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Entendida la política como el mejor gobierno de las masas geográficamente localizadas, al objeto de mejorarlas material y espiritualmente, utilizando la racionalidad como soporte, resulta que ha quedado reconducida al plano especulativo, cuando es una cuestión fundamental llevada en armonía con la naturaleza humana.
No somos los humanos tan diversos como pueda parecer, sino mucho más iguales de lo que suponemos. De hecho, nos mueven las mismas pasiones o emociones, tal vez con matices en cuanto al peso de cada una de ellas en nuestros actos y decisiones, pero siendo, al fin y al cabo, pasiones idénticas.
No por mucho hablar se aclaran antes las cosas, quedan como antes o emponzoñamos la situación, son los gajes de dichos parlamentos. Si se dispone uno a pensar, las proyecciones se multiplican, no se atisban limitaciones a las excursiones mentales. Los conceptos abstractos (belleza, mal, bien, excelencia, arte, sentido de la vida, bien común) presentan la característica de no poder precisar su definición.
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