Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | Política

La política se sale de cauce

|

La política se está saliendo de cauce. Esto ya no es política, es otra cosa. Es algo desagradable, fatigoso, asfixiante, nauseabundo. Con perdón de algunos políticos que se esfuerzan en no seguir la tropa.

Lo vemos cada día, principalmente en los últimos años, meses ir semanas, y nos hastía a todos. Crea una sensación de ahogo, de crispación y de ganas de refugiarse en el silencio. Y que sea lo que Dios quiera, o no quiera.

Últimamente, la política de salta todas las orillas. O lo intenta cada DIA más. La del sentido común, de la ética personal y colectiva, la del sentido de servicio, para desparramarse por los espacios de la estupidez, del robo individual o ciudadano, para servirse de ella para el medro personal.

La competencia de ideales se torna en lucha de intereses. A todos los niveles. Para ello ya no se respetan las normas más elementales de la convivencia, las grandes leyes democráticamente aprobadas o limpiamente consensuadas –dentro de la relatividad de las cosas humanas-, ni las reglas de juego establecidas para cambiarlas.

Cada cual –grupos, partidos o gobiernos- se inventan y establecen, en exclusiva propiedad, sus propias ‘democracias’ – que enmascaran ambiciones o intereses particulares, de clase o grupales- y que se quieren imponer a los demás. Los grandes a los pequeños, y los pequeños a los grandes. Y todo se argumenta y santifica con palabras vanas; con falsos razonamientos y dogmas demagógicos. Se trata de que las emociones efímereas suplanten los argumentos serios y pensados.

Para ello, ¿qué mejor qué tomar la calle? Que proclamar que la calle, ni siquiera instruida y organizada, es la que ha de mandar. Que las escuelas y universidades han de estar al servicio de eso tan etéreo que se llama “la calle”, pero que grita, mueve masas ciegas o encegadas, que los expertos en la manipulación masiva de las asambleas saben llevar fácilmente a ‘su huerto’ haciendo creer que es el huerto de todos.

Y mientras calles y plazas gritan –incluso ya metidas en gobiernos y parlamentos- los preparados, los intelectuales que no estan a sueldo para colaborar en la inspiración u hornamentación de estos grandes pasteles de mierda pupulachera, callan de miedo como unos muertos, dimitiendo de sus obligaciones de intruir e iluminar a la sociedad.

Y hay medios de comunicación que se frotan las manos ordeñando los grandes beneficios de este tipo de política presentada en nefasto espectáculo, con la excusa de que esto es lo que pide la gente y esto es lo que le sirven a dosis intoxicantes.

Cuando la política se sale de su cauce –a toque de corneta de líderes ambiciosos, errados o idiotizados en sus ideologías totalitarias, proclamadas por las pantallas, los ríos de la convivencia civilizada se convierten en cloacas.

La política se sale de cauce

Wifredo Espina
viernes, 15 de enero de 2016, 00:16 h (CET)
La política se está saliendo de cauce. Esto ya no es política, es otra cosa. Es algo desagradable, fatigoso, asfixiante, nauseabundo. Con perdón de algunos políticos que se esfuerzan en no seguir la tropa.

Lo vemos cada día, principalmente en los últimos años, meses ir semanas, y nos hastía a todos. Crea una sensación de ahogo, de crispación y de ganas de refugiarse en el silencio. Y que sea lo que Dios quiera, o no quiera.

Últimamente, la política de salta todas las orillas. O lo intenta cada DIA más. La del sentido común, de la ética personal y colectiva, la del sentido de servicio, para desparramarse por los espacios de la estupidez, del robo individual o ciudadano, para servirse de ella para el medro personal.

La competencia de ideales se torna en lucha de intereses. A todos los niveles. Para ello ya no se respetan las normas más elementales de la convivencia, las grandes leyes democráticamente aprobadas o limpiamente consensuadas –dentro de la relatividad de las cosas humanas-, ni las reglas de juego establecidas para cambiarlas.

Cada cual –grupos, partidos o gobiernos- se inventan y establecen, en exclusiva propiedad, sus propias ‘democracias’ – que enmascaran ambiciones o intereses particulares, de clase o grupales- y que se quieren imponer a los demás. Los grandes a los pequeños, y los pequeños a los grandes. Y todo se argumenta y santifica con palabras vanas; con falsos razonamientos y dogmas demagógicos. Se trata de que las emociones efímereas suplanten los argumentos serios y pensados.

Para ello, ¿qué mejor qué tomar la calle? Que proclamar que la calle, ni siquiera instruida y organizada, es la que ha de mandar. Que las escuelas y universidades han de estar al servicio de eso tan etéreo que se llama “la calle”, pero que grita, mueve masas ciegas o encegadas, que los expertos en la manipulación masiva de las asambleas saben llevar fácilmente a ‘su huerto’ haciendo creer que es el huerto de todos.

Y mientras calles y plazas gritan –incluso ya metidas en gobiernos y parlamentos- los preparados, los intelectuales que no estan a sueldo para colaborar en la inspiración u hornamentación de estos grandes pasteles de mierda pupulachera, callan de miedo como unos muertos, dimitiendo de sus obligaciones de intruir e iluminar a la sociedad.

Y hay medios de comunicación que se frotan las manos ordeñando los grandes beneficios de este tipo de política presentada en nefasto espectáculo, con la excusa de que esto es lo que pide la gente y esto es lo que le sirven a dosis intoxicantes.

Cuando la política se sale de su cauce –a toque de corneta de líderes ambiciosos, errados o idiotizados en sus ideologías totalitarias, proclamadas por las pantallas, los ríos de la convivencia civilizada se convierten en cloacas.

Noticias relacionadas

En una cultura ética repleta de principios atávicos no superados pareciera que la reprobación moral de la familia no venciese la idea de otredad al entender la primera como un espacio colonizado y externo a cualquier realidad por escatológica que resultase. El tacticismo político usa de forma sombría este tipo de herencias sociales para definir las fronteras entre lo posible y no posible.

El sistema dominante o establishment estadounidense utilizaría la dictadura invisible del consumismo compulsivo de bienes materiales para anular los ideales del individuo primigenio y conformar una sociedad homogénea, uniforme y fácilmente manipulable mediante las técnicas de manipulación de masas.

Nosotros, hombres sencillos, de difícil discurso, sólo tenemos claro varios términos muy simples: TIMO, ENGAÑO, MENTIRA, REALIDAD y VERDAD. Académicamente hay conceptos que se definen de tal forma que parecen lo que no son o son lo que no parecen... SÓLO UNA BUENA EDUCACIÓN ACLARA CADA SIGNIFICADO.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto