Entre las necedades que acostumbran a echar como carnaza sobre las columnas de los medios los distintos miembros del “Gobierno de España”, siguiendo el ejemplo de su Presidente, las de Bernat Soria -para que lo sitúen es el de Sanidad-, provocan, en ocasiones, sobresaltos en el aburrido y permanente discurrir del catalejo de esta columna sobre los cuatro puntos cardinales del panorama nacional; ¡la antigua piel de toro!...
Las dos últimas, como dice la suegra de Epifanio del Cristo Martínez, son de “chacarrandana”, que es como, según también ella afirma, se acostumbraba a calificar en la provincia de Alicante a lo que no merecía ser tomado en serio. En primer lugar parece reducir su método de educación sexual a la conocida recomendación de “quítate la ropa y ponte un preservativo”, sistema ya demostradamente superado como incapaz de impedir embarazos y la trasmisión de las ETS, o el SIDA. Y, donde ha suscitado la irritación de este columnista, de su catalejo, y hasta el difícil estremecimiento de la Sierra donde se asienta, es en sus desvergonzadas alusiones a la llamada eutanasia.
Sirviéndose de la mentira, como la utilizó al presentar públicamente su “historial académico”, y para pregonar una muerte “digna”, susurra con voz meliflua entre los angustiado parientes y al oído del sufrido paciente: Mire, esto va mal... no se puede ocultar, nos hace falta su cama además, así que, le vamos a ir “sedando”; no se va a enterar de nada... A lo que el anciano, tal vez, en un último esfuerzo, se alce sobre su lecho, y exclame furioso: ¡¡Usted me quiere matar!!... y del susto, es posible que exhale su último suspiro sin intervención de mano humana alguna (gracias Federico).
También del fondo de su cartera ministerial ha debido extraer papeles con el “clamor popular” de la necesidad de ayudar a que la gente se suicide. Sin duda es otra de sus mentiras, como aquella de cuando era “investigador”, y con embriones iba a curar la diabetes, y para lo que se tenia que irse lejos de la “retrógrada” ciencia española -con el aplauso de las engañadas gentes de buena voluntad emparentadas con diabéticos (línea de investigación rebatida y abandonada internacionalmente, hace tiempo, como inútil). Dice, que, para ello –echar una manita en el pistoletazo-, habrá que modificar el Código penal. Cuestión que, sin duda, es todo un descubrimiento “científico”, en sentido amplio, para chorizos y “aluniceros”, pero que animará a joyeros y otros honrados comerciantes a cerrar sus establecimientos.
Todos los médicos que han ejercido y ejercen con decoro su profesión, desde Hipócrates hasta los ajetreados tiempos que se viven, saben que la Medicina se asienta sobre “la confianza del paciente frente a la conciencia del médico” y que todo este arte/ciencia se resume en “una ética y una técnica basada en el conocimiento de la naturaleza humana”. La metodología se ha ido mejorando con el paso de los siglos, y sin embargo la humana condición sigue inamovible, por lo que es preciso respetarla y adaptarse a ella con toda consideración y en cualquier momento. Los conocidos "cuidados paliativos” son la expresión de mitigar el dolor y sostener el estado general cuando ya no se puede curar y mientras dure la vida; conseguir que la muerte sobrevenga cuando Dios quiera –siempre ha de ser así, a pesar de que haya quienes lo quieran ignorar-, pero, de la manera mas respetable posible.