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A. Alonso, Madrid

Los senderos tortuosos de algunos políticos y sus partidos

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Cuando los partidos se convierten en instructores, jueces y ejecutores, la democracia no sirve nada más que para ser “pábulo” (alimento para la subsistencia o conservación) de muchos políticos mercenarios de ideas de grupos interesados por lo suyo y nada más que por lo suyo.Cuando los partidos se convierten en instructores, jueces y ejecutores, la democracia no sirve nada más que para ser “pábulo” (alimento para la subsistencia o conservación) de muchos políticos mercenarios de ideas de grupos interesados por lo suyo y nada más que por lo suyo.

Partidos con siglas “familiares”; partidos de “laboratorio”; partidos “dogmáticos”; partidos de “ideologías gremiales”; partidos “agencias de colocación”; partidos de profesores incapaces e incapacitados para presentar su preparación a la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación (ANECA).

Estos partidos, mareando la perdiz, juegan con los intereses de millones de españoles que, escandalizados, observan cómo cientos de diputados y senadores pueden cobrar sin resolver ningún problema y, además, hagan méritos (mejor recopilen requisitos) para tener derecho a la Pensión máxima.

Ya decían nuestros abuelos: “hijos, procurad estar siempre en el sitio apropiado y en el momento adecuado”.

El señor Pedro Sánchez con sus adláteres y el señor Albert Rivera con sus intelectuales mediáticos creo que lo entendieron: “hijos, los resultados ya vendrán; no os preocupéis; vosotros a lo vuestro; la vida sigue y, además, es muy corta” Suspendidos en su cátedra de política nacional… aprobados en sus asociaciones de fines gremiales y personales…

¡Si los abuelos levantaran la cabeza!

Los senderos tortuosos de algunos políticos y sus partidos

A. Alonso, Madrid
Lectores
lunes, 1 de agosto de 2016, 09:08 h (CET)
Cuando los partidos se convierten en instructores, jueces y ejecutores, la democracia no sirve nada más que para ser “pábulo” (alimento para la subsistencia o conservación) de muchos políticos mercenarios de ideas de grupos interesados por lo suyo y nada más que por lo suyo.Cuando los partidos se convierten en instructores, jueces y ejecutores, la democracia no sirve nada más que para ser “pábulo” (alimento para la subsistencia o conservación) de muchos políticos mercenarios de ideas de grupos interesados por lo suyo y nada más que por lo suyo.

Partidos con siglas “familiares”; partidos de “laboratorio”; partidos “dogmáticos”; partidos de “ideologías gremiales”; partidos “agencias de colocación”; partidos de profesores incapaces e incapacitados para presentar su preparación a la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación (ANECA).

Estos partidos, mareando la perdiz, juegan con los intereses de millones de españoles que, escandalizados, observan cómo cientos de diputados y senadores pueden cobrar sin resolver ningún problema y, además, hagan méritos (mejor recopilen requisitos) para tener derecho a la Pensión máxima.

Ya decían nuestros abuelos: “hijos, procurad estar siempre en el sitio apropiado y en el momento adecuado”.

El señor Pedro Sánchez con sus adláteres y el señor Albert Rivera con sus intelectuales mediáticos creo que lo entendieron: “hijos, los resultados ya vendrán; no os preocupéis; vosotros a lo vuestro; la vida sigue y, además, es muy corta” Suspendidos en su cátedra de política nacional… aprobados en sus asociaciones de fines gremiales y personales…

¡Si los abuelos levantaran la cabeza!

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Estamos fuertemente imbuidos, cada uno en lo suyo, de que somos algo consistente. Por eso alardeamos de un cuerpo, o al menos, lo notamos como propio. Al pensar, somos testigos de esa presencia particular e insustituible. Nos situamos como un estandarte expuesto a la vista de la comunidad y accesible a sus artefactos exploradores.

En medio de los afanes de la semana, me surge una breve reflexión sobre las sectas. Se advierte oscuro, aureolar que diría Gustavo Bueno, su concepto. Las define el DRAE como “comunidad cerrada, que promueve o aparenta promover fines de carácter espiritual, en la que los maestros ejercen un poder absoluto sobre los adeptos”. Se entienden también como desviación de una Iglesia, pero, en general, y por extensión, se aplica la noción a cualquier grupo con esos rasgos.

Acostumbrados a los adornos políticos, cuya finalidad no es otra que entregar a las gentes a las creencias, mientras grupos de intereses variados hacen sus particulares negocios, quizá no estaría de más desprender a la política de la apariencia que le sirve de compañía y colocarla ante esa realidad situada más allá de la verdad oficial. Lo que quiere decir lavar la cara al poder político para mostrarle sin maquillaje.

 
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