y el imperio soviético comenzó a derrumbarse. En cuestión de un año, Helmut Kohl completaba la reunificación de Alemania en el seno de la OTAN y se ponía de acuerdo con Francois Mitterrand en torno al lanzamiento del euro rumbo a convertirse en la segunda divisa de depósito del mundo. Los líderes europeos trazaron rápidamente un camino para que las naciones del antiguo Pacto de Varsovia entre otras se adhirieran al grupo - y luego volvieron a conformarse con su segundo plano en la historia.

Afganistán y la presidencia de la UE son los puntos más importantes y candentes de la agenda recién poblada. Obama se prepara para anunciar su decisión acerca de la petición de decenas de miles de efectivos estadounidenses más presentada por el General Stanley McChrystal y una estrategia integral de contrainsurgencia en Afganistán. Al explicar su decisión, Obama debe convencer a los estadounidenses de dos cosas: (1) Afganistán no es su guerra; es la guerra de la comunidad internacional. (2) Afganistán no es un nuevo Vietnam.

La tensión creativa está en marcha entre Washington y las capitales europeas. Instados enfáticamente por el nuevo secretario general de la organización, Anders Fogh Rasmussen, los ministros de defensa de los países miembros de la OTAN respaldaban con firmeza el 23 de octubre el énfasis de McChrystal en las misiones de contrainsurgencia más amplias – en lugar de la estrategia antiterrorista limitada preferida por algunos asesores políticos de Obama. La nueva asertividad de la OTAN fue una sorpresa, pero agradable, para los altos funcionarios estadounidenses.

La pregunta ahora es si los europeos van a aportar más tropas propias con vistas a una conferencia “de relevo” programada dentro de pocas semanas.

Una respuesta inicial bien puede provenir de la recién confirmada Merkel, reelegida canciller de Alemania en septiembre. Visita Washington el 3 de noviembre. Las informaciones procedentes de Berlín afirman que si Obama adopta la versión de contrainsurgencia de McChrystal sin objeciones, ella puede ofrecer el envío de hasta 1.000 nuevos soldados alemanes, mientras que Gran Bretaña añade 500 y las demás naciones aportan pequeños contingentes. Esas medidas reforzarían la afirmación de Obama de que esto no es simplemente una guerra norteamericana.

Los europeos han tomado nota con satisfacción de que las 21.000 tropas adicionales norteamericanas enviadas este año se han añadido a la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad (ISAF) creada a instancias de la ONU y a las órdenes de la OTAN, en lugar de la estructura de la Operación Libertad Duradera encabezada por Estados Unidos. Esto sugiere que Obama es serio en lo de compartir la responsabilidad y la toma de decisiones - así como las cargas - con los europeos.

Lo mismo sucede con el respaldo cauteloso de la administración a Blair en la competición presidencial de la UE, que también es probable que se resuelva a mediados de noviembre. El ex primer ministro británico, hoy enviado internacional a Oriente Medio, estaba en Washington la semana pasada para prestar su apoyo a la decisión de Obama de intentar poner en marcha nuevas negociaciones de estatus final con plazos entre israelíes y palestinos en lugar de seguir discutiendo con Jerusalén de la congelación de asentamientos.

Se dice que Blair está dispuesto a asumir la presidencia de la UE si se le ofrece. Es consciente de que sus colegas recurrirán a él sólo si sienten la necesidad de su entusiasmo descomunal, su optimismo a ultranza y su determinación inquebrantable, en sus propias palabras, "a la hora de forzar el ritmo" cuando se enfrentan a situaciones y personas difíciles. El estancamiento para él es un enemigo, no una posición predeterminada.

Pero los países pequeños cierran filas en torno a lumbreras de segunda fila como el luxemburgués Jean-Claude Juncker o el holandés Jan Peter Balkenende, con la esperanza de bloquear a Blair y puede que relajarse. Craso error, señores. Este asunto también les atañe a ustedes.

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