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Poemario

Reseña de «Cuando dejamos atrás lo posible» (Baile del Sol), de Alberto García-Teresa

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"Toda bandera / esconde muertos. // Pero no debajo de su tela // sino detrás / de la rectitud de su mástil." (pag 35), "El caracol es la lengua que saborea el mundo." (pag 77)",¿Por que viertes tu mirada de dominio /sobre su sincero cuerpo de pradera?" (pag 105), "Escucho cantar a un pájaro. // Toco el diccionario que tengo al lado. // Y me maravillo de cuánto / nos queda por aprender." (pag 96) "No se puede despojar al que nunca tuvo." (pag 31), "Me ayudas / mientras te ayudo: / caminamos juntos, amigo, / moldeando al unísono el equilibrio / porque sanarte a ti / es devolver las vetas de olivo a mis latidos." (pag 100). Con versos tan alucinados y tan sabios como los de esta pequeña selección que he hecho al mero azar del libro "Cuando dejamos atrás lo posible" se encontrará el lector, de inicio a fin.


Foto artículo principal


"Cuando dejamos atrás lo posible", de Alberto García-Teresa (Baile del Sol), es un poemario puramente de compromiso, de compromiso con la belleza, con lo justo, de batalla contra lo injusto y contra todo aquello que atente contra la inocencia. No por casualidad, Alberto es un poeta encuadrado en el movimiento de la Poesía de la Conciencia Crítica, avanzadilla que como la poesía de compromiso social que emergió después de la guerra civil y se mantuvo en el tiempo largamente incluso cuando muchos cantautores les sacaron canciones a lo mejor de los mejores poetas que lucharon con su palabra poética desde el lado saqueado y reprimido, contra el fascismo (los grupos y cantautores llamados de la Nueva canción), sin embargo la poesía de la Conciencia Crítica se aleja de esa cosmovisión provinciana que aquejaba la poesía social, si se me permite que la califique así (con todos los respetos pues admiro hondamente a poetas que encabezan la poesía del compromiso posguerra civil como Miguel Hernández, Rafael Alberti, de lejos (en la distancia y desde una distancia del corazón, pues Neruda era más sesudo y menos de corazón que los nombrados) y por supuesto y aunque en lo personal no se posicionase, con su obra sí, Lorca; y se aleja de aquella nuestra Poesía de la Conciencia no para ser mejor, en términos de mejor como un atributo mejor conseguido, porque ¿qué es mejor? Lo que más sirve, lo que es útil -añadiría yo- a un mayor número de seres. Determinar qué sirve más en estos contextos es imposible. Sin embargo sí se podría decir que la Poesía de la Conciencia dentro del compromiso ha ido más allá que aquella de la que por escuela venimos, porque el objeto de denuncia de esta poesía nueva que es insumisa y se rebela y señala con un abanico de índices, es múltiple. Ya no se va contra un sátiro tirano que empobrece a las madres y a los niños, a los pueblos obscuros con pan negro, sino contra la raíz de todo ello. Se protesta contra el tirano, pero no contra un solo tirano sino contra todos, aun así, se va más lejos, esta poesía de detenerse, firmes como mástiles de barcos peligrosos, y señalar, aboga por reflexionar entre todos sobre los porqués de que existan tiranos, qué grado de complicidad tenemos en lo individual para que existan amos, gobiernos, estados y que la globalización, un fenómeno nuevo que aquellos poetas no conocieron, la tengamos aquí, haciendo a lo pobre paupérrimo, y a los necios y/o ignorantes, nulos alfeñiques.


Con "Cuando dejamos atrás lo posible" el autor detalla, como en un inventario, como hizo Whitman con sus hojas de hierba en un único poema, pero aquí Alberto García-Teresa con varios poemas diversos y espacios separados aunque comunes, qué aqueja a nuestro mundo, individuo, hogares, naciones y nuestra Tierra, se traslada por toda la problemática, señalando primero qué pasa, qué pasa con los nudos de hábitos, de afectos estúpidos, de afinidades falsas y forzadas, de entregas sin sentido, de declinaciones no naturales que se sienten como normales y sanas, y en paralelo invoca batallones de obreros y obreras con cubos de agua para apagar los fuegos, y encender las noches. Manos de agua para los fuegos, corazones de luz para esta falsa oscuridad.


Foto compplementaria libro


El libro se divide en cuatro partes, I. La conquista de la vida: abandonando el embrujo del malabarista, II. Greguerías (y otros versos que proclamaron su independencia), III. Desandar la distancia. Poemas de animales no humanos, IV. Como quien bebe agua del cuenco de manos del otro (agradecimientos y notas).


En la primera parte, donde el título habla del "embrujo del malabarista" (sin duda quienes hacemos malabares somos nosotros, y el embrujo viene, como con el toque de una flauta, desde los castillos de los amos, reyes, duques, el CondeMor y Bill Gates, hasta aquí abajo, el embarrado terreno siempre feudal); esta parte aborda poemas sobre la realidad del existir, del poder hacerlo, trabajando, para amos. La esclavitud laboral que nos obligan a ver como un mal menor, y ni siquiera, aun peor: nos han enseñado a amarla (recuérdese la frase popular "el trabajo es salud"), cuando toda ella, todo este trato que comienza con un contrato, una firma de papeles entre currela y jefes de empresa, la factura que se llevará, según nos dice el autor en el poema "La sabiduría del esguince", pasa por saber que "precisamente avanzamos gracias / a la red de cicatrices que / levanta la sangre de las heridas." Terrible. Eso es mantenerse para poder comer pan en el mundo nuestro industrializado y agonizante. "La mano que firmó el papel devastó una ciudad", así como comienza un poema de Dylan Thomas, comienza nuestra vida adulta.


Pero no se limita ese capítulo a hablar del (siempre envuelto en fatigas y que te conduce recto a la tumba) mundo laboral sino en todos los mundos que transitamos los pobres, por culpa de los ricos, por culpa de haber permitido nosotros que seamos pobres tanto tiempo, de generación en generación, y sin decir basta de un modo contundente y duradero. Engañados, por cansados, por desesperanzados, por hundidos, no vemos nada, o vemos lo que no queremos, lo que se nos ha impuesto: "La cárcel de cristal que habitamos / no es un edificio; / son unas gafas.", nos dice el poeta. Sin embargo todo en los textos de Alberto García-Teresa tiene su narrativa realista, cruda, del asunto tratado mas, a la vez, su envés en forma de luz, en forma de salida. Nunca falta la positividad en el verbo de este poeta. Nos muestra su visión de lo que se ve al andar pero siempre aparece a los lados o al final la hierba. Nosotros elegimos qué hacer. "No entres dócilmente en la noche callada", nos advierte Thomas.


En las "Greguerías (y otros versos que proclamaron su independencia)" que componen el apartado II nos encontramos con un conjunto de frases, versos sueltos, maravillosos, deliciosos en tanto te hacen imaginar cosas nuevas con palabras puede que jamás unidas, nos hacen pensar, soñar; en suma, entiendo que son un páramo de simpatía, magia e inocencia donde recalar después del duro impacto que supone contemplar nuestra realidad del oscuro Poder sobre todos nosotros, del Capitalismo, la Banca (que se acuesta con nosotros cada noche en nuestra cama, y no la vemos, exige su lado de cama, su trozo de sábana y nos abraza con el frío, ¡que también pasa frío, la Banca!) y todos aquellos lobbies que sólo buscan enriquecerse a costa de la sangre de los desahuciados, tú y yo (si quien está leyendo esta reseña ostenta algún tipo de poder y/o posee mucho dinero, no entra en ese "tú y yo"), del apartado anterior de la obra... Estas Greguerías anteponen su delicadeza e ingenio al apartado III (Desandar la distancia...), que está dedicado, cosa que aplaudo como animalista, a los nohumanos, porque Alberto es un poeta animalista y vegano, cuestión realmente trascendente y por lo que además de admirar su trabajo literario, tanto de creación poética como de ensayos sobre literatura contemporánea, en lo particular me maravillo por su compromiso con el resto de las especies. Pues no puede ser de otra forma, sin duda.


"Poema a cuatro patas", "Acariciando", "Colonia de gatos", "Sanamos juntos", "La pandilla perruna", "De la hormiga como ejemplo de la estrategia política", "Llegará el día", son poemas que se reconocen escritos con pasión y mucho amor, están llenos de nostalgia y entrega de amistad verdadera. Que escritores del nivel de García-Teresa dediquen espacios grandes en sus libros a los animales (apestados para la mayoría de los autores, hasta para incluso aquellos poetas o narradores encuadrados en el compromiso y la protesta, pero compromiso para con los humanos, ajá, y protesta de los males de humanos a humanos, ajajá), es una importante noticia. Porque, como yo, Alberto entiende que sólo a través de ese encuentro, reencuentro, de esa lucha en la raíz de la vida, del túmulo donde comienzan todos los males, podremos comenzar a sanar, o a reconstruir. Sólo sembrando, germinamos. "Llegará el día en que, de nuestras manos, / brotarán sábanas de pelaje,/ en que el plumón florecerá de nuestro pecho." [...] "La primavera abordará sin madrugadas nuestros pulmones."


"Desandar la distancia" nos permitirá ver nuestro paso y vida de otra forma, imperdible esta obra de Alberto García-Teresa, que llama a la insurrección sin hacerlo más que casi siempre entre líneas. Socráticamente. El poeta nos dice: aquí vivimos, y esto hacemos con nuestro paso diario. También nos dice: en este mundo hay estos otros mundos, que nos afanamos en no ver. Será el lector, el activo lector, quien decida seguir en movimiento, si ya lo está, o quedarse de brazos cruzados esperando que la solución a todo llegue ideada y realizada por otros.


Yo elijo desobedecer. Elijo pensar. Confrontarme en todas las formas, una de ellas siguiendo a autores como García-Teresa, quien es ejemplo de constancia en lucha y en lucha -además- integral y honesta.


De Alberto García-Teresa no requiero poner nada aquí, invito a cualquiera que no lo conozca (será difícil, porque es uno de los poetas ahora más conocidos) a buscar cosas de él en red. Sin embargo, sí me gustaría contar una experiencia personal que tuve hace muchos años.


Era cuando lo conocí en persona, porque antes de ello ya lo conocía pero por carta (cuando se usaban las cartas en papel). Fue porque él vino a Valencia a presentar un libro suyo, para hacer una lectura poética en la librería Primado, si no me equivoco ya cerró, una tan importante y emblemática librería que traía la cultura de verdad y diversa a la ciudad de Valencia y convocaba lecturas poéticas y encuentros de poetas y escritores y presentaciones de libros como la que iba a protagonizar Alberto esa tarde. Como yo por aquel entonces vivía en Valencia, pude acudir. Antes de comenzar la lectura pude hablar un poco con Alberto, se me antojó exactamente igual de humilde y cercano, amistoso, como se muestra desde la distancia. Fue como hablar con un hermano. Y me contó... de cómo llevaba las secuelas del grave accidente vial que hacía unos meses padeció, secuelas que le obligaban a realizar una compleja y dura rehabilitación y, sobre todo, lo peor, tomar unas pastillas muy fuertes para el dolor, que me confesó ya no sabía si dejarlas durante un tiempo, para descansar de ellas, o seguir con los efectos desagradables que producían, mitigaban el fuerte dolor pero generaban verdaderas molestias en el organismo del poeta. Junto a él estaba su pareja, recuerdo, una chica simpatiquísima y tan amistosa como él. Entonces leyó sus poemas con firmeza y rostro altivo, no de superioridad sino de dignidad. Cuando leo o escucho la expresión "agitador cultural" me sonrío. Yo creo que de nuestra generación de poetas ahora, la palma de oro de este 'oficio' se lo lleva García-Teresa. A pesar de los baches que la vida le ha puesto, durísimos algunos, como el narrado, Alberto García-Teresa ha seguido hacia delante, como dice hagamos con sus versos todos. Junto a otros grandes de la agitación y de la confección de sinergias y telas de araña para una poesía conjunta y más fuerte, como Antonio Orihuela y Enrique Falcón (y otros muchos que no nombro porque serían demasiados, y no todos son tan hormigas obreras como los nombrados), Alberto ha escrito infinidad de ensayos sobre la Poesía de la Conciencia Crítica, ha apoyado la poesía de este país con uñas y dientes, siendo antólogo de la obra de muchos poetas y antólogo de la poesía más luminosa y de la resistencia de la actualidad. Participa sin descanso en encuentros por todo el país de poesía contestataria, a favor de los más frágiles o vulnerables, como el último "Artistas y poetas contra la guerra", que se celebró en Plaza de Lavapiés, Madrid, y congregó durante un tiempo largo un pasar de poetas y voces altivas para el amor y la paz, así, ejemplar, conmovedoramente, en un tiempo en el que cada vez más se cree que ya nada vale para nada, porque todo está perdido.


Este es el poema que la editorial Baile del sol escogió para que apareciera en la contraportada de "Cuando dejamos atrás lo posible" y considero que para cerrar este texto mío de encuentro con el artista, cierra nuestra voz, por ahora, con un eco magnífico:


Cuando está todo perdido,

solo podemos caminar

mirando a lo imposible.


No nos queda tiempo

para la melancolía.

Tenemos todo

el presente por delante.

Reseña de «Cuando dejamos atrás lo posible» (Baile del Sol), de Alberto García-Teresa

Poemario
Ángel Padilla
viernes, 22 de septiembre de 2023, 11:20 h (CET)

"Toda bandera / esconde muertos. // Pero no debajo de su tela // sino detrás / de la rectitud de su mástil." (pag 35), "El caracol es la lengua que saborea el mundo." (pag 77)",¿Por que viertes tu mirada de dominio /sobre su sincero cuerpo de pradera?" (pag 105), "Escucho cantar a un pájaro. // Toco el diccionario que tengo al lado. // Y me maravillo de cuánto / nos queda por aprender." (pag 96) "No se puede despojar al que nunca tuvo." (pag 31), "Me ayudas / mientras te ayudo: / caminamos juntos, amigo, / moldeando al unísono el equilibrio / porque sanarte a ti / es devolver las vetas de olivo a mis latidos." (pag 100). Con versos tan alucinados y tan sabios como los de esta pequeña selección que he hecho al mero azar del libro "Cuando dejamos atrás lo posible" se encontrará el lector, de inicio a fin.


Foto artículo principal


"Cuando dejamos atrás lo posible", de Alberto García-Teresa (Baile del Sol), es un poemario puramente de compromiso, de compromiso con la belleza, con lo justo, de batalla contra lo injusto y contra todo aquello que atente contra la inocencia. No por casualidad, Alberto es un poeta encuadrado en el movimiento de la Poesía de la Conciencia Crítica, avanzadilla que como la poesía de compromiso social que emergió después de la guerra civil y se mantuvo en el tiempo largamente incluso cuando muchos cantautores les sacaron canciones a lo mejor de los mejores poetas que lucharon con su palabra poética desde el lado saqueado y reprimido, contra el fascismo (los grupos y cantautores llamados de la Nueva canción), sin embargo la poesía de la Conciencia Crítica se aleja de esa cosmovisión provinciana que aquejaba la poesía social, si se me permite que la califique así (con todos los respetos pues admiro hondamente a poetas que encabezan la poesía del compromiso posguerra civil como Miguel Hernández, Rafael Alberti, de lejos (en la distancia y desde una distancia del corazón, pues Neruda era más sesudo y menos de corazón que los nombrados) y por supuesto y aunque en lo personal no se posicionase, con su obra sí, Lorca; y se aleja de aquella nuestra Poesía de la Conciencia no para ser mejor, en términos de mejor como un atributo mejor conseguido, porque ¿qué es mejor? Lo que más sirve, lo que es útil -añadiría yo- a un mayor número de seres. Determinar qué sirve más en estos contextos es imposible. Sin embargo sí se podría decir que la Poesía de la Conciencia dentro del compromiso ha ido más allá que aquella de la que por escuela venimos, porque el objeto de denuncia de esta poesía nueva que es insumisa y se rebela y señala con un abanico de índices, es múltiple. Ya no se va contra un sátiro tirano que empobrece a las madres y a los niños, a los pueblos obscuros con pan negro, sino contra la raíz de todo ello. Se protesta contra el tirano, pero no contra un solo tirano sino contra todos, aun así, se va más lejos, esta poesía de detenerse, firmes como mástiles de barcos peligrosos, y señalar, aboga por reflexionar entre todos sobre los porqués de que existan tiranos, qué grado de complicidad tenemos en lo individual para que existan amos, gobiernos, estados y que la globalización, un fenómeno nuevo que aquellos poetas no conocieron, la tengamos aquí, haciendo a lo pobre paupérrimo, y a los necios y/o ignorantes, nulos alfeñiques.


Con "Cuando dejamos atrás lo posible" el autor detalla, como en un inventario, como hizo Whitman con sus hojas de hierba en un único poema, pero aquí Alberto García-Teresa con varios poemas diversos y espacios separados aunque comunes, qué aqueja a nuestro mundo, individuo, hogares, naciones y nuestra Tierra, se traslada por toda la problemática, señalando primero qué pasa, qué pasa con los nudos de hábitos, de afectos estúpidos, de afinidades falsas y forzadas, de entregas sin sentido, de declinaciones no naturales que se sienten como normales y sanas, y en paralelo invoca batallones de obreros y obreras con cubos de agua para apagar los fuegos, y encender las noches. Manos de agua para los fuegos, corazones de luz para esta falsa oscuridad.


Foto compplementaria libro


El libro se divide en cuatro partes, I. La conquista de la vida: abandonando el embrujo del malabarista, II. Greguerías (y otros versos que proclamaron su independencia), III. Desandar la distancia. Poemas de animales no humanos, IV. Como quien bebe agua del cuenco de manos del otro (agradecimientos y notas).


En la primera parte, donde el título habla del "embrujo del malabarista" (sin duda quienes hacemos malabares somos nosotros, y el embrujo viene, como con el toque de una flauta, desde los castillos de los amos, reyes, duques, el CondeMor y Bill Gates, hasta aquí abajo, el embarrado terreno siempre feudal); esta parte aborda poemas sobre la realidad del existir, del poder hacerlo, trabajando, para amos. La esclavitud laboral que nos obligan a ver como un mal menor, y ni siquiera, aun peor: nos han enseñado a amarla (recuérdese la frase popular "el trabajo es salud"), cuando toda ella, todo este trato que comienza con un contrato, una firma de papeles entre currela y jefes de empresa, la factura que se llevará, según nos dice el autor en el poema "La sabiduría del esguince", pasa por saber que "precisamente avanzamos gracias / a la red de cicatrices que / levanta la sangre de las heridas." Terrible. Eso es mantenerse para poder comer pan en el mundo nuestro industrializado y agonizante. "La mano que firmó el papel devastó una ciudad", así como comienza un poema de Dylan Thomas, comienza nuestra vida adulta.


Pero no se limita ese capítulo a hablar del (siempre envuelto en fatigas y que te conduce recto a la tumba) mundo laboral sino en todos los mundos que transitamos los pobres, por culpa de los ricos, por culpa de haber permitido nosotros que seamos pobres tanto tiempo, de generación en generación, y sin decir basta de un modo contundente y duradero. Engañados, por cansados, por desesperanzados, por hundidos, no vemos nada, o vemos lo que no queremos, lo que se nos ha impuesto: "La cárcel de cristal que habitamos / no es un edificio; / son unas gafas.", nos dice el poeta. Sin embargo todo en los textos de Alberto García-Teresa tiene su narrativa realista, cruda, del asunto tratado mas, a la vez, su envés en forma de luz, en forma de salida. Nunca falta la positividad en el verbo de este poeta. Nos muestra su visión de lo que se ve al andar pero siempre aparece a los lados o al final la hierba. Nosotros elegimos qué hacer. "No entres dócilmente en la noche callada", nos advierte Thomas.


En las "Greguerías (y otros versos que proclamaron su independencia)" que componen el apartado II nos encontramos con un conjunto de frases, versos sueltos, maravillosos, deliciosos en tanto te hacen imaginar cosas nuevas con palabras puede que jamás unidas, nos hacen pensar, soñar; en suma, entiendo que son un páramo de simpatía, magia e inocencia donde recalar después del duro impacto que supone contemplar nuestra realidad del oscuro Poder sobre todos nosotros, del Capitalismo, la Banca (que se acuesta con nosotros cada noche en nuestra cama, y no la vemos, exige su lado de cama, su trozo de sábana y nos abraza con el frío, ¡que también pasa frío, la Banca!) y todos aquellos lobbies que sólo buscan enriquecerse a costa de la sangre de los desahuciados, tú y yo (si quien está leyendo esta reseña ostenta algún tipo de poder y/o posee mucho dinero, no entra en ese "tú y yo"), del apartado anterior de la obra... Estas Greguerías anteponen su delicadeza e ingenio al apartado III (Desandar la distancia...), que está dedicado, cosa que aplaudo como animalista, a los nohumanos, porque Alberto es un poeta animalista y vegano, cuestión realmente trascendente y por lo que además de admirar su trabajo literario, tanto de creación poética como de ensayos sobre literatura contemporánea, en lo particular me maravillo por su compromiso con el resto de las especies. Pues no puede ser de otra forma, sin duda.


"Poema a cuatro patas", "Acariciando", "Colonia de gatos", "Sanamos juntos", "La pandilla perruna", "De la hormiga como ejemplo de la estrategia política", "Llegará el día", son poemas que se reconocen escritos con pasión y mucho amor, están llenos de nostalgia y entrega de amistad verdadera. Que escritores del nivel de García-Teresa dediquen espacios grandes en sus libros a los animales (apestados para la mayoría de los autores, hasta para incluso aquellos poetas o narradores encuadrados en el compromiso y la protesta, pero compromiso para con los humanos, ajá, y protesta de los males de humanos a humanos, ajajá), es una importante noticia. Porque, como yo, Alberto entiende que sólo a través de ese encuentro, reencuentro, de esa lucha en la raíz de la vida, del túmulo donde comienzan todos los males, podremos comenzar a sanar, o a reconstruir. Sólo sembrando, germinamos. "Llegará el día en que, de nuestras manos, / brotarán sábanas de pelaje,/ en que el plumón florecerá de nuestro pecho." [...] "La primavera abordará sin madrugadas nuestros pulmones."


"Desandar la distancia" nos permitirá ver nuestro paso y vida de otra forma, imperdible esta obra de Alberto García-Teresa, que llama a la insurrección sin hacerlo más que casi siempre entre líneas. Socráticamente. El poeta nos dice: aquí vivimos, y esto hacemos con nuestro paso diario. También nos dice: en este mundo hay estos otros mundos, que nos afanamos en no ver. Será el lector, el activo lector, quien decida seguir en movimiento, si ya lo está, o quedarse de brazos cruzados esperando que la solución a todo llegue ideada y realizada por otros.


Yo elijo desobedecer. Elijo pensar. Confrontarme en todas las formas, una de ellas siguiendo a autores como García-Teresa, quien es ejemplo de constancia en lucha y en lucha -además- integral y honesta.


De Alberto García-Teresa no requiero poner nada aquí, invito a cualquiera que no lo conozca (será difícil, porque es uno de los poetas ahora más conocidos) a buscar cosas de él en red. Sin embargo, sí me gustaría contar una experiencia personal que tuve hace muchos años.


Era cuando lo conocí en persona, porque antes de ello ya lo conocía pero por carta (cuando se usaban las cartas en papel). Fue porque él vino a Valencia a presentar un libro suyo, para hacer una lectura poética en la librería Primado, si no me equivoco ya cerró, una tan importante y emblemática librería que traía la cultura de verdad y diversa a la ciudad de Valencia y convocaba lecturas poéticas y encuentros de poetas y escritores y presentaciones de libros como la que iba a protagonizar Alberto esa tarde. Como yo por aquel entonces vivía en Valencia, pude acudir. Antes de comenzar la lectura pude hablar un poco con Alberto, se me antojó exactamente igual de humilde y cercano, amistoso, como se muestra desde la distancia. Fue como hablar con un hermano. Y me contó... de cómo llevaba las secuelas del grave accidente vial que hacía unos meses padeció, secuelas que le obligaban a realizar una compleja y dura rehabilitación y, sobre todo, lo peor, tomar unas pastillas muy fuertes para el dolor, que me confesó ya no sabía si dejarlas durante un tiempo, para descansar de ellas, o seguir con los efectos desagradables que producían, mitigaban el fuerte dolor pero generaban verdaderas molestias en el organismo del poeta. Junto a él estaba su pareja, recuerdo, una chica simpatiquísima y tan amistosa como él. Entonces leyó sus poemas con firmeza y rostro altivo, no de superioridad sino de dignidad. Cuando leo o escucho la expresión "agitador cultural" me sonrío. Yo creo que de nuestra generación de poetas ahora, la palma de oro de este 'oficio' se lo lleva García-Teresa. A pesar de los baches que la vida le ha puesto, durísimos algunos, como el narrado, Alberto García-Teresa ha seguido hacia delante, como dice hagamos con sus versos todos. Junto a otros grandes de la agitación y de la confección de sinergias y telas de araña para una poesía conjunta y más fuerte, como Antonio Orihuela y Enrique Falcón (y otros muchos que no nombro porque serían demasiados, y no todos son tan hormigas obreras como los nombrados), Alberto ha escrito infinidad de ensayos sobre la Poesía de la Conciencia Crítica, ha apoyado la poesía de este país con uñas y dientes, siendo antólogo de la obra de muchos poetas y antólogo de la poesía más luminosa y de la resistencia de la actualidad. Participa sin descanso en encuentros por todo el país de poesía contestataria, a favor de los más frágiles o vulnerables, como el último "Artistas y poetas contra la guerra", que se celebró en Plaza de Lavapiés, Madrid, y congregó durante un tiempo largo un pasar de poetas y voces altivas para el amor y la paz, así, ejemplar, conmovedoramente, en un tiempo en el que cada vez más se cree que ya nada vale para nada, porque todo está perdido.


Este es el poema que la editorial Baile del sol escogió para que apareciera en la contraportada de "Cuando dejamos atrás lo posible" y considero que para cerrar este texto mío de encuentro con el artista, cierra nuestra voz, por ahora, con un eco magnífico:


Cuando está todo perdido,

solo podemos caminar

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No nos queda tiempo

para la melancolía.

Tenemos todo

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