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Opinión
Etiquetas | Guión | Paraguay | Dictador | CIA
Valga mencionar este enredo recordando las pundonorosas escenas de aquellos tiempos en que, como se dice siempre, la realidad superaba la ficción

Pundonoroso guión teatral

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A mediados de Octubre de 1998, una reducida comitiva de funcionarios y judiciales ingresaron a una clínica londinense para arrestar a un octogenario convaleciente de una cirugía allí internado. Cuando notificaron que el enfermo estaba bajo arresto, un guardaespaldas intentó reaccionar, pero un inspector de Scotland Yard lo desarmó en una fracción de segundo y sus subordinados lo inmovilizaron.


Aún no había pasado un mes desde que el general Augusto Pinochet llegara a la capital británica de Londres para someterse a una operación por una hernia lumbar, cuando se vivió la peculiar escena en la “London Clinic” de esa ciudad. El operativo obedecía a un pedido de extradición proveniente de España.


Este incidente hizo que la estadía de Pinochet se prolongue casi durante dos años, en medio de un clima de incertidumbre y disturbios.


Hace unos días, el autor de la obra "Pundonoroso. El juicio a Stroessner", dramaturgo francés Pablo Daniel Magee, disertó en el curso de posgrado de historia nacional, CIAERE, ante un auditorio compuesto por altos oficiales del Ejército paraguayo. Lo hizo acompañado por Martín Almada, conocido por su hallazgo de unos setecientos mil documentos que comprometen a las dictaduras en hechos de persecución, tortura y muerte en los años de la represión.


El mismo Almada había sido perseguido por una Tesis que presentó en la Universidad de la Plata, relacionada con los perjuicios que la dependencia ocasionaba a la educación en los países como Paraguay. Para él fue una oportunidad histórica de narrar estas historias ante jefes militares paraguayos la semana pasada.


El francés Magee también es autor de un exitoso libro sobre la Operación Cóndor, prologado por el célebre cineasta Costa Gavras, aún no traducido al español, pero que ya fue presentado con gran éxito en París. Según el autor, la similitud de los relatos de su abuela que luchó en la resistencia francesa con las narraciones relacionadas al plan Cóndor, le llevaron a interesarse por el caso del docente paraguayo Martín Almada, exiliado y perseguido por las dictaduras sudamericanas.


El escritor francés se explayó sobre casos que atañen a Paraguay y que se realizaron en el marco de la Operación Cóndor, como el asesinato en Washington del ex canciller chileno Orlando Letelier. De acuerdo a su visión, el atentado contra Letelier en 1976 marcó un punto de inflexión en el relacionamiento entre Estados Unidos y los dictadores sudamericanos.


Benjamin Franklin había objetado al águila como símbolo de Estados Unidos por ser un ave de rapiña “de pésimo comportamiento moral”, aunque Magee señala que volaba a pleno sol, en tanto el Cóndor sudamericano se ocultaba entre negras nubes.


El asesinato de Orlando Letelier involucró indirectamente a Paraguay, tal como luego testimonió ante el Departamento de estado el embajador estadounidense en Asunción de entonces, George Landau. Su testimonio data de 1991 y fue publicado en varios medios como un caso insólito en la historia diplomática norteamericana.


En sus declaraciones, además de testimoniar acerca de la conocida ayuda prestada por el cuñado de Aldo Zucolillo, Conrado Pappalardo, al operativo ordenado por Pinochet para asesinar en Washington a Orlando Letelier, narra otros episodios desopilantes que solo pudieron suceder en una pundonorosa obra teatral paraguaya.


Landau relata el contexto de cómo conoció a Pappalardo, a quien describe como “inusualmente influyente” en el entorno de Stroessner.


Su primer encuentro, narra el ex embajador, se dio través del caso del arresto de "Gato" Chase, (el antropólogo Miguel Chase Sardi) quien era un connotado informante a sueldo de la CIA y la embajada norteamericana y al mismo tiempo favorito de los jerarcas del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS). Chase (camarada Gallardo) era constantemente convocado a La Habana y Moscú para departir con los más importantes líderes del bloque comunista y recibir aportes para la lucha paraguaya.


Al mismo tiempo, recibía dinero de la embajada norteamericana por sus informes acerca del Partido Comunista de Paraguay. Sin saber que se trataba del informante de los norteamericanos sobre las actividades comunistas, la policía política de Stroessner lo había detenido y sometido a apremios físicos.


Landau recuerda que realizó gestiones para que el informante sea liberado, pero costaba convencer a Stroessner que un comunista trabajaba para la CIA, al punto que recriminó a Landau por el mal criterio para elegir sus espías. Landau le dijo que Chase (cuyo nombre el ex embajador no cita porque dice no recordar) estaba conectado a la Inter American Foundation, pero no logró impresionar a Stroessner.


El dictador expresó su sorpresa por el hecho de que la liberación de un “peligroso comunista” sea reclamada alegando que colaboraba con la CIA, y si fuera el caso, demostraba el poco sentido común de la Agencia de Inteligencia de Estados Unidos para seleccionar colaboradores.


Hizo falta que intervenga Dick (Vernon Walters) para convencer al dictador, y ello se logró a través de Conrado Pappalardo, a quien el ex diplomático califica como "especialmente influyente", al punto que Walters podía entrar y salir de Paraguay sin que nadie lo sepa gracias a él.


Vernon Walters había sido traductor de español de Harry Truman, en los años cincuenta, por lo que tenía muy buenas relaciones con los aliados del imperio norteamericano en Latinoamérica como Stroessner. El capítulo que siguió, un mes después, fue mucho más sombrío.


Pasado ese lapso, Pappalardo solicitó a Landau visas para dos pasaportes paraguayos falsos, a ser utilizados dos chilenos, con la coartada que viajarían a realizar una investigación secreta de CODELCO (empresa del cobre chilena, la mas grande del mundo), por orden del dictador chileno. En realidad, los mismos hombres para quienes Pappalardo solicitó pasaportes viajarían a Estados Unidos para asesinar a Orlando Letelier, en cumplimiento de una orden del dictador Pinochet.


Hace pocos años, la CIA pudo lavarse las manos afirmando que la orden de asesinar al ex canciller chileno vino directamente del dictador que derrocó a Allende.


Valga mencionar este enredo recordando las pundonorosas escenas de aquellos tiempos en que,  como se dice siempre, la realidad superaba la ficción. LAW

Pundonoroso guión teatral

Valga mencionar este enredo recordando las pundonorosas escenas de aquellos tiempos en que, como se dice siempre, la realidad superaba la ficción
Luis Agüero Wagner
lunes, 26 de diciembre de 2022, 10:06 h (CET)

A mediados de Octubre de 1998, una reducida comitiva de funcionarios y judiciales ingresaron a una clínica londinense para arrestar a un octogenario convaleciente de una cirugía allí internado. Cuando notificaron que el enfermo estaba bajo arresto, un guardaespaldas intentó reaccionar, pero un inspector de Scotland Yard lo desarmó en una fracción de segundo y sus subordinados lo inmovilizaron.


Aún no había pasado un mes desde que el general Augusto Pinochet llegara a la capital británica de Londres para someterse a una operación por una hernia lumbar, cuando se vivió la peculiar escena en la “London Clinic” de esa ciudad. El operativo obedecía a un pedido de extradición proveniente de España.


Este incidente hizo que la estadía de Pinochet se prolongue casi durante dos años, en medio de un clima de incertidumbre y disturbios.


Hace unos días, el autor de la obra "Pundonoroso. El juicio a Stroessner", dramaturgo francés Pablo Daniel Magee, disertó en el curso de posgrado de historia nacional, CIAERE, ante un auditorio compuesto por altos oficiales del Ejército paraguayo. Lo hizo acompañado por Martín Almada, conocido por su hallazgo de unos setecientos mil documentos que comprometen a las dictaduras en hechos de persecución, tortura y muerte en los años de la represión.


El mismo Almada había sido perseguido por una Tesis que presentó en la Universidad de la Plata, relacionada con los perjuicios que la dependencia ocasionaba a la educación en los países como Paraguay. Para él fue una oportunidad histórica de narrar estas historias ante jefes militares paraguayos la semana pasada.


El francés Magee también es autor de un exitoso libro sobre la Operación Cóndor, prologado por el célebre cineasta Costa Gavras, aún no traducido al español, pero que ya fue presentado con gran éxito en París. Según el autor, la similitud de los relatos de su abuela que luchó en la resistencia francesa con las narraciones relacionadas al plan Cóndor, le llevaron a interesarse por el caso del docente paraguayo Martín Almada, exiliado y perseguido por las dictaduras sudamericanas.


El escritor francés se explayó sobre casos que atañen a Paraguay y que se realizaron en el marco de la Operación Cóndor, como el asesinato en Washington del ex canciller chileno Orlando Letelier. De acuerdo a su visión, el atentado contra Letelier en 1976 marcó un punto de inflexión en el relacionamiento entre Estados Unidos y los dictadores sudamericanos.


Benjamin Franklin había objetado al águila como símbolo de Estados Unidos por ser un ave de rapiña “de pésimo comportamiento moral”, aunque Magee señala que volaba a pleno sol, en tanto el Cóndor sudamericano se ocultaba entre negras nubes.


El asesinato de Orlando Letelier involucró indirectamente a Paraguay, tal como luego testimonió ante el Departamento de estado el embajador estadounidense en Asunción de entonces, George Landau. Su testimonio data de 1991 y fue publicado en varios medios como un caso insólito en la historia diplomática norteamericana.


En sus declaraciones, además de testimoniar acerca de la conocida ayuda prestada por el cuñado de Aldo Zucolillo, Conrado Pappalardo, al operativo ordenado por Pinochet para asesinar en Washington a Orlando Letelier, narra otros episodios desopilantes que solo pudieron suceder en una pundonorosa obra teatral paraguaya.


Landau relata el contexto de cómo conoció a Pappalardo, a quien describe como “inusualmente influyente” en el entorno de Stroessner.


Su primer encuentro, narra el ex embajador, se dio través del caso del arresto de "Gato" Chase, (el antropólogo Miguel Chase Sardi) quien era un connotado informante a sueldo de la CIA y la embajada norteamericana y al mismo tiempo favorito de los jerarcas del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS). Chase (camarada Gallardo) era constantemente convocado a La Habana y Moscú para departir con los más importantes líderes del bloque comunista y recibir aportes para la lucha paraguaya.


Al mismo tiempo, recibía dinero de la embajada norteamericana por sus informes acerca del Partido Comunista de Paraguay. Sin saber que se trataba del informante de los norteamericanos sobre las actividades comunistas, la policía política de Stroessner lo había detenido y sometido a apremios físicos.


Landau recuerda que realizó gestiones para que el informante sea liberado, pero costaba convencer a Stroessner que un comunista trabajaba para la CIA, al punto que recriminó a Landau por el mal criterio para elegir sus espías. Landau le dijo que Chase (cuyo nombre el ex embajador no cita porque dice no recordar) estaba conectado a la Inter American Foundation, pero no logró impresionar a Stroessner.


El dictador expresó su sorpresa por el hecho de que la liberación de un “peligroso comunista” sea reclamada alegando que colaboraba con la CIA, y si fuera el caso, demostraba el poco sentido común de la Agencia de Inteligencia de Estados Unidos para seleccionar colaboradores.


Hizo falta que intervenga Dick (Vernon Walters) para convencer al dictador, y ello se logró a través de Conrado Pappalardo, a quien el ex diplomático califica como "especialmente influyente", al punto que Walters podía entrar y salir de Paraguay sin que nadie lo sepa gracias a él.


Vernon Walters había sido traductor de español de Harry Truman, en los años cincuenta, por lo que tenía muy buenas relaciones con los aliados del imperio norteamericano en Latinoamérica como Stroessner. El capítulo que siguió, un mes después, fue mucho más sombrío.


Pasado ese lapso, Pappalardo solicitó a Landau visas para dos pasaportes paraguayos falsos, a ser utilizados dos chilenos, con la coartada que viajarían a realizar una investigación secreta de CODELCO (empresa del cobre chilena, la mas grande del mundo), por orden del dictador chileno. En realidad, los mismos hombres para quienes Pappalardo solicitó pasaportes viajarían a Estados Unidos para asesinar a Orlando Letelier, en cumplimiento de una orden del dictador Pinochet.


Hace pocos años, la CIA pudo lavarse las manos afirmando que la orden de asesinar al ex canciller chileno vino directamente del dictador que derrocó a Allende.


Valga mencionar este enredo recordando las pundonorosas escenas de aquellos tiempos en que,  como se dice siempre, la realidad superaba la ficción. LAW

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