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Pascual Falces

Lo sentimos por Obama

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Resulta que “el primer presidente de color” que ocupa la Casablanca en Washington tiene maneras, y, hasta ha dejado de mencionarse ese pequeño detalle tan magnificado años atrás. La gente es una exagerada. Además, lo está haciendo bien, o, para ser justos, no-lo-está-haciendo-mal, según la opinión general más extendida, ya no digamos de la “corresponsal” de ARAGÓN LIBERAL en Los Ángeles (Cal. USA), demócrata hasta las cachas.

Barack Obama ha desorientado a quienes le consideran adversario en Latinoamérica, como afirma Pilar Marrero, pareciendo como si se hubiera quitado la chaqueta, calzado unas botas paramilitares y agitado una bandera con la efigie del Che Guevara. En la reciente Quinta Cumbre de las Américas, también ella afirma, ha actuado con “razón y lógica”, lo que ha puesto a Hugo Chávez en el aprieto de “tener que actuar con cierta lógica basada en la razón”. Mucho más difícil para él que callarse. Sólo este sutil raciocinio, para noquear al contrario, resulta de ovación y petición de oreja.

En este contexto mundial de “no guerra” en que se vive, y de la permanente colecta de billonarios cheques para la Paz, Obama está desempeñando su papel de líder del desarme nuclear y de mano tendida que tanto le distancia del “sheriff” que le precedió en el Despacho oval. Las relaciones de EE.UU. con el resto del mundo se están moviendo. ¿No tienen esa impresión?... y, oteando, oteando, este columnista se ha topado con esta apasionante pregunta: ¿Puede un Imperio cambiar, adaptarse al siempre sorprendente nuevo mundo? La realidad (crisis) es terca, y termina por imponerse. La “no-guerra” o paz impuesta, solo exige más dinero; mucho más dinero. La “pax romana”, impuesta por las legiones del Imperio en todo el mundo entonces conocido, fue un antecedente de no-guerra.

En la reciente Cumbre mencionada, después de escuchar pacientemente la perorata del nicaragüense Daniel Ortega –otro que tal baila-, respondió Obama: "No vengo a discutir el pasado; he venido aquí para pensar juntos en el futuro", al ver como reclamaba al presidente de Estados Unidos cuestiones ocurridas antes del nacimiento de ambos, o de siglos atrás.

Los gobernantes latinoamericanos se han marchado de la Cumbre sin criticar al norteamericano. Algo está cambiando. Cuba puede que ya tenga las puertas abiertas para volver a formar parte de la comunidad internacional si en un gesto diplomático Cuba se abre al mundo. Ya no se trata de bloquear, presionar, o doblegar. Obama se encuentra entre los que buscan el cambio. ¿Apunta maneras? Sólo hay un pero, y es su optimismo. Resulta que “ve atisbos del fin de la crisis”, incluso cree distinguir “una lucecita al final del túnel”, y entre nosotros esto resulta de escalofrío, por familiar. Aquí, no conocemos al Sr. Obama, pero llevamos más de cinco años padeciendo a ZP, y, siendo así, con pleno conocimiento de causa, la España sencilla y honesta, los españoles sin-ceja y apuntados o candidatos al INEM, los que hacen cola en los comedores de Cáritas, o que escarban entre los contenedores del súper, exclaman al unísono: ¡Lo sentimos por Ud. Sr. Obama!

Lo sentimos por Obama

Pascual Falces
Pascual Falces
jueves, 23 de abril de 2009, 05:53 h (CET)
Resulta que “el primer presidente de color” que ocupa la Casablanca en Washington tiene maneras, y, hasta ha dejado de mencionarse ese pequeño detalle tan magnificado años atrás. La gente es una exagerada. Además, lo está haciendo bien, o, para ser justos, no-lo-está-haciendo-mal, según la opinión general más extendida, ya no digamos de la “corresponsal” de ARAGÓN LIBERAL en Los Ángeles (Cal. USA), demócrata hasta las cachas.

Barack Obama ha desorientado a quienes le consideran adversario en Latinoamérica, como afirma Pilar Marrero, pareciendo como si se hubiera quitado la chaqueta, calzado unas botas paramilitares y agitado una bandera con la efigie del Che Guevara. En la reciente Quinta Cumbre de las Américas, también ella afirma, ha actuado con “razón y lógica”, lo que ha puesto a Hugo Chávez en el aprieto de “tener que actuar con cierta lógica basada en la razón”. Mucho más difícil para él que callarse. Sólo este sutil raciocinio, para noquear al contrario, resulta de ovación y petición de oreja.

En este contexto mundial de “no guerra” en que se vive, y de la permanente colecta de billonarios cheques para la Paz, Obama está desempeñando su papel de líder del desarme nuclear y de mano tendida que tanto le distancia del “sheriff” que le precedió en el Despacho oval. Las relaciones de EE.UU. con el resto del mundo se están moviendo. ¿No tienen esa impresión?... y, oteando, oteando, este columnista se ha topado con esta apasionante pregunta: ¿Puede un Imperio cambiar, adaptarse al siempre sorprendente nuevo mundo? La realidad (crisis) es terca, y termina por imponerse. La “no-guerra” o paz impuesta, solo exige más dinero; mucho más dinero. La “pax romana”, impuesta por las legiones del Imperio en todo el mundo entonces conocido, fue un antecedente de no-guerra.

En la reciente Cumbre mencionada, después de escuchar pacientemente la perorata del nicaragüense Daniel Ortega –otro que tal baila-, respondió Obama: "No vengo a discutir el pasado; he venido aquí para pensar juntos en el futuro", al ver como reclamaba al presidente de Estados Unidos cuestiones ocurridas antes del nacimiento de ambos, o de siglos atrás.

Los gobernantes latinoamericanos se han marchado de la Cumbre sin criticar al norteamericano. Algo está cambiando. Cuba puede que ya tenga las puertas abiertas para volver a formar parte de la comunidad internacional si en un gesto diplomático Cuba se abre al mundo. Ya no se trata de bloquear, presionar, o doblegar. Obama se encuentra entre los que buscan el cambio. ¿Apunta maneras? Sólo hay un pero, y es su optimismo. Resulta que “ve atisbos del fin de la crisis”, incluso cree distinguir “una lucecita al final del túnel”, y entre nosotros esto resulta de escalofrío, por familiar. Aquí, no conocemos al Sr. Obama, pero llevamos más de cinco años padeciendo a ZP, y, siendo así, con pleno conocimiento de causa, la España sencilla y honesta, los españoles sin-ceja y apuntados o candidatos al INEM, los que hacen cola en los comedores de Cáritas, o que escarban entre los contenedores del súper, exclaman al unísono: ¡Lo sentimos por Ud. Sr. Obama!

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