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“El hipócrita inventa un rumor, el chismoso lo difunde y el idiota lo acepta sin oponer resistencia” Desconocido

La prensa, los mentideros políticos y las TV, dirigen el desconcierto nacional

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Los señores de Podemos se puede decir que fueron hijos de las TV, especialmente de la TV4 y la TV6, donde unos periodistas amigos de la progresía imperante en los círculos culturales de la izquierda, entre ellos el señor Jesús Cintora mientras estuvo en la TV4, pensaron que era un remedio eficaz en contra el partido de derechas, actualmente en el gobierno, no se sabe hasta cuando, en el poder. Es obvio que, cuando se trata de captar audiencia, hasta los propietarios más millonarios de las cadenas televisivas, veamos el caso del señor Berlusconi, no tienen inconveniente en buscar a aquellos, sean del ideario que sean, capaces de conseguir reunir el mayor número de espectadores ante las pantallas de sus televisiones. Claro que, en muchos casos, no saben, no pueden o no quieren, valorar el daño que pueden llegar a hacer en una nación, dando patente de corso a determinados personajes, muy peligrosos, desde el momento en que se les proporciona una atalaya desde la que transmitir sus doctrinas, en muchas ocasiones trufadas de pensamientos demagógicos y promesas irrealizables, con los que son capaces de atraer a un público, generalmente, poco informado, ignorante y predispuesto a tragarse toda la basura que se les ofrece.

No sabemos si por miedo, por incapacidad de hacerlo o por no atinar con el procedimiento adecuado para combatirlo, lo cierto es que el PP del señor Rajoy, con todos los pronunciamientos a su favor, con mayorías absolutas en ambas cámaras y con cuatro años por delante para darle a España una buena sacudida, limpiarla de alimañas indeseables y devolverla a la situación que se encontraba, tanto en cuanto a las leyes que regían como a la recuperación de los valores, la ética y la moral que existían en esta nación con anterioridad a la infumable etapa en la que, los sucesivos gobiernos socialistas, del señor Rodríguez Zapatero, consiguieron hacerla irreconocible con sus políticas basadas en la destrucción de cuanto se había conseguido en la época del señor Aznar en todos los aspectos de la vida española. Ministras feministas, como la Bibiana Aído o la Leire Pajín, tuvieron el apoyo de su gobierno y de los partidos de izquierdas para impulsar leyes que, como la del aborto, se cargaron de un plumazo el respeto por la vida de los fetos e iniciaron la campaña, basada en la discriminación positiva, por la que a las mujeres, además de igualarlas en derechos a los hombres se les concedía un plus, una ventaja por el mero hecho de serlo, en cuanto se trataba de competir por un determinado puesto de trabajo.

Nada de todo esto, ni de las prerrogativas que se le atribuyó y se le viene atribuyendo a la homosexualidad convertida, en virtud de las nuevas leyes que la protegen, en una fuente de privilegios y salvaguardas para estos grupos, que han aprendido a valerse de ellos para hacerse las víctimas aún cuando, en muchas ocasiones, no tienen inconveniente en organizar manifestaciones en las que, desnudos, procaces y desvergonzados hacen apología de su condición sexual y burla de la del resto de ciudadanos, que siguen fieles a los mandatos de la naturaleza conservando su heterosexualidad. Se ha llegado a permitir que estas parejas de hombres o mujeres adquieran la condición de familias, hasta el punto de que se les ha permitido adoptar o inseminarse artificialmente sin tener en cuenta el hecho de que, criarse en un tipo de familia homosexual o lesbiana, puede ser una forma de desviar el natural instinto de los niños hacia la heterosexualidad, a otras formas sexuales que, se las puede calificar como se quiera, pero que es evidente que la naturaleza no las tiene previstas para la procreación de la especie humana, aunque, como ocurre con ciertas especies de bestias, en las que el procrear es un privilegio sólo para el más fuerte, el resto de machos acudan a prácticas homosexuales como una manera de satisfacer sus instintos primarios.

Lo cierto es que, entre la incapacidad y cobardía de un PP, que ha preferido esperar a que los temas se solucionaran por sí solos, algo que no ha ocurrido, y la fuerza de una prensa, firmemente asentada en los medios de comunicación españoles, incluidas las TV, en manos de periodistas y productores que no se han molestado en ocultar sus tendencias de izquierdas, sus apoyos declarados a los opositores de las derechas y, en todo momento, prestos a iniciar campañas de desprestigio, crítica y descalificación hacia el gobierno del PP que, todo hay que decirlo, no ha sabido hacer otra cosa, tomar otra iniciativa y dejar claro quién era el que ostentaba el poder, limitándose a ponerse a la defensiva incluso, señores, en el sangriento caso del separatismo vasco y catalán, especialmente este último, consintiendo que el gobierno de la Generalitat haya sido quien, en todo momento, haya llevado la iniciativa de su proceso encaminado a conseguir la independencia de Cataluña de España; y, por otra parte, la evidente agresividad, falta de complejos y desenfado de los separatistas y nacionalistas catalanes hayan ido quemando etapas, cada vez con mayores exigencias y falta de respeto por la legislación española, hasta que esta acción coordinada de separatismo e izquierdas catalanas acabó cuajando en la vergonzosa declaración del Parlament Catalá, en la que quedaba clara su intención de iniciar un proceso constituyente, comprometiéndose a no hacer caso alguno de las leyes españolas y de las propias resoluciones del TC.

Así y todo la reacción de nuestro ejecutivo fue blanda, retardada y, evidentemente, insuficiente, marcada, como ha venido sucediendo a través de toda la finalizada legislatura, por es política de excesiva tolerancia con aquellos que vienen demostrando, sin ambages, que su intención es la de incurrir en sedición a la menor oportunidad que se les presente. Fruto de esta política, dirigida por el señor Rajoy, ha sido esta actual división del voto de los españoles. Muchos de ellos disgustados por sentirse engañados por el PP al comprobar que muchas de las leyes que se tenían que suprimir ( la de la Memoria Histórica) o modificar profundamente ( la del Aborto) han quedado tal y como estaban como fruto de esta manía, postura de suma tolerancia y miedo a sufrir las críticas de la izquierda que, por su parte, si hubiera dispuesto de la mayoría absoluta, es evidente que no hubiera dejado títere con cabeza y España, en estos momentos, ya hubiera pasado a formar parte de la lista de países tercermundistas que están apurando su pobreza en las naciones Suramericanas, sometidas a tales regímenes totalitarios.

Ha sido al miedo a las reacciones de la prensa y las TV, el temor al ¿qué dirán? los tertulianos que se reparten los espacios políticos de todos los medios, especialmente las radios y TV o la sempiterna aprensión, una cosa muy propia de don Mariano, a equivocarse al tomar una decisión valiente, como hubiera sido acabar de un plumazo con los intentos catalanes de desafiar el Estado de Derecho.

Lo cierto es que ha sido, precisamente, esta postura pazguata, este empeño en dejar que el tiempo pase sin tomar una decisión para cortar de cuajo el evidente progreso de pensamiento nacionalista, finalmente convertido en separatista, dentro de Cataluña, el que ha llevado a la actual situación en la que, por extraño que pueda parecer, se da la circunstancia de que parece que el único que verdaderamente estorba en el panorama político español es don Mariano Rajoy. Nadie le reconoce sus éxitos en sacar a España de la situación de pre–quiebra en la que la dejaron los socialistas. Nadie ha tomado en cuenta el hecho de haber conseguido que las naciones de nuestro entorno hayan vuelto a recobrar la confianza en la solidez de nuestro país, recuperando sus inversiones en España o en la evidencia de que nuestra economía está reflotando y creciendo mucho más que en el resto de Europa y el desempleo parece que ya empieza a bajar, a medida que los empresarios van necesitando cubrir nuevos puestos de trabajo.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, contemplamos una situación que, vayamos o no a unos nuevos comicios, para intentar ( algo sumamente difícil) cambiar el actual contexto político que imposibilita la formación de un gobierno estable; lo cierto es que no hay ninguna garantía de que, con la correlación de fuerzas que ha salido de las votaciones del 20D o la que pudiera resultar de unas nuevas elecciones, se consigan los acuerdos necesarios para que, el nuevo gobierno que salga del consenso, sea capaz de enfrentar con eficacia a los desafíos que tenemos pendientes de superar para que, nuestra nación, consiga salir airosa de todos ellos. No es un juego, nos jugamos el bienestar y la convivencia pacífica de todos los españoles.

La prensa, los mentideros políticos y las TV, dirigen el desconcierto nacional

“El hipócrita inventa un rumor, el chismoso lo difunde y el idiota lo acepta sin oponer resistencia” Desconocido
Miguel Massanet
martes, 23 de febrero de 2016, 09:06 h (CET)
Los señores de Podemos se puede decir que fueron hijos de las TV, especialmente de la TV4 y la TV6, donde unos periodistas amigos de la progresía imperante en los círculos culturales de la izquierda, entre ellos el señor Jesús Cintora mientras estuvo en la TV4, pensaron que era un remedio eficaz en contra el partido de derechas, actualmente en el gobierno, no se sabe hasta cuando, en el poder. Es obvio que, cuando se trata de captar audiencia, hasta los propietarios más millonarios de las cadenas televisivas, veamos el caso del señor Berlusconi, no tienen inconveniente en buscar a aquellos, sean del ideario que sean, capaces de conseguir reunir el mayor número de espectadores ante las pantallas de sus televisiones. Claro que, en muchos casos, no saben, no pueden o no quieren, valorar el daño que pueden llegar a hacer en una nación, dando patente de corso a determinados personajes, muy peligrosos, desde el momento en que se les proporciona una atalaya desde la que transmitir sus doctrinas, en muchas ocasiones trufadas de pensamientos demagógicos y promesas irrealizables, con los que son capaces de atraer a un público, generalmente, poco informado, ignorante y predispuesto a tragarse toda la basura que se les ofrece.

No sabemos si por miedo, por incapacidad de hacerlo o por no atinar con el procedimiento adecuado para combatirlo, lo cierto es que el PP del señor Rajoy, con todos los pronunciamientos a su favor, con mayorías absolutas en ambas cámaras y con cuatro años por delante para darle a España una buena sacudida, limpiarla de alimañas indeseables y devolverla a la situación que se encontraba, tanto en cuanto a las leyes que regían como a la recuperación de los valores, la ética y la moral que existían en esta nación con anterioridad a la infumable etapa en la que, los sucesivos gobiernos socialistas, del señor Rodríguez Zapatero, consiguieron hacerla irreconocible con sus políticas basadas en la destrucción de cuanto se había conseguido en la época del señor Aznar en todos los aspectos de la vida española. Ministras feministas, como la Bibiana Aído o la Leire Pajín, tuvieron el apoyo de su gobierno y de los partidos de izquierdas para impulsar leyes que, como la del aborto, se cargaron de un plumazo el respeto por la vida de los fetos e iniciaron la campaña, basada en la discriminación positiva, por la que a las mujeres, además de igualarlas en derechos a los hombres se les concedía un plus, una ventaja por el mero hecho de serlo, en cuanto se trataba de competir por un determinado puesto de trabajo.

Nada de todo esto, ni de las prerrogativas que se le atribuyó y se le viene atribuyendo a la homosexualidad convertida, en virtud de las nuevas leyes que la protegen, en una fuente de privilegios y salvaguardas para estos grupos, que han aprendido a valerse de ellos para hacerse las víctimas aún cuando, en muchas ocasiones, no tienen inconveniente en organizar manifestaciones en las que, desnudos, procaces y desvergonzados hacen apología de su condición sexual y burla de la del resto de ciudadanos, que siguen fieles a los mandatos de la naturaleza conservando su heterosexualidad. Se ha llegado a permitir que estas parejas de hombres o mujeres adquieran la condición de familias, hasta el punto de que se les ha permitido adoptar o inseminarse artificialmente sin tener en cuenta el hecho de que, criarse en un tipo de familia homosexual o lesbiana, puede ser una forma de desviar el natural instinto de los niños hacia la heterosexualidad, a otras formas sexuales que, se las puede calificar como se quiera, pero que es evidente que la naturaleza no las tiene previstas para la procreación de la especie humana, aunque, como ocurre con ciertas especies de bestias, en las que el procrear es un privilegio sólo para el más fuerte, el resto de machos acudan a prácticas homosexuales como una manera de satisfacer sus instintos primarios.

Lo cierto es que, entre la incapacidad y cobardía de un PP, que ha preferido esperar a que los temas se solucionaran por sí solos, algo que no ha ocurrido, y la fuerza de una prensa, firmemente asentada en los medios de comunicación españoles, incluidas las TV, en manos de periodistas y productores que no se han molestado en ocultar sus tendencias de izquierdas, sus apoyos declarados a los opositores de las derechas y, en todo momento, prestos a iniciar campañas de desprestigio, crítica y descalificación hacia el gobierno del PP que, todo hay que decirlo, no ha sabido hacer otra cosa, tomar otra iniciativa y dejar claro quién era el que ostentaba el poder, limitándose a ponerse a la defensiva incluso, señores, en el sangriento caso del separatismo vasco y catalán, especialmente este último, consintiendo que el gobierno de la Generalitat haya sido quien, en todo momento, haya llevado la iniciativa de su proceso encaminado a conseguir la independencia de Cataluña de España; y, por otra parte, la evidente agresividad, falta de complejos y desenfado de los separatistas y nacionalistas catalanes hayan ido quemando etapas, cada vez con mayores exigencias y falta de respeto por la legislación española, hasta que esta acción coordinada de separatismo e izquierdas catalanas acabó cuajando en la vergonzosa declaración del Parlament Catalá, en la que quedaba clara su intención de iniciar un proceso constituyente, comprometiéndose a no hacer caso alguno de las leyes españolas y de las propias resoluciones del TC.

Así y todo la reacción de nuestro ejecutivo fue blanda, retardada y, evidentemente, insuficiente, marcada, como ha venido sucediendo a través de toda la finalizada legislatura, por es política de excesiva tolerancia con aquellos que vienen demostrando, sin ambages, que su intención es la de incurrir en sedición a la menor oportunidad que se les presente. Fruto de esta política, dirigida por el señor Rajoy, ha sido esta actual división del voto de los españoles. Muchos de ellos disgustados por sentirse engañados por el PP al comprobar que muchas de las leyes que se tenían que suprimir ( la de la Memoria Histórica) o modificar profundamente ( la del Aborto) han quedado tal y como estaban como fruto de esta manía, postura de suma tolerancia y miedo a sufrir las críticas de la izquierda que, por su parte, si hubiera dispuesto de la mayoría absoluta, es evidente que no hubiera dejado títere con cabeza y España, en estos momentos, ya hubiera pasado a formar parte de la lista de países tercermundistas que están apurando su pobreza en las naciones Suramericanas, sometidas a tales regímenes totalitarios.

Ha sido al miedo a las reacciones de la prensa y las TV, el temor al ¿qué dirán? los tertulianos que se reparten los espacios políticos de todos los medios, especialmente las radios y TV o la sempiterna aprensión, una cosa muy propia de don Mariano, a equivocarse al tomar una decisión valiente, como hubiera sido acabar de un plumazo con los intentos catalanes de desafiar el Estado de Derecho.

Lo cierto es que ha sido, precisamente, esta postura pazguata, este empeño en dejar que el tiempo pase sin tomar una decisión para cortar de cuajo el evidente progreso de pensamiento nacionalista, finalmente convertido en separatista, dentro de Cataluña, el que ha llevado a la actual situación en la que, por extraño que pueda parecer, se da la circunstancia de que parece que el único que verdaderamente estorba en el panorama político español es don Mariano Rajoy. Nadie le reconoce sus éxitos en sacar a España de la situación de pre–quiebra en la que la dejaron los socialistas. Nadie ha tomado en cuenta el hecho de haber conseguido que las naciones de nuestro entorno hayan vuelto a recobrar la confianza en la solidez de nuestro país, recuperando sus inversiones en España o en la evidencia de que nuestra economía está reflotando y creciendo mucho más que en el resto de Europa y el desempleo parece que ya empieza a bajar, a medida que los empresarios van necesitando cubrir nuevos puestos de trabajo.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, contemplamos una situación que, vayamos o no a unos nuevos comicios, para intentar ( algo sumamente difícil) cambiar el actual contexto político que imposibilita la formación de un gobierno estable; lo cierto es que no hay ninguna garantía de que, con la correlación de fuerzas que ha salido de las votaciones del 20D o la que pudiera resultar de unas nuevas elecciones, se consigan los acuerdos necesarios para que, el nuevo gobierno que salga del consenso, sea capaz de enfrentar con eficacia a los desafíos que tenemos pendientes de superar para que, nuestra nación, consiga salir airosa de todos ellos. No es un juego, nos jugamos el bienestar y la convivencia pacífica de todos los españoles.

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