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De una manera muy simple podemos determinar que el denominado tercer sector recoge las prestaciones que no pertenecen al sector privado, dirigido a conseguir beneficios económicos para sus propietarios o accionistas, ni tampoco al sector público, en el que están todos los organismos que dependen del Estado. El tercer sector se caracteriza por su independencia con respecto a los anteriores. Ni está vinculado a las empresas privadas ni a las públicas. En el mismo aparecen las ONGs y el voluntariado.
Desde siempre vengo defendiendo la postura de que dichas ONGs son necesarias porque las instituciones públicas no son capaces de atender a aquellas personas que no gozan de los medios básicos que les permitan vivir de una forma aceptable. En mi opinión se trata de un parche nacido ante la incapacidad manifiesta de la sociedad para solucionar sus problemas de una forma institucional.
Los malagueños que pudimos acceder el pasado sábado a los alrededores de la Alcazaba malagueña, petada de turistas españoles y extranjeros, nos encontramos con una muestra del abanico de asociaciones de ayuda humanitaria que desarrollan sus actividades en nuestra ciudad. En sus pequeños stands invitaban a participar en sus actividades como voluntarios o presentaban sus proyectos para aquellos que necesitaran de sus servicios.
Insisto en que sería muy de desear que no fueran necesarios estas ONGs y los voluntarios que las nutren. En una sociedad perteneciente a un país del primer mundo, en pleno siglo XXI, deberían estar establecidos por el sector público los medios adecuados para subvenir las dificultades en que se encuentran los ancianos, niños, enfermos de todo tipo, familias en riesgo de inclusión, victimas de la soledad y adiciones, etc.
Como desgraciadamente no es así, miles de voluntarios de todas las extracciones sociales, edades y situaciones personales, dedican gran parte de su vida al servicio a los demás. Esta es mi buena noticia de hoy: la presencia en nuestras calles de los miembros de la Plataforma del Voluntariado de Málaga, a la que pertenecen más de 180 entidades en las que se encuadran miles de voluntarios.
¡Es tan fácil ser voluntario! Solo tienes que acceder a aquellas asociaciones cuyas actividades se encuadren en el campo de tus conocimientos o aficiones. Una vez iniciado el proceso… todo es recibir mucho a cambio de poco. Puedes dedicarte al refuerzo escolar de niños y mayores, acompañar ancianos, escucha activa, asesoramiento profesional, transmitir tus conocimientos a quien los necesita, recoger y distribuir alimentos, transmitir felicidad a enfermos y personas que sufren soledad, dar acogida a transeúntes, colaborar con el tercer mundo, apoyar a territorios con conflictos bélicos o grandes tragedias.
En una palabra. Compartir lo que tienes o los que eres. El hablar del voluntariado es una buena noticia.
El pasado martes pudimos asistir durante el programa “El hormiguero” de Antena 3 a una experiencia sociológica bastante enriquecedora. En dicho espacio en algunas ocasiones se realizan experiencias con cámara oculta muy interesantes. Normalmente enfrentan a distintas generaciones, solicitándoles opiniones y reacciones ante un tema concreto.
Con pomposo titular casi con letra catástrofe el entonces magistrado Emiliano Rolón, al tiempo de la selección de terna para la Fiscalía General del Estado expresaba en ABC: "La personalidad de quien lidera es determinante". El magistral anuncio hacía presagiar la eventual elección de un ciudadano honorable, integro, fiero con el ilícito y dispuesto a enfrentar el aparato (la rosca para el vulgo tribunalicio).
Es real la identificación entre la filosofía y la religión. Si bien es indiscutible que las cuestiones que tratan ambos saberes son enfocadas de maneras diferentes, existen puntos en común, en relación con las conductas y las actitudes ante la vida y la realidad. La filosofía se fundamenta en la argumentación racional, la lógica y el análisis crítico, en cambio en la religión lo prioritario es la fe o la confianza en la divinidad.
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