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¿Soy un Peter Pan?

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No olvides que es nuestro deber y nuestra obligación como padres darles tiempo de calidad a nuestros hijos, participando de manera activa en su educación…

Como te he comentado en muchas ocasiones a lo largo de esta época: ¡me encanta la Navidad y los Reyes! Sobretodo por que descubro en la cara de mis hijas la inocencia que un día perdimos los mayores, sin saber donde la dejamos.

Recuerdas aquella película llamada Hook donde Robin William hace el papel de un Peter Pan adulto que había crecido y se había perdido entre los problemas y el estrés de los mayores. Y como a lo largo de la película se ve obligado a creer en la magia para poder rescatar a sus hijos y transformarse en aquel Peter Pan que no quería crecer por miedo a transformarse en ese adulto cascarrabias y sin imaginación.

Sin embargo, cuando regresamos a nuestro día a día, en nuestro mundo cotidiano, sin tiempo para Navidad, ni para emocionarnos. Muchos se quejan de lo que estamos haciendo con la niñez. Esta sociedad se empeña en construir adultos de manera cada vez más rápida a consta incluso de la ilusión y la creatividad.

No importa lo que suceda, los adultos queremos niños cada vez más preparados, aunque les comamos el tiempo de juego e imaginación, marcándoles agendas, cada vez más sobrecargadas de actividades. Bien por que nosotros cada vez demandamos más tiempo propio, o por que pretendemos que nuestros hijos aprendan, pues entendemos que en el futuro, según afirmamos, solo triunfan lo mejor preparados académicamente. Teniendo éxito: un buen coche, una buena casa, etcétera. Aunque estés solo o seas la personas más triste o con más estrés del mundo, pero serás un triunfador o una triunfadora.

No olvides que es nuestro deber y nuestra obligación como padres darles tiempo de calidad a nuestros hijos, participando de manera activa en su educación, convirtiéndonos en el principal agente educativo, conjuntamente con los centros educativos y en concreto con los profesores, potenciando personas adultas autónomas, es decir adultos en un proceso de desarrollo integral constante, capaces de gestionar sus vidas. Esto implica mucho más que dejarles en el colegio para que les enseñen contenidos curriculares. Se trata de coparticipar en un proceso que les “enseñe para la vida”.

Es cierto que nuestro sistema educativo se basa en preparar personas en un modelo de éxito donde parece que lo más importantes son los contenidos académicos, sin darse cuenta que las competencias vitales son fundamentales para el desarrollo personal y profesional. Además cuando conseguimos que desarrollo personal y profesional converjan, entonces, solo entonces la persona se comprometerá con su plan de vida.

Es más, cada vez con mayor frecuencia pensamos que la vida nos dará palos que nos marcarán, sin darnos cuenta que lo ideal es que nuestros niños y jóvenes entiendan que la vida es un proceso de cambio y crecimiento constantes, donde el error, el fracaso y el miedo son partes del proceso. Entendiendo que las vidas de cada persona son únicas y que solo se logra excelencia si disfrutas del viaje.

Por esa razón debemos hacernos presentes y participes, junto con una comunidad educativa activa y precursora de cambios, que sea precursora de modelos educativos donde prevalezcan las personas. Capaces de fomentar adultos en un desarrollo integral en cada facetas de sus vidas. Donde partamos de las potencialidades, intereses y necesidades de cada niño, joven y futuro adulto. Con un objetivo fomentar su bienestar y buscar su felicidad.

¿Soy un Peter Pan?

José J. Rivero
domingo, 3 de enero de 2016, 23:25 h (CET)
No olvides que es nuestro deber y nuestra obligación como padres darles tiempo de calidad a nuestros hijos, participando de manera activa en su educación…

Como te he comentado en muchas ocasiones a lo largo de esta época: ¡me encanta la Navidad y los Reyes! Sobretodo por que descubro en la cara de mis hijas la inocencia que un día perdimos los mayores, sin saber donde la dejamos.

Recuerdas aquella película llamada Hook donde Robin William hace el papel de un Peter Pan adulto que había crecido y se había perdido entre los problemas y el estrés de los mayores. Y como a lo largo de la película se ve obligado a creer en la magia para poder rescatar a sus hijos y transformarse en aquel Peter Pan que no quería crecer por miedo a transformarse en ese adulto cascarrabias y sin imaginación.

Sin embargo, cuando regresamos a nuestro día a día, en nuestro mundo cotidiano, sin tiempo para Navidad, ni para emocionarnos. Muchos se quejan de lo que estamos haciendo con la niñez. Esta sociedad se empeña en construir adultos de manera cada vez más rápida a consta incluso de la ilusión y la creatividad.

No importa lo que suceda, los adultos queremos niños cada vez más preparados, aunque les comamos el tiempo de juego e imaginación, marcándoles agendas, cada vez más sobrecargadas de actividades. Bien por que nosotros cada vez demandamos más tiempo propio, o por que pretendemos que nuestros hijos aprendan, pues entendemos que en el futuro, según afirmamos, solo triunfan lo mejor preparados académicamente. Teniendo éxito: un buen coche, una buena casa, etcétera. Aunque estés solo o seas la personas más triste o con más estrés del mundo, pero serás un triunfador o una triunfadora.

No olvides que es nuestro deber y nuestra obligación como padres darles tiempo de calidad a nuestros hijos, participando de manera activa en su educación, convirtiéndonos en el principal agente educativo, conjuntamente con los centros educativos y en concreto con los profesores, potenciando personas adultas autónomas, es decir adultos en un proceso de desarrollo integral constante, capaces de gestionar sus vidas. Esto implica mucho más que dejarles en el colegio para que les enseñen contenidos curriculares. Se trata de coparticipar en un proceso que les “enseñe para la vida”.

Es cierto que nuestro sistema educativo se basa en preparar personas en un modelo de éxito donde parece que lo más importantes son los contenidos académicos, sin darse cuenta que las competencias vitales son fundamentales para el desarrollo personal y profesional. Además cuando conseguimos que desarrollo personal y profesional converjan, entonces, solo entonces la persona se comprometerá con su plan de vida.

Es más, cada vez con mayor frecuencia pensamos que la vida nos dará palos que nos marcarán, sin darnos cuenta que lo ideal es que nuestros niños y jóvenes entiendan que la vida es un proceso de cambio y crecimiento constantes, donde el error, el fracaso y el miedo son partes del proceso. Entendiendo que las vidas de cada persona son únicas y que solo se logra excelencia si disfrutas del viaje.

Por esa razón debemos hacernos presentes y participes, junto con una comunidad educativa activa y precursora de cambios, que sea precursora de modelos educativos donde prevalezcan las personas. Capaces de fomentar adultos en un desarrollo integral en cada facetas de sus vidas. Donde partamos de las potencialidades, intereses y necesidades de cada niño, joven y futuro adulto. Con un objetivo fomentar su bienestar y buscar su felicidad.

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