La desinformación inspirada y sufragada por Argelia, que busca perpetuar el conflicto en el Sáhara Occidental marroquí, convirtiendo en perpetuos mendigos de la ayuda humanitaria internacional a los otrora dignos súbditos del príncipe de los creyentes, sufrió un nuevo revés a principios de esta semana.
La alta representante de la Unión Europea de Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Federica Mogherini, desmintió rotundamente las críticas infundadas al modelo político marroquí y aclaró que la UE "apoya el proceso de reformas democráticas en Marruecos, conforme a la nueva Constitución".
En su respuesta a una pregunta del eurodiputado portugués João Ferreira, del grupo de la Izquierda Unitaria Europea, sobre falsas alegaciones respecto a los derechos humanos en Marruecos, Mogherini dijo la "UE está regularmente en contacto con el Consejo Nacional de los Derechos Humanos y sus delegaciones regionales”, por lo cual los esfuerzos por desinformar al respecto son absolutamente inútiles.
Requerida sobre el acuerdo agrícola Marruecos-UE, Mogherini precisó que este acuerdo queda "válido desde el punto de vista del derecho internacional".
En septiembre del año pasado, Marruecos concurrió a las urnas y eligió democráticamente a sus autoridades locales, incluso en las provincias del sur, que hoy son emporios de inversiones y progreso moral y material.
La alta participación ha demostrado que los habitantes de las provincias del sur de Marruecos creen en los motivos que los llevan a votar, y también revela que tienen confianza en sus tribunales electorales. Marruecos ha dado así fe que tiene el potencial, la autoridad moral y la intención de conducir el Sahara hacia la modernidad y la democracia, en tanto su contraparte solo anuncia más dictadura y otras rémoras del pasado.
Precisamente, hace pocas semanas visité esos territorios y puedo dar fe que esta monarquía constitucional ha convertido esas regiones en verdaderos oasis de progreso, paz y prosperidad en el Magreb. Dajla, que era un triste villorrio conocido como Villa Cisneros cuando los españoles la abandonaron en 1975, es hoy una ciudad acogedora y pujante donde no existe la inseguridad y todo el mundo trabaja.
Mientras el Reino de Marruecos ha llevado al desierto su democracia, alienta el pluralismo, permite participación de distintos partidos y posibilita la alternancia en el poder, su contraparte padece una dirigencia momificada y corrupta, que pretende perpetuarse en el poder como si en el Sáhara Occidental marroquí existiera un agujero negro de antimateria que lo exonerara del paso del tiempo.
Saben además, que la democracia echará luz sobre el problema del Sáhara, y ello nunca conviene a los pescadores en río revuelto que sacan partido de la mentira y la confusión.
La suerte para el conflicto del Sahara pues, está echada, todo el mundo lo sabe, y hay muy poco sobre qué deliberar.
Liderar la promoción de los postulados democráticos en el Magreb, automáticamente le da a Marruecos la autoridad necesaria para liderar también el inexorable finiquito del problema en el Sahara que alguna vez fuera español.