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El lenguaje es un precioso patrimonio que debemos proteger tanto o más que nuestros bienes tangibles

​El patriotismo en segundo término

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Lo que está ocurriendo en la España de los “nuevos tiempos” es para analizar con lupa y preocupación. Hoy me voy a ocupar, una vez más, de nuestro idioma, el español o castellano, para denunciar la falta de patriotismo de quienes tienen la obligación de defenderlo desde sus puestos de periodistas, escritores e informadores en radios, televisiones, periódicos y restantes medios de comunicación. No comprendo cómo pueden sentirse cómodos, alimentando y sosteniendo posiciones que deberían rechazar de plano. Pongamos unos cuantos ejemplos:


Primero. La expresión sí o sí, (que se viene usando mucho antes de la ley de la ministra Montero), es un verdadero disparate que no se debería emplear porque -en nuestra lengua, la palabra sí, acentuada (sin añadidos estúpidos) es suficiente para expresar una indubitada afirmación. Y si aceptáramos esta norma tendríamos que hacer lo mismo con la palabra no. 


Segundo. Al hablar o escribir en español, no se deben hacer concesiones en ningún caso con los nombres de las capitales catalanas o de otras comunidades españolas que tienen su propia lengua; (Gerona nunca puede ser Girona y aún menos pronunciarse ‘Llirona’) ni tampoco inventarse letras que no aparecen escritas pues cuando se escribe o habla en español, (DAZN no se puede pronunciar ‘dazon’ pues falta la O). Lo mismo hay que decir respecto de otros idiomas, porque Londres, en inglés, es London y Nueva York, New York. Y así, hasta agotar el papel. Y, salvo excepciones muy justificadas, se debería evitar el uso de palabras, o frases completas, en otros idiomas, mientras haya la equivalencia en nuestro bello español. No hacerlo así, es dar ventajas a los demás en detrimento de lo nuestro. 


Para terminar, sólo me queda rogar encarecidamente a quienes manejan el lenguaje con habitualidad, que lo defiendan con interés porque es un precioso patrimonio que debemos proteger tanto o más que nuestros bienes tangibles.

​El patriotismo en segundo término

El lenguaje es un precioso patrimonio que debemos proteger tanto o más que nuestros bienes tangibles
Gabriel Muñoz Cascos
martes, 9 de mayo de 2023, 11:13 h (CET)

Lo que está ocurriendo en la España de los “nuevos tiempos” es para analizar con lupa y preocupación. Hoy me voy a ocupar, una vez más, de nuestro idioma, el español o castellano, para denunciar la falta de patriotismo de quienes tienen la obligación de defenderlo desde sus puestos de periodistas, escritores e informadores en radios, televisiones, periódicos y restantes medios de comunicación. No comprendo cómo pueden sentirse cómodos, alimentando y sosteniendo posiciones que deberían rechazar de plano. Pongamos unos cuantos ejemplos:


Primero. La expresión sí o sí, (que se viene usando mucho antes de la ley de la ministra Montero), es un verdadero disparate que no se debería emplear porque -en nuestra lengua, la palabra sí, acentuada (sin añadidos estúpidos) es suficiente para expresar una indubitada afirmación. Y si aceptáramos esta norma tendríamos que hacer lo mismo con la palabra no. 


Segundo. Al hablar o escribir en español, no se deben hacer concesiones en ningún caso con los nombres de las capitales catalanas o de otras comunidades españolas que tienen su propia lengua; (Gerona nunca puede ser Girona y aún menos pronunciarse ‘Llirona’) ni tampoco inventarse letras que no aparecen escritas pues cuando se escribe o habla en español, (DAZN no se puede pronunciar ‘dazon’ pues falta la O). Lo mismo hay que decir respecto de otros idiomas, porque Londres, en inglés, es London y Nueva York, New York. Y así, hasta agotar el papel. Y, salvo excepciones muy justificadas, se debería evitar el uso de palabras, o frases completas, en otros idiomas, mientras haya la equivalencia en nuestro bello español. No hacerlo así, es dar ventajas a los demás en detrimento de lo nuestro. 


Para terminar, sólo me queda rogar encarecidamente a quienes manejan el lenguaje con habitualidad, que lo defiendan con interés porque es un precioso patrimonio que debemos proteger tanto o más que nuestros bienes tangibles.

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