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En este caso no se trata de recordar aquella película de Eloy de la Iglesia que tuvo tanto éxito allá por los ochenta. Me refiero al ósculo, indebido que ha estropeado la victoria de las jugadoras españolas en el campeonato mundial de fútbol

El pico

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Hay personas que se exceden en su expresividad. Creen que el mundo del deporte lo aguanta todo. Y no es así. Se trata de lo que los antiguos denominaban como “vestir el cargo”. Cuando uno dirige o preside una institución, se convierte en la imagen de la misma. El que la detenta –por eso le han elegido- debe ser el “primus inter pares”.

     

El señor Rubiales se ha equivocado. Ha celebrado la victoria española como si el fuera un jugador más. Su actitud exaltada le ha podido. Inmediatamente, los defensores de la integridad moral que ellos determinan, aquellos que deciden en que debe consistir la misma, se han rasgado las vestiduras y han convertido una alegre celebración en un conflicto de índole internacional. Lo peor de todo es que por culpa de la poca cabeza de un preboste del futbol, se ha empañado una victoria que nos había emocionado a todos.

      

Finalmente, parece ser que se han cargado al presidente de la federación. Aunque siga o no siga en su cargo. Que no va a seguir. Los hechos demuestran que todos estamos libres de pecado, porque no hemos dudado en tirar la piedra.

     

Personalmente me choca el besuqueo a destiempo. No se trata de recordar la canción que determinaba como debe ser “el beso dentro de España”. Pero hay muchas veces en que la visión de unos besos indiscriminados en los morros, por parte de los participantes en concursos, entrevistas y presentaciones en los espacios televisivos, me chirrían totalmente.

      

Parece ser que estos están autorizados y bendecidos por los popes de la integridad moral y el control de sexos. Yo, por si acaso, dejo que sea la otra persona quien inicie el saludo para evitar problemas. Normalmente doy la mano o pongo la cara a distancia para soslayar  suspicacias. La pandemia ha ayudado mucho a mantener las distancias en lo posible.

     

Así que… “cuidadín”. Nada de besar a niños que no sean parientes cercanos, ni a personas de ambos sexos con las que no tengamos bastante confianza. Y de “piquitos” mucho menos. Que el gran hermano está pendiente. Como mucho… “disfrutar” del pico que acompaña la pala.

El pico

En este caso no se trata de recordar aquella película de Eloy de la Iglesia que tuvo tanto éxito allá por los ochenta. Me refiero al ósculo, indebido que ha estropeado la victoria de las jugadoras españolas en el campeonato mundial de fútbol
Manuel Montes Cleries
jueves, 24 de agosto de 2023, 10:19 h (CET)

Hay personas que se exceden en su expresividad. Creen que el mundo del deporte lo aguanta todo. Y no es así. Se trata de lo que los antiguos denominaban como “vestir el cargo”. Cuando uno dirige o preside una institución, se convierte en la imagen de la misma. El que la detenta –por eso le han elegido- debe ser el “primus inter pares”.

     

El señor Rubiales se ha equivocado. Ha celebrado la victoria española como si el fuera un jugador más. Su actitud exaltada le ha podido. Inmediatamente, los defensores de la integridad moral que ellos determinan, aquellos que deciden en que debe consistir la misma, se han rasgado las vestiduras y han convertido una alegre celebración en un conflicto de índole internacional. Lo peor de todo es que por culpa de la poca cabeza de un preboste del futbol, se ha empañado una victoria que nos había emocionado a todos.

      

Finalmente, parece ser que se han cargado al presidente de la federación. Aunque siga o no siga en su cargo. Que no va a seguir. Los hechos demuestran que todos estamos libres de pecado, porque no hemos dudado en tirar la piedra.

     

Personalmente me choca el besuqueo a destiempo. No se trata de recordar la canción que determinaba como debe ser “el beso dentro de España”. Pero hay muchas veces en que la visión de unos besos indiscriminados en los morros, por parte de los participantes en concursos, entrevistas y presentaciones en los espacios televisivos, me chirrían totalmente.

      

Parece ser que estos están autorizados y bendecidos por los popes de la integridad moral y el control de sexos. Yo, por si acaso, dejo que sea la otra persona quien inicie el saludo para evitar problemas. Normalmente doy la mano o pongo la cara a distancia para soslayar  suspicacias. La pandemia ha ayudado mucho a mantener las distancias en lo posible.

     

Así que… “cuidadín”. Nada de besar a niños que no sean parientes cercanos, ni a personas de ambos sexos con las que no tengamos bastante confianza. Y de “piquitos” mucho menos. Que el gran hermano está pendiente. Como mucho… “disfrutar” del pico que acompaña la pala.

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