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Cada ciudadano sueña con una España mejor

La mayoría pensando en el gigante de la corrupción sin freno
Manuel Senra
sábado, 6 de febrero de 2016, 01:35 h (CET)
Según previsiones, a la vista de lo que claramente refleja la geografía política de este país, a los políticos españoles, por libre decisión de los ciudadanos, no les queda otro vía que la de olvidarse del bipartidismo; algo así como que nadie debe extrañarse del seguro cambio de escenario político, tras el reparto de escaños; ya hace tiempo que en otros estados de la Unión Europea se viene poniendo en práctica, con espíritu de gobierno. Y aunque pese a que España ha madurado mucho en este campo, en la memoria reciente tenemos las elecciones municipales y comunitarias (aunque anden todavía algunas tocando la misma canción, sin llegar a entenderse). Dado que la dictadura de hace ya 40 años feneció, afortunadamente, sin resurrección posible, los ciudadanos de a pie somos más libres y vivimos más politizados que nunca. Y aunque la voz de los novísimos parece haber conectado más o menos bien con el pueblo, lo que augura no pocas posibilidades para gobernar, andan posiblemente algo faltos de conocimiento del fondo y de las formas. Aunque tienen suficientes agallas para levantar este pueblo, y muchas posibilidades de cambiar la faz de esta España todavía corrupta y atrasada. A decir verdad, debería por lo menos de darles vergüenza ver cómo han dejado el país. Pues la corrupción se ha instalado hasta tal punto en esta tierra, que lo tienen difícil los osados gobernantes a los que les toque gobernar en esta querida casa que se llama España. Hecho que nos dicen a voces que no se puede perder ni un minuto en llegar a acuerdos, para enseguida ponerse a desliar esta piel de toro. Y serán ellos, los partidos coalicionados, los herederos “de la herencia recibida”. Claro que para más eficacia en la consecución de dichos objetivos haría falta más jueces, igualmente honestos e imparciales, que arrimaran el hombro. Y los hay. Sabemos que los hay muy buenos.

Lo cierto es que no se conoce todavía el panorama político posible de los aspirantes a gobernar España. Se ve la celeridad con que se están eligiendo a los candidatos. Cada grupo anda ya sacando sus cuentas. La mayoría pensando en el gigante de la corrupción sin freno. Corrupción que no es nada nuevo en esta España nuestra, ni más acentuado que en otros momentos históricos. Pues la dictadura franquista fue tremendamente virulenta en este campo, al punto de que parte de la economía del país se retroalimentaba, gracias a lo cual se iba tirando. Casi escondidos. Sin apenas relaciones comerciales con el exterior, salvo la emigración. Todos miraban por encima del hombro a la dictadura de Franco, que no acababa de tener fin.

Finalizo con el tan manoseado tema del bipartidismo apuntando que los partidos menos minoritarios tendrán posibilidades de estar en el nuevo gobierno; sobre todo aquellos que son verdaderos políticos, y sin el collar de la corrupción. Lo que les honra.

En fin, que en tanto no se ponga en práctica todo esto, me temo que aun tardaremos tiempo en levantar cabeza. Pues en la mente de los ciudadanos late el miedo a ese futuro se nos está haciendo menos soportable cada día. Por mucho que se diga que ya estamos saliendo de la crisis. En España –reclaman en Bruselas- altura de miras. En España se sigue resistiendo la Gran Recesión. Hay exceso de desigualdades. Una exagerada deuda pública. No acaba de arrancar el paro. Y aumentan los índices de pobreza. ¿A qué esperamos, entonces? a que los acuerdos entre partidos lleguen ya. Sí o sí.

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