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​La persona no convertida a Cristo no puede cambiar del todo su estilo de vida

Adicciones

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La periodista Ima Sanchís le pregunta a Olatz Rodríguez, ex gimnasta del equipo español y testigo de anorexia: “¿Dónde se encentra su incomodidad? La respuesta que recibe de la joven gimnasta es: “No me gusta cómo está estructurado el mundo, todo gira alrededor de la economía, todo es muy superficial y pragmático. Basta con mirar a la tele y pasamos de la guerra de Ucrania a un anuncio de perfume, disonancias que me hacen sentir que no quiero ser humana. No hacemos nada más que destrozar la Tierra”. 


En el caso de la joven gimnasta de 18 años, el inconformismo con el mundo la condujo a “desear cuidarse y comer sano”. El deseo de comer sano la llevó a la anorexia. “Empecé controlando la comida y la comida terminó por controlar mi vida”. El inconformismo no nos lleva a todos al mismo final. A unos los lleva al alcoholismo. A otros a las drogas. A otros a la adición al trabajo. A otros a la práctica de deportes de riesgo. A otros al sexo compulsivo… 


El inconformismo si no se sabe gestionar conduce a consecuencias funestas. El inconformismo es un sentimiento interno, fuerte y profundo que controla la vida. En la resolución de los conflictos internos no vamos más allá de la piel. Es preciso bucear en el interior del alma porque es allí en donde se puede encontrar la solución. Es una visita  que no deseamos hacer porque tenemos miedo de descubrir lo que realmente somos. Preferimos mantener oculto el secreto tratando el malestar por medio de terapias externas que agravan todavía más la enfermedad espiritual.


La ex gimnasta explica: “Me hacía mi propio menú a partir de un cálculo de calorías: trozos de pavo, queso fresco, yogur vegetal y media pieza de fruta. Al cabo de poco tiempo no permitieron que siguiese entrenándome y cuando ya no pude andar me ingresaron, y lo agradezco”. La joven gimnasta asegura que “era consciente que necesitaba ayuda, pero no sabía cómo hacerlo ni si me entenderían, y esperas y esperas”. La enfermedad se enquista y la situación empeora.

Olatz Rodríguez dice haber mantenido contacto con chicas anoréxicas muy jóvenes y “les pedía que lo dijeran a la familia… Estaban agradecidas de poder hablar con alguien que pasaba por lo mismo”. Es cierto, compartir un problema ayuda a suavizar los efectos pero no la causa que se mantiene intacta.


El Nuevo Testamento nos habla de dos clases de hombres: el hombre viejo y el nuevo. Por nacimiento natural todos pertenecemos a la tipología del hombre viejo, es decir de aquel que está  muerto en sus delitos y pecados. Se pertenece a la clase del hombre viejo por ser descendiente de Adán después de que se convirtiese en pecador, ignorando qué es el nuevo nacimiento por la fe en el Nombre de Jesús. La condición en que se encuentra le hace propenso a las adicciones causadas por las muchas injusticias que se observan en el mundo. La siquiatría, la sicología y las terapias que inciden sobe el hombre viejo que no ha sido redimido por la sangre que Jesús derramó en la cruz del Gólgota para la salvación del pecador, inciden en una naturaleza humana predispuesta al pecado en sus múltiples manifestaciones. Es por ello que los resultados que se consiguen son mínimos porque afectan únicamente a la sique de los adictos. 


Es imprescindible profundizar en estos dos tipos de hombre: el viejo y el nuevo. El apóstol Pablo es quien trata este tema. Como creo que es una novedad para el lector me tendré que esforzar a ser lo más claro posible.


Escribiendo el apóstol Pablo a los cristianos que vivían en la ciudad de Colosas les dice que abandonen el comportamiento que tenían antes de convertirse a Cristo. Dicho comportamiento nos es familiar porque diariamente lo vemos expuesto en nuestro alrededor: “iras, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca, no mintáis los unos a los otros”. ¿Verdad que nos es muy familiar el comportamiento de los colosenses antes de convertirse a Cristo? Lo vemos expuesto a diario. ¿Por qué motivo los cristianos que vivían en Colosas tenían que abandonar este comportamiento tan indeseable? Por la sencilla razón de que “se habían despojado del viejo hombre con sus hechos, y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno” (Colosenses 3: 5-10). Hacer nuevo al hombre viejo no lo consigue ni la siquiatría, ni la sicología, ni ninguna filosofía que trate el comportamiento humano. Solamente Cristo lo consigue en aquellos que creen en Él. Como dice el texto de colosenses el hombre nuevo “conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno”. El hombre nuevo es una creación que Dios hace en el hombre viejo el día que se convierte a Cristo y se va perfeccionando día a día hasta alcanzar a plenitud en el día de la resurrección. Hasta que no llegue este día los creyente en Cristo no serán perfectos como el Padre celestial es perfecto” (Mateo 5: 48).

Adicciones

​La persona no convertida a Cristo no puede cambiar del todo su estilo de vida
Octavi Pereña
lunes, 26 de septiembre de 2022, 09:32 h (CET)

La periodista Ima Sanchís le pregunta a Olatz Rodríguez, ex gimnasta del equipo español y testigo de anorexia: “¿Dónde se encentra su incomodidad? La respuesta que recibe de la joven gimnasta es: “No me gusta cómo está estructurado el mundo, todo gira alrededor de la economía, todo es muy superficial y pragmático. Basta con mirar a la tele y pasamos de la guerra de Ucrania a un anuncio de perfume, disonancias que me hacen sentir que no quiero ser humana. No hacemos nada más que destrozar la Tierra”. 


En el caso de la joven gimnasta de 18 años, el inconformismo con el mundo la condujo a “desear cuidarse y comer sano”. El deseo de comer sano la llevó a la anorexia. “Empecé controlando la comida y la comida terminó por controlar mi vida”. El inconformismo no nos lleva a todos al mismo final. A unos los lleva al alcoholismo. A otros a las drogas. A otros a la adición al trabajo. A otros a la práctica de deportes de riesgo. A otros al sexo compulsivo… 


El inconformismo si no se sabe gestionar conduce a consecuencias funestas. El inconformismo es un sentimiento interno, fuerte y profundo que controla la vida. En la resolución de los conflictos internos no vamos más allá de la piel. Es preciso bucear en el interior del alma porque es allí en donde se puede encontrar la solución. Es una visita  que no deseamos hacer porque tenemos miedo de descubrir lo que realmente somos. Preferimos mantener oculto el secreto tratando el malestar por medio de terapias externas que agravan todavía más la enfermedad espiritual.


La ex gimnasta explica: “Me hacía mi propio menú a partir de un cálculo de calorías: trozos de pavo, queso fresco, yogur vegetal y media pieza de fruta. Al cabo de poco tiempo no permitieron que siguiese entrenándome y cuando ya no pude andar me ingresaron, y lo agradezco”. La joven gimnasta asegura que “era consciente que necesitaba ayuda, pero no sabía cómo hacerlo ni si me entenderían, y esperas y esperas”. La enfermedad se enquista y la situación empeora.

Olatz Rodríguez dice haber mantenido contacto con chicas anoréxicas muy jóvenes y “les pedía que lo dijeran a la familia… Estaban agradecidas de poder hablar con alguien que pasaba por lo mismo”. Es cierto, compartir un problema ayuda a suavizar los efectos pero no la causa que se mantiene intacta.


El Nuevo Testamento nos habla de dos clases de hombres: el hombre viejo y el nuevo. Por nacimiento natural todos pertenecemos a la tipología del hombre viejo, es decir de aquel que está  muerto en sus delitos y pecados. Se pertenece a la clase del hombre viejo por ser descendiente de Adán después de que se convirtiese en pecador, ignorando qué es el nuevo nacimiento por la fe en el Nombre de Jesús. La condición en que se encuentra le hace propenso a las adicciones causadas por las muchas injusticias que se observan en el mundo. La siquiatría, la sicología y las terapias que inciden sobe el hombre viejo que no ha sido redimido por la sangre que Jesús derramó en la cruz del Gólgota para la salvación del pecador, inciden en una naturaleza humana predispuesta al pecado en sus múltiples manifestaciones. Es por ello que los resultados que se consiguen son mínimos porque afectan únicamente a la sique de los adictos. 


Es imprescindible profundizar en estos dos tipos de hombre: el viejo y el nuevo. El apóstol Pablo es quien trata este tema. Como creo que es una novedad para el lector me tendré que esforzar a ser lo más claro posible.


Escribiendo el apóstol Pablo a los cristianos que vivían en la ciudad de Colosas les dice que abandonen el comportamiento que tenían antes de convertirse a Cristo. Dicho comportamiento nos es familiar porque diariamente lo vemos expuesto en nuestro alrededor: “iras, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca, no mintáis los unos a los otros”. ¿Verdad que nos es muy familiar el comportamiento de los colosenses antes de convertirse a Cristo? Lo vemos expuesto a diario. ¿Por qué motivo los cristianos que vivían en Colosas tenían que abandonar este comportamiento tan indeseable? Por la sencilla razón de que “se habían despojado del viejo hombre con sus hechos, y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno” (Colosenses 3: 5-10). Hacer nuevo al hombre viejo no lo consigue ni la siquiatría, ni la sicología, ni ninguna filosofía que trate el comportamiento humano. Solamente Cristo lo consigue en aquellos que creen en Él. Como dice el texto de colosenses el hombre nuevo “conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno”. El hombre nuevo es una creación que Dios hace en el hombre viejo el día que se convierte a Cristo y se va perfeccionando día a día hasta alcanzar a plenitud en el día de la resurrección. Hasta que no llegue este día los creyente en Cristo no serán perfectos como el Padre celestial es perfecto” (Mateo 5: 48).

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