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Una noche de fiesta a cambio de unas tetas nuevas

Helena Trujillo (Málaga)
Redacción
martes, 25 de noviembre de 2008, 12:22 h (CET)
¿Nos gusta la polémica o es que acaso vivimos en un país de sin ética? Estos días, una discoteca valenciana pretendía sortear una operación de aumento de pecho entre los asistentes a una noche de juerga. Para ellos era un “homenaje a la mujer” y una forma de atraer clientes, aunque, desde mi punto de vista, no creo que necesiten ese tipo de anzuelos para llenar, semana a semana, su pista de baile.

Las voces en contra no se han hecho esperar, lo que ha llevado a la dirección de la discoteca a modificar el premio, en último término se regalará un bono de estética y un set de peluquería y maquillaje. Según los precursores de la iniciativa la idea respondía a una demanda en auge en la región, no en vano la Comunidad Valenciana es una de las regiones europeas donde se realizan más operaciones estéticas. Recientemente el portavoz de las clínicas valencianas asociadas a la Sociedad Española de Cirugía Plástica y Reconstructiva indicó que la Comunitat, con 15.000 operaciones de cirugía estética al año, "es una de las regiones europeas con mayor volumen de cirugía de este tipo por número de habitantes". Eliminar la obesidad, reducir el tamaño de pechos o el estómago se encuentran entre las principales intervenciones. Entre los hombres, destacan las operaciones de pectorales, glúteos, nariz y orejas.

Es interesante destacar que en los últimos años se han incrementado los menores que se someten a una intervención estética, en estos casos se necesita la autorización de los dos progenitores y siempre es conveniente un informe psicológico del profesional del colegio al que acude el menor. No sólo los teléfonos móviles, internet y las consolas, los arreglillos, a este paso, pueden ser el regalo de las navidades. ¡Lo que hay que oír! Asistimos a una banalización sin precedentes de lo que debe ser una cuestión de salud, aunque incluyamos en ella lo estético.

Algún profesional del campo reconocía en una entrevista que los cirujanos plásticos son los especialistas que más pacientes reciben con problemas psicológicos, después de los psiquiatras y los psicoanalistas, afirmación que resulta curiosa a la vez que preocupante. El psiquismo es el responsable de que nos veamos bien, incluso de que nos gustemos o de que, por el contrario, nos odiemos y nos sintamos prisioneros de un cuerpo que no reconocemos. No es la primera vez que nos llevamos las manos a la cabeza cuando somos testigos de situaciones de este tipo. Muchas personas están a años luz de llegar al diván del psicoanalista y van de mano en mano, quirófano en quirófano, intentando poner o quitar lo que no está en ningún lado. Cantidades ingentes de dinero, muchas más de sufrimiento, horas de trabajo perdidas, todo por no tener un poco de cultura o por no reconocer que en el psicoanalista podría comenzar a ordenar ciertas cosas de su vida. Ir con salud psíquica al cirujano estético produciría resultados mucho más saludables. Una mujer no lo es más por tener las tetas más gordas, si no por saber que las tetas (la feminidad) se tienen en la cabeza.

El paso del tiempo para muchos es su mayor temor y se tumban en las camillas para que el botox o el bisturí eliminen las marcas de los años. Sólo consiguen marcar en su cara sus miedos y mostrarse como seres algo inhumanos por negar su mortalidad. ¿Se presenta la cirugía como la salvación mágica para detener el paso del tiempo? Lógicamente NO. El paso del tiempo dejará marca en nosotros según concibamos nuestra propia mortalidad, según el aprovechamiento que hagamos de nuestra propia vida. Hay arrugas que dan muestra de las alegrías vividas, de la intensidad de nuestras pasiones. Hay labios, orejas, tetas que sólo dan muestra de que somos seres de plástico que huimos del encuentro con nuestros propios fantasmas. Si hay que morir que sea con pasión, con vida, con el cuerpo que nos da el lenguaje, que sólo tiene los años de nuestros prejuicios.

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