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Lo que nos hace humanos - Parte II

En los sueños del hombre mortal surge la libertad de volar sin alas, de cantar más allá de los límites espacio-temporales de lo real
Gabriel Lanswok
martes, 28 de marzo de 2023, 10:26 h (CET)

Ahora bien, es necesario seguir profundizando en este sustrato más profundo de la realidad humana, los sentimientos y la experiencia más allá de la supervivencia de la vida diurna; en la vigilia intentamos sobrevivir a un mundo lleno de conflictos que pudieran detener nuestro paso, sin embargo, en los sueños del hombre mortal, en aquellos momentos de mayor indefensión, surge la libertad de volar sin alas, de cantar más allá de los límites espacio-temporales de lo real. 


La regeneración química que sucede en la noche no explica la necesidad de tener sueños, sería un error decir que la basura mental surge en aquellos momentos, porque al ir más allá descubrimos que el ser humano no usa el lenguaje simbólico, sino que se manifiesta en él y que los sueños no son su única incubadora; existen otros instantes en donde tanto lo universal como lo accidental suceden. Centrémonos por ahora en el aspecto singular de este lenguaje.


Es verídico el afirmar que las imágenes alegóricas que puedan surgir en la mente provienen de aquello que previamente experimentamos o, que en su defecto, sea una mezcla de sensaciones, sentimientos y aspectos del mundo sensorial; aun así, existe un aspecto intuitivo, que surge del asombro, de la necesidad y del deseo, y que tiene su voz en el cuerpo. 


Un pequeño bebé no es consciente aún de lo que hace, pero su cuerpito es una imagen externa de aquello que experimenta; al crecer nuestro cuerpo sigue hablando al tiempo que adquirimos nuevas herramientas, más allá de las palabras, para dialogar con lo sagrado, similar a cuando la mente estacional de Zeus fue abrazada por el río de la memoria, iniciado en los placeres del viento, en una de aquellas pasadas nueve noches cuando surgió la originante diosa de laureles, madre de realidades e historias, de la inspiración su vasta señora. Clío fue en un don del recuerdo engendrada; y aún, al prestar atención a aquellos pasajes, se puede escuchar la belleza de la música de Apolo. Recordemos que fue por ella que el clásico poeta ascendió al espacio y tiempo que fue antes, un mundo pleno de héroes y leyendas… cuyo gran cielo en pétalos brotaba, ahora en un yacer aprisionado bajo el dominio de una novia muerta.


Al intentar argumentar a favor de la ciencia nos hallaremos en una respuesta limitada, circular en donde debamos usar la razón para argumentar a favor de ella misma, con palabras reducidas y confinadas; es así como se anheló dar el salto del mito al logos, intentando desgarrar al hombre de aquello que lo hacía humano, con la intención de aumentar su orgullo dividiendo a lo primitivo de la supuesta modernidad, cuando en realidad tan solo centraron su atención en el tiempo histórico, humano, velando uno que supera cualquier búsqueda de apresarlo, el tiempo mítico manifiesto en los símbolos.


Esto no quiere decir que dejemos de lado a la razón como medio para lograr saberes posibles para la mente, a lo que aludo es a la aceptación de la limitante para expresar con palabras todo lo que nos trasciende; al intentar expresar el significado del amor, del miedo, de la angustia que causa la perdida de un hijo, comprobamos que nuestras experiencias trascienden los marcados límites del idioma cotidiano.

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