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Su animación vital es un misterio fascinante

Átomos animados

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Saber, saber, viene a constituirse como un decir atolondrado con fuerte tendencia a la exageración. Su consistencia está sometida a un sinfín de matices relacionados con causas y efectos, en consonancia con las aplicaciones prácticas de los conocimientos. Hemos de tomar en cuenta la complejidad inherente al grado de ese saber, de cada cosa se puede saber sólo un poco o bien la mayoría de sus propiedades accesibles. De la modestia al delirio ridículo, en el tobogán de la INSENSATEZ, se permite el recorrido de cuantos actuantes lo soliciten; salen a relucir en una amplia gama; de los templados a los estúpidos, observamos ejemplares con inclinaciones singulares y extrañas, pero muy expresivas.


Días atrás, uno de estos voceros presuntuosos, aparcando los menores indicios de prudencia, se atrevió a dictaminar con rotundidad sobre las personas y los átomos, nada menos; se quedaría descansado él, pero rodeado de las vaciedades expuestas. Decía algo así como, no le den vueltas, al morir una persona se desploman una serie de átomos en el suelo y en ese hecho se resume la cuestión vital. No cabe duda, poca frase expresiva para el acercamiento a los dos elementos, la realidad personal y la implicación de los átomos en el fenómeno. La ridiculez de semejante SIMPLISMO, su fatuidad e incluso la atención de los medios, queda expuesta con la flagrante nitidez de una resonancia sin contenido real.


Se detecta una notable discordancia entre como se desenvuelven los fenómenos naturales, incluida la presencia de los seres humanos, y la enorme cantidad de comentarios sinsorgos efectuados al respecto. Las diferentes realidades trazan sus propios derroteros, mientras los comentarios emergen como entes pertenecientes a otras esferas; las realidades y lo que se dice de ellas no siempre parecen relacionados, al menos, chirrían con frecuencia. Los engolados pronunciamientos, aunque acaben en encendidas POLÉMICAS explicativas, dejan un regusto insatisfactorio por su carácter evanescente. Aparte de su pose en los medios, revolotea el escaso sentido de sus proposiciones.


Como si fuera sencillo eso de abarcar el panorama existencial desde el observatorio menesteroso de las mentalidades disponibles. Bastará una somera apreciación de donde quedó aquello del átomo como elemento esencial y básico. Los físicos nos han ido destapando la existencia de numerosos componentes más básicos y elementales, electrones, neutrones, bosones, quarks; hasta llegar a la materia oscura llena de partículas. Constituyen un reto espectacular cuando intentamos alcanzar la COMPRENSIÓN de sus intrincadas actuaciones, y no digamos de su significancia global. Dicha inmensidad saca los colores a los atrevidos presuntuosos, tan eufóricos como enejenados.


¡Ay, amigos!, todo suele derivar en cambios, cuando modifica su aspecto, entra a formar parte de determinadas acciones, ocurren fenómenos contradictorios o aconteceres inexplicables. Aunque nos cueste reconocerlo, aún siendo amplias las informaciones sobre todo ello, no alcanzan a las profundidades. El mismo concepto de la potencia movilizadora , adolece de las carencias inherentes a todo razonamiento humano, porque nos desbordan los aspectos a considerar. Englobamos a las fuerzas impulsoras con el nombre de ENERGÍA, que muy pronto se desmenuza entre las valoraciones distintas; de origen solar, atómica, gravitatoria, cuánticas, o quién sabe. Por aquí, también se nos escapan las conclusiones.


Es manifiesta la ingente diversidad organizada, con cierta apariencia caótica, entre masas ocultas o perceptibles, partículas de características insospechadas y energías activadas en circuitos apenas intuidos. Sería aventurada la afirmación de una percepción adecuada de sus dimensiones y propiedades, porque ni los sabios eximios lograron ponernos en la evidencia de sus recorridos y verdadera consistencia. Desde la perspectiva de modestos observadores detectamos comportamientos con notables diferencias, apreciamos ciertas áreas FUNCIONALES cargadas de peculiaridades. Grados de calentamiento, atracciones o dispersiones, luces y sombras entrelazadas, formatos y evoluciones.


En estas agrupaciones orientadas hacia unas determinadas funciones, el perfil de cada tipo de elementos constituyentes se concreta en asociaciones preferentes y diferenciadas entre ellos, con las consiguientes consecuencias de cara a los resultados derivados. Merece una atención especial la agrupación archiconocida en torno al Carbono e Hidrógeno como elementos centrales, con enlaces tendentes a una estabilidad a la baja, con reacciones peculiares y la capacidad de los seres vivos para sintetizarlas. Forman parte de los compuestos ORGÁNICOS, diferenciados netamente de los inorgánicos, sobre todo, porque estos no pueden ser sintetizados por los seres vivos. Son cualidades de gran repercusión en la práctica.


Los datos nos asedian a través de las inagotables investigaciones. A diario surgen hallazgos de diferente envergadura y en sectores de recónditos entresijos. Pese a todo, las incógnitas brotan sucesivamente, agrandan el reto de acercarnos a los conocimientos, sin llegar al fondo de las cuestiones radicales. Metidos en estas honduras, el asunto incrementa su complejidad cuando detectamos CONEXIONES de perfiles intrincados, que modifican las nociones estimadas como fiables. Por lo tanto, desde los ámbitos cósmicos de notable inmensidad, a las minúsculas partículas cercanas, el entramado nos resulta inabarcable, los múltiples saberes nos resultan insuficientes.


Entre toda la serie de conexiones, las conocidas, las supuestas y las insospechadas, nos encontramos con la aparición de los seres vivos, con el explosivo fenómeno de la vida, en su amplia diversidad y esplendor. Y en ese devenir, la realidad de los seres humanos con sus características propias. Los átomos y las diferentes partículas, se involucran en el fenómeno VITALISTA, y cuando este desaparece, quedan en sus circuitos originarios, que no habían abandonado. Como en tantas ocasiones, las explicaciones apenas son intuiciones y la disyuntiva sigue impertérrita, experimentamos la generación de la vida, aunque sus orígenes y fundamentos permanecen en lo más hondo del misterio.


La ANIMACIÓN de los átomos, representando a todas las partículas, es un hecho; su enfriamiento vital también, para continuar con sus propiedades y energías físicas. Son elementos básicos, presentes en los complejos avatares orgánicos e inorgánicos. Con respecto a la mencionada animación, desaparecen las ideas rotundas más allá de la contemplación superficial de la vida.

Celebramos o lamentamos los resultados de los sucesivos descubrimientos; sin duda, enriquecen el acerbo de nuestras limitadas mentalidades. Resulta FASCINANTE esa capacidad de pensarnos como simples acopios de partículas físicas y energías; o vernos como posibles animaciones de otras procedencias. Eso sí, si no lo enturbiamos al pretender mostrarnos como único y verdadero conocedor del misterio.

Átomos animados

Su animación vital es un misterio fascinante
Rafael Pérez Ortolá
viernes, 14 de julio de 2023, 09:34 h (CET)

Saber, saber, viene a constituirse como un decir atolondrado con fuerte tendencia a la exageración. Su consistencia está sometida a un sinfín de matices relacionados con causas y efectos, en consonancia con las aplicaciones prácticas de los conocimientos. Hemos de tomar en cuenta la complejidad inherente al grado de ese saber, de cada cosa se puede saber sólo un poco o bien la mayoría de sus propiedades accesibles. De la modestia al delirio ridículo, en el tobogán de la INSENSATEZ, se permite el recorrido de cuantos actuantes lo soliciten; salen a relucir en una amplia gama; de los templados a los estúpidos, observamos ejemplares con inclinaciones singulares y extrañas, pero muy expresivas.


Días atrás, uno de estos voceros presuntuosos, aparcando los menores indicios de prudencia, se atrevió a dictaminar con rotundidad sobre las personas y los átomos, nada menos; se quedaría descansado él, pero rodeado de las vaciedades expuestas. Decía algo así como, no le den vueltas, al morir una persona se desploman una serie de átomos en el suelo y en ese hecho se resume la cuestión vital. No cabe duda, poca frase expresiva para el acercamiento a los dos elementos, la realidad personal y la implicación de los átomos en el fenómeno. La ridiculez de semejante SIMPLISMO, su fatuidad e incluso la atención de los medios, queda expuesta con la flagrante nitidez de una resonancia sin contenido real.


Se detecta una notable discordancia entre como se desenvuelven los fenómenos naturales, incluida la presencia de los seres humanos, y la enorme cantidad de comentarios sinsorgos efectuados al respecto. Las diferentes realidades trazan sus propios derroteros, mientras los comentarios emergen como entes pertenecientes a otras esferas; las realidades y lo que se dice de ellas no siempre parecen relacionados, al menos, chirrían con frecuencia. Los engolados pronunciamientos, aunque acaben en encendidas POLÉMICAS explicativas, dejan un regusto insatisfactorio por su carácter evanescente. Aparte de su pose en los medios, revolotea el escaso sentido de sus proposiciones.


Como si fuera sencillo eso de abarcar el panorama existencial desde el observatorio menesteroso de las mentalidades disponibles. Bastará una somera apreciación de donde quedó aquello del átomo como elemento esencial y básico. Los físicos nos han ido destapando la existencia de numerosos componentes más básicos y elementales, electrones, neutrones, bosones, quarks; hasta llegar a la materia oscura llena de partículas. Constituyen un reto espectacular cuando intentamos alcanzar la COMPRENSIÓN de sus intrincadas actuaciones, y no digamos de su significancia global. Dicha inmensidad saca los colores a los atrevidos presuntuosos, tan eufóricos como enejenados.


¡Ay, amigos!, todo suele derivar en cambios, cuando modifica su aspecto, entra a formar parte de determinadas acciones, ocurren fenómenos contradictorios o aconteceres inexplicables. Aunque nos cueste reconocerlo, aún siendo amplias las informaciones sobre todo ello, no alcanzan a las profundidades. El mismo concepto de la potencia movilizadora , adolece de las carencias inherentes a todo razonamiento humano, porque nos desbordan los aspectos a considerar. Englobamos a las fuerzas impulsoras con el nombre de ENERGÍA, que muy pronto se desmenuza entre las valoraciones distintas; de origen solar, atómica, gravitatoria, cuánticas, o quién sabe. Por aquí, también se nos escapan las conclusiones.


Es manifiesta la ingente diversidad organizada, con cierta apariencia caótica, entre masas ocultas o perceptibles, partículas de características insospechadas y energías activadas en circuitos apenas intuidos. Sería aventurada la afirmación de una percepción adecuada de sus dimensiones y propiedades, porque ni los sabios eximios lograron ponernos en la evidencia de sus recorridos y verdadera consistencia. Desde la perspectiva de modestos observadores detectamos comportamientos con notables diferencias, apreciamos ciertas áreas FUNCIONALES cargadas de peculiaridades. Grados de calentamiento, atracciones o dispersiones, luces y sombras entrelazadas, formatos y evoluciones.


En estas agrupaciones orientadas hacia unas determinadas funciones, el perfil de cada tipo de elementos constituyentes se concreta en asociaciones preferentes y diferenciadas entre ellos, con las consiguientes consecuencias de cara a los resultados derivados. Merece una atención especial la agrupación archiconocida en torno al Carbono e Hidrógeno como elementos centrales, con enlaces tendentes a una estabilidad a la baja, con reacciones peculiares y la capacidad de los seres vivos para sintetizarlas. Forman parte de los compuestos ORGÁNICOS, diferenciados netamente de los inorgánicos, sobre todo, porque estos no pueden ser sintetizados por los seres vivos. Son cualidades de gran repercusión en la práctica.


Los datos nos asedian a través de las inagotables investigaciones. A diario surgen hallazgos de diferente envergadura y en sectores de recónditos entresijos. Pese a todo, las incógnitas brotan sucesivamente, agrandan el reto de acercarnos a los conocimientos, sin llegar al fondo de las cuestiones radicales. Metidos en estas honduras, el asunto incrementa su complejidad cuando detectamos CONEXIONES de perfiles intrincados, que modifican las nociones estimadas como fiables. Por lo tanto, desde los ámbitos cósmicos de notable inmensidad, a las minúsculas partículas cercanas, el entramado nos resulta inabarcable, los múltiples saberes nos resultan insuficientes.


Entre toda la serie de conexiones, las conocidas, las supuestas y las insospechadas, nos encontramos con la aparición de los seres vivos, con el explosivo fenómeno de la vida, en su amplia diversidad y esplendor. Y en ese devenir, la realidad de los seres humanos con sus características propias. Los átomos y las diferentes partículas, se involucran en el fenómeno VITALISTA, y cuando este desaparece, quedan en sus circuitos originarios, que no habían abandonado. Como en tantas ocasiones, las explicaciones apenas son intuiciones y la disyuntiva sigue impertérrita, experimentamos la generación de la vida, aunque sus orígenes y fundamentos permanecen en lo más hondo del misterio.


La ANIMACIÓN de los átomos, representando a todas las partículas, es un hecho; su enfriamiento vital también, para continuar con sus propiedades y energías físicas. Son elementos básicos, presentes en los complejos avatares orgánicos e inorgánicos. Con respecto a la mencionada animación, desaparecen las ideas rotundas más allá de la contemplación superficial de la vida.

Celebramos o lamentamos los resultados de los sucesivos descubrimientos; sin duda, enriquecen el acerbo de nuestras limitadas mentalidades. Resulta FASCINANTE esa capacidad de pensarnos como simples acopios de partículas físicas y energías; o vernos como posibles animaciones de otras procedencias. Eso sí, si no lo enturbiamos al pretender mostrarnos como único y verdadero conocedor del misterio.

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