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​El patriotismo en segundo término

El lenguaje es un precioso patrimonio que debemos proteger tanto o más que nuestros bienes tangibles
Gabriel Muñoz Cascos
martes, 9 de mayo de 2023, 11:13 h (CET)

Lo que está ocurriendo en la España de los “nuevos tiempos” es para analizar con lupa y preocupación. Hoy me voy a ocupar, una vez más, de nuestro idioma, el español o castellano, para denunciar la falta de patriotismo de quienes tienen la obligación de defenderlo desde sus puestos de periodistas, escritores e informadores en radios, televisiones, periódicos y restantes medios de comunicación. No comprendo cómo pueden sentirse cómodos, alimentando y sosteniendo posiciones que deberían rechazar de plano. Pongamos unos cuantos ejemplos:


Primero. La expresión sí o sí, (que se viene usando mucho antes de la ley de la ministra Montero), es un verdadero disparate que no se debería emplear porque -en nuestra lengua, la palabra sí, acentuada (sin añadidos estúpidos) es suficiente para expresar una indubitada afirmación. Y si aceptáramos esta norma tendríamos que hacer lo mismo con la palabra no. 


Segundo. Al hablar o escribir en español, no se deben hacer concesiones en ningún caso con los nombres de las capitales catalanas o de otras comunidades españolas que tienen su propia lengua; (Gerona nunca puede ser Girona y aún menos pronunciarse ‘Llirona’) ni tampoco inventarse letras que no aparecen escritas pues cuando se escribe o habla en español, (DAZN no se puede pronunciar ‘dazon’ pues falta la O). Lo mismo hay que decir respecto de otros idiomas, porque Londres, en inglés, es London y Nueva York, New York. Y así, hasta agotar el papel. Y, salvo excepciones muy justificadas, se debería evitar el uso de palabras, o frases completas, en otros idiomas, mientras haya la equivalencia en nuestro bello español. No hacerlo así, es dar ventajas a los demás en detrimento de lo nuestro. 


Para terminar, sólo me queda rogar encarecidamente a quienes manejan el lenguaje con habitualidad, que lo defiendan con interés porque es un precioso patrimonio que debemos proteger tanto o más que nuestros bienes tangibles.

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¿Qué supone eso de enfrentarse cada día a los sucesivos retos de la vida? La versión de la respuesta siempre será personal, aunque los matices particulares aparezcan entreverados con las oleadas procedentes de la comunidad. Son tantos los factores implicados, que la rutina atenúa el sofoco de atender a todos ellos; con el inconveniente de prescindir de algunos conocimientos.

 
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