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​Y de fondo sonaba Bad Bunny…

En parte, las diarias escaramuzas de lo político atienden a la falta de una sociedad civil organizada
Diego Vadillo López
viernes, 17 de marzo de 2023, 11:50 h (CET)

Ossorio Errejón BadBunny

Ossorio - Errejón - Bad Bunny


Acabábamos un artículo precedente en esta tribuna refiriéndonos al reformismo confortable, de puro parlamentario, que reivindicaba Íñigo Errejón, pero, teniendo en cuenta que eso ya lo viene haciendo el PSOE desde los albores de este constitucional periplo, ¿qué función quedaría a la izquierda a la izquierda del PSOE en esta “función”? Parece ser que la de tirar de la manga de la americana a la izquierda a la que ellos llaman “sistémica” (la cual los ha asimilado en el seno de su propia lógica) para que se esmeren en tener gestos de tenor más social y cívico. Mas en el fondo quienes se han instalado en lo institucional ven nítidamente que no hay más salida en el actual estado de las cosas que la salvación de su propio pasar, enfrascándose en la escaramuza cotidiana del politiqueo y contribuyendo a la alienante atmósfera coparticipadamente conformada, tratando de que todo siga igual, porque todo les va bien así. Y la prueba la hemos tenido en un hecho de actualidad.


En la vorágine de lo noticioso, el cobro de ciertas ayudas para familias numerosas (se entiende que con carestías, las cuales se verían agravadas por la alta natalidad de dichos agregados parentales) que a la postre benefician indiscriminadamente tanto a los depauperados como a los grandes tenedores de rentas, se ha erigido por unas jornadas en motivo de valoración por parte de las distintas voces que conforman la corrala mediática (que, al fin, son habas contadas).


Lo que tal circunstancia alumbra es una falta de sentido común legislativo, de finura y pericia para desarrollar normas de cualesquiera rango. Pareciera como si este modelo de sociedad tan mediática y sobreestimulante no afectara (en lo que respecta a la falta de concentración y de cumplida dedicación a las tareas) solo a los cachorros de la especie, sino a unos adultos que ya no parecen poseer la profesionalidad esperable en los distintos desempeños laborales. Ya tratábamos en otro lado del gusto por el plató o por el canutazo reporteril de los dedicados a la política. Ante lo que quizá cabría desear más que llenaran menos espacios mediáticos de esos en los que se amasan los hechos aupados al rango de noticia una y otra vez sin avanzar en conjeturas sólidamente esclarecedoras, distrayendo a una audiencia que, de repente, es sorprendida con evidencias como esta de la que aquí tratamos.


Más allá de Ossorio, Rodríguez o quien sea, lo que se pone de relieve es que los que acuden a ocupar cargos políticos no son por lo común gentes de lo más desprendidas, sino más bien de lo más aprehensoras de todo lo que cuelgue por el ámbito de lo administrativo, privilegiados oteadores del cual como son merced a su institucional posicionamiento.


Es una pena que el civismo se extinga cual lince ibérico, pero, claro, si la sociedad civil lleva desarticulada tan inducida como delusivamente tanto tiempo como lleva, pues no nos queda otra que seguir transitando nuestras pálidas jornadas, bombardeados con diarias informaciones de todo pelaje mientras de fondo suena una canción de Bad Bunny.

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