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Etiquetas | Poesía | Poema | Jesús | Nacimiento
Poema

Jesús de Nazaret

|

Ayúdame, mi Señor,

en la anhelante porfía

de recordar Tu Nacencia

que maravilló a la ciencia

y al mundo trajo alegría.


En el reinado de Herodes,

(que por leído colijo)

ocurrió algo especial:

nuestro Padre Celestial

nos enviaba a Su Hijo.


Hecho que se conocía,

casi ocho siglos atrás

pues Isaías el Profeta

gran orador y poeta

lo reveló a los demás.


Para que estuvieran todos,

pendientes de esa visita

dado que el Rey del Amor

enviaría a un Salvador

a nuestra Tierra bendita.


Con la exclusiva intención,

de abrirnos Su corazón

para que toda criatura

recibiera el Agua Pura

signo de la Salvación.


De aquel Celestial evento

nos llegan a la memoria,

que unos humildes pastores

rindieron vidas y honores

al más Grande de la Historia.


Que nació como es sabido,

en un humilde portal

entre una mula y un buey

a pesar de ser el Rey

Salvífico e Inmortal.


Y tras marcar el Camino,

de nuestro quehacer diario,

glorioso al Cielo ascendió

y al mismo tiempo quedó,

¡para siempre en el Sagrario!

Jesús de Nazaret

Poema
Gabriel Muñoz Cascos
viernes, 23 de diciembre de 2022, 12:22 h (CET)

Ayúdame, mi Señor,

en la anhelante porfía

de recordar Tu Nacencia

que maravilló a la ciencia

y al mundo trajo alegría.


En el reinado de Herodes,

(que por leído colijo)

ocurrió algo especial:

nuestro Padre Celestial

nos enviaba a Su Hijo.


Hecho que se conocía,

casi ocho siglos atrás

pues Isaías el Profeta

gran orador y poeta

lo reveló a los demás.


Para que estuvieran todos,

pendientes de esa visita

dado que el Rey del Amor

enviaría a un Salvador

a nuestra Tierra bendita.


Con la exclusiva intención,

de abrirnos Su corazón

para que toda criatura

recibiera el Agua Pura

signo de la Salvación.


De aquel Celestial evento

nos llegan a la memoria,

que unos humildes pastores

rindieron vidas y honores

al más Grande de la Historia.


Que nació como es sabido,

en un humilde portal

entre una mula y un buey

a pesar de ser el Rey

Salvífico e Inmortal.


Y tras marcar el Camino,

de nuestro quehacer diario,

glorioso al Cielo ascendió

y al mismo tiempo quedó,

¡para siempre en el Sagrario!

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