La situación que hoy padece el pueblo armenio no hace más que multiplicar el dolor de una comunidad históricamente olvidada. Turquía sigue despreciando a los armenios, como demuestra su papel en el conflicto de Nagorno Karabaj, una región de mayoría armenia e independiente desde 1988, que ha sido absorbida por Azerbaiyán. Esto ha provocado un éxodo masivo que no hace sino recordar los peores días del genocidio de hace 109 años, aunque en esta ocasión no ha hecho falta acudir a la limpieza étnica.
Los armenios siguen reivindicando su derecho a la justicia y a la reparación del injusto sufrimiento causado hace más de un siglo por un exterminio calculado. Lo han recordado, un año más, en la marcha de las antorchas que se celebra en la capital de Armenia cada 23 de abril.
Y un año más, ante tal acontecimiento, Turquía ha seguido manteniendo su posición negacionista. Erdogan tacha de infundadas las denuncias armenias y niega la memoria del genocidio. La mayor parte de los gobiernos europeos no secundan las tesis turcas, pero se limitan a guardar un vergonzoso silencio ante el primero de los grandes genocidios de siglo XX.
|