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Como el avestruz que esconde la cabeza bajo tierra en negación de la realidad, los congresistas paraguayos dejaron sin quórum el parlamento para evitar debatir un impuesto a la soja

Irresponsable retraso del impuesto a exportación de la soja

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Como si fueran adolescentes buscando eludir un examen de la secundaria, los congresistas paraguayos decidieron esta semana abandonar la sesión del Parlamento y postergar una vez más, de manera absolutamente irresponsable, el ineludible impuesto a la exportación de soja.

El recurso no es nuevo, cuando se trata del Congreso de marras, que ya fue mudo testigo de escenas de lo más insólitas en los últimos tiempos. En un caso baste reciente, un congresista bajó la llave de la luz y evitó una votación donde los números estaban en su contra.

En otra circunstancia no muy lejana en el tiempo, un legislador permaneció escondido en la toilette simulando problemas intestinales, para evitar dar su voto por el desafuero de un senador vitalicio y ex presidente, que era a la sazón experto en fraudes financieros y poderoso empresario de la construcción. Previamente, la bancada completa de uno de los dos partidos tradicionales del Paraguay había salvado del desafuero a un ex presidente y senador vitalicio contra quien existían viejas y contundentes pruebas de que además de oficiar de jefe de estado, lideraba el narcotráfico local.

De ninguna manera puede sorprender hoy que estas “honorables” y “altas” autoridades protagonicen tan bochornoso y decadente espectáculo.

La nobleza obliga a reconocer que este tipo de shows no son patrimonio exclusivo del Congreso, dado que tienen una dura competencia entre los exponentes del ejecutivo. Con su reiterada estrategia confusionista, éstos intentan salvar el contaminante y anti-económico negocio de la agricultura anti-orgánica promovida por las transnacionales, dividiendo votos en el senado.

Está más claro que el agua que no se puede exonerar a los privilegiados sojeros transgénicos de tributar, pero aun así el ministro de Hacienda dice que deben pagar todos menos los sojeros. Debe decirse en su beneficio que reconoció ser un incapaz al culpar de todo a la evasión fiscal en la que son campeones sus mismos defendidos.

Todos saben que van a meter la pata con un falaz impuesto a las ganancias, que será inaplicable por la vasta experiencia para eludir este tipo de gravamen por parte de estos grandes evasores. A pesar de ello, se disponen a realizar un acto a todas luces incorrecto con todo el país mirándolos.

Es obvio, y lo reconoce el mismo ministro de Hacienda al reconocer su impotencia para recaudar, que la única forma que estos destructores del ambiente y de rutas e intoxicadores de inocentes paguen algo es gravando las exportaciones, pero he ahí que la cobardía política emerge de la nebulosa como verdadera responsable de la tragedia nacional.

Paralelamente, los victimarios se disfrazan de víctimas y anuncian el infierno para todos si se quedan sin su contaminante negocio. Como si fuera una catástrofe nacional, advierten que la mitad de ellos dejará el rubro.

Por mi parte, me veo en la obligación moral de expresar que sería una excelente noticia que se reduzca a la mitad ese negocio tan perjudicial para el país, que es la exportación de materia prima en bruto sin valor agregado. Para ser más nefasto, por parte de un hato de inescrupulosos que no genera empleo, que importa por millonarias sumas venenos para contaminar e intoxicar, y que solo se dedica a corromper secretarios de estado y parlamentarios.

Ello representaría un cincuenta por ciento menos de contaminación ambiental, un cincuenta por ciento menos de rutas destruidas, un cincuenta por ciento menos de intoxicados ocupando camas de hospitales de escuálido presupuesto, un cincuenta por ciento menos de corrupción en la administración pública.

Por supuesto que para un empresariado inculto y reaccionario y sus gerentes de una irresponsable clase política rentada, es demasiado pedir.

Irresponsable retraso del impuesto a exportación de la soja

Como el avestruz que esconde la cabeza bajo tierra en negación de la realidad, los congresistas paraguayos dejaron sin quórum el parlamento para evitar debatir un impuesto a la soja
Luis Agüero Wagner
viernes, 29 de abril de 2016, 08:49 h (CET)
Como si fueran adolescentes buscando eludir un examen de la secundaria, los congresistas paraguayos decidieron esta semana abandonar la sesión del Parlamento y postergar una vez más, de manera absolutamente irresponsable, el ineludible impuesto a la exportación de soja.

El recurso no es nuevo, cuando se trata del Congreso de marras, que ya fue mudo testigo de escenas de lo más insólitas en los últimos tiempos. En un caso baste reciente, un congresista bajó la llave de la luz y evitó una votación donde los números estaban en su contra.

En otra circunstancia no muy lejana en el tiempo, un legislador permaneció escondido en la toilette simulando problemas intestinales, para evitar dar su voto por el desafuero de un senador vitalicio y ex presidente, que era a la sazón experto en fraudes financieros y poderoso empresario de la construcción. Previamente, la bancada completa de uno de los dos partidos tradicionales del Paraguay había salvado del desafuero a un ex presidente y senador vitalicio contra quien existían viejas y contundentes pruebas de que además de oficiar de jefe de estado, lideraba el narcotráfico local.

De ninguna manera puede sorprender hoy que estas “honorables” y “altas” autoridades protagonicen tan bochornoso y decadente espectáculo.

La nobleza obliga a reconocer que este tipo de shows no son patrimonio exclusivo del Congreso, dado que tienen una dura competencia entre los exponentes del ejecutivo. Con su reiterada estrategia confusionista, éstos intentan salvar el contaminante y anti-económico negocio de la agricultura anti-orgánica promovida por las transnacionales, dividiendo votos en el senado.

Está más claro que el agua que no se puede exonerar a los privilegiados sojeros transgénicos de tributar, pero aun así el ministro de Hacienda dice que deben pagar todos menos los sojeros. Debe decirse en su beneficio que reconoció ser un incapaz al culpar de todo a la evasión fiscal en la que son campeones sus mismos defendidos.

Todos saben que van a meter la pata con un falaz impuesto a las ganancias, que será inaplicable por la vasta experiencia para eludir este tipo de gravamen por parte de estos grandes evasores. A pesar de ello, se disponen a realizar un acto a todas luces incorrecto con todo el país mirándolos.

Es obvio, y lo reconoce el mismo ministro de Hacienda al reconocer su impotencia para recaudar, que la única forma que estos destructores del ambiente y de rutas e intoxicadores de inocentes paguen algo es gravando las exportaciones, pero he ahí que la cobardía política emerge de la nebulosa como verdadera responsable de la tragedia nacional.

Paralelamente, los victimarios se disfrazan de víctimas y anuncian el infierno para todos si se quedan sin su contaminante negocio. Como si fuera una catástrofe nacional, advierten que la mitad de ellos dejará el rubro.

Por mi parte, me veo en la obligación moral de expresar que sería una excelente noticia que se reduzca a la mitad ese negocio tan perjudicial para el país, que es la exportación de materia prima en bruto sin valor agregado. Para ser más nefasto, por parte de un hato de inescrupulosos que no genera empleo, que importa por millonarias sumas venenos para contaminar e intoxicar, y que solo se dedica a corromper secretarios de estado y parlamentarios.

Ello representaría un cincuenta por ciento menos de contaminación ambiental, un cincuenta por ciento menos de rutas destruidas, un cincuenta por ciento menos de intoxicados ocupando camas de hospitales de escuálido presupuesto, un cincuenta por ciento menos de corrupción en la administración pública.

Por supuesto que para un empresariado inculto y reaccionario y sus gerentes de una irresponsable clase política rentada, es demasiado pedir.

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