A la pregunta ¿De qué escribir y en qué tono? Yo diría que le sigue otra mucho más importante, y es la de ¿con qué objetivo? Me explico: “Supongamos que, literariamente, yo acertara a escribir una magnífica poesía expresando mis ideas sobre el feminismo. Yo sé que según lo que diga no me lo van a publicar en los periódicos. Es más, si la pego en esos vídeos que corren por Internet, seguramente me van a decir cosas feas. Pero, como mi objetivo es atraer el amor de la gente, escribo lo que la masa quiere oír”.
Ocurre lo mismo con el tema de la guerra entre Rusia y Ucrania, con la ley del “solo sí es sí”, con la despenalización del secesionismo, con el aborto, etc. Igual ocurre con el hecho de hablar. Verán:”
Supongamos que se está celebrando una misa y a la hora de los ecos (lo que a cada uno le sugirió la lectura de la Biblia), yo saco el tema de la pederastia en el clero”. ¿Me amarán? Y si estoy en una manifestación de lo que sea y digo lo contrario de lo que dicen todos, ¿me amarán? No. Por eso pienso que tanto al hacer, al hablar como al escribir sobre la verdad, uno está retando al mundo. Uno está diciendo al mundo: “Más amo a la verdad que a mí mismo, que a vosotros, que a la vida misma”. Por eso muchos científicos, filósofos e investigadores murieron a manos de aquellos a los que iba dirigida la verdad. Eso sí, hoy reconocemos su mérito y les hacemos homenajes… Por eso pienso que no hay mejor deseo para este nuevo año que, por encima de todo y a pesar de todo, amar la verdad antes que a la amistad. Feliz Año Nuevo.
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