Estamos en tiempo de Cuaresma, tiempo de conversión. La guerra nuclear solo se puede evitar implorando la Misericordia de Dios, nuestro Dios y Creador, que viendo el extravío de los hombres a los cuales por Amor los creo a su imagen y semejanza, se han alejado de El y hasta le niegan y persiguen. Pero Dios es Infinito y su Misericordia a pesar de este rechazo de los seres que El creo por Amor, nos envía a su Divino y Único Hijo Dios como El, el cual para eliminar esta rebelión del hombre y reconciliarle con su Padre, tomó nuestra naturaleza humana, y tuvo que sufrir la traición, la negación y el abandono de los discípulos que El mismo había elegido. Tal es su sufrimiento, que solo y abandonado, suda sangre en el Huerto de los Olivos; es escupido, abofeteado, los azotes que desgarraron su santísimo cuerpo, coronado rey de mofa con una corona de espinas, y condenado a muerte y tuvo que llevar la cruz en la cual iba a ser crucificado, y muere como el mas vil malhechor para liberarnos del pecado y de la muerte eterna; y para completar sin poder hacer ya mas por nuestra salvación, queda en el Sagrario, como un cautivo, para ser nuestro Alimento Sagrado, Pan Celestial y en muchos sagrarios, solo. La Misericordia de Dios ya no puede hacer mas para que nos convirtamos y adoremos y amemos a su Divino Hijo; y queda reflejado con una Luz cegadora que el Amor es Sacrificio, no vana palabrería, y que no podemos amar al hombre si primero no amamos a Dios, lo cual queda manifiesto cumpliendo sus Mandamientos. Hemos sido rescatados de la esclavitud del pecado por la SANGRE DE CRISTO y ya no nos pertenecemos, El es nuestro Dios, Señor y Salvador.