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Opinión
Etiquetas | Hablemos sin tapujos | Pedro Sánchez | nuñez feijoo | Debate | Senado
“La diferencia entre una democracia y una dictadura consiste en que en la democracia puedes votar antes de obedecer las órdenes”, Bukowski

El sistema inquisitorial maquinado por Sánchez para enmudecer a Feijóo

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En la edad media, a los presuntos delincuentes se les tenían pocas o ningunas consideraciones a la hora de poder argumentar a favor de su inocencia. No solamente entre los esbirros del Tribunal de la Inquisición, sino incluso en la justicia ordinaria laica eran corrientes procedimientos que hoy causaría espanto, estupor y absoluto rechazo a cualquiera de nuestros tribunales penales. Prácticas como la ordalía del agua hirviente y el hierro candente, los Juicios de Dios, en realidad no fueron completamente prohibidas hasta el concilio de Tréveris. No existía lo que modernamente se había venido considerando como un principio del derecho respecto a que, cualquier persona a la que se le imputase un delito, tenía la presunción de inocencia. Y hablamos en pasado no por un error, sino porque son nuestros propios tribunales los que, de una forma harto gratuita, han decidido que, en el caso de delitos o presuntos delitos de tipo sexual cometidos por varones, las declaraciones y acusaciones de las presuntas víctimas femeninas van a tener un plus de credibilidad ante la policía y los tribunales en los que se sustancien las causas por dichos delitos.


Sin duda alguna, cuando uno vio lo ocurrido en el reciente debate, que ha tenido lugar en el Senado, entre el jefe del gobierno y el líder del PP, no puede menos de llegar a la cruda conclusión de que, en España, se han perdido en absoluto las formas democráticas, el respeto por la libertad de expresión, el olvido de cualquier tipo de equidad que permita que, en una controversia en la que cada parte pueda exponer con la suficiente amplitud sus ideas, no caben ni están permitidas, desde el punto de vista ético y moral, limitaciones que, de alguna manera, permitan que quede una parte indefensa por falta de tiempo para argumentar sus razones, cuandose le concede todo el tiempo y más, a la otra parte. Evidentemente se deben respetar las reglas de la cámara baja, pero se tiene que tomar en consideración que se trataba de un reto formulado por el líder del PP para, precisamente, poder medirse de igual a igual, en las mismas condiciones y con los mismos medios y recursos en lo que debería haber sido un intercambio de argumentaciones a favor o en contra de la gestión del gobierno socialista.


No obstante el hecho innegable de que los socialistas hayan ido consiguiendo convertir la administración de la nación española en una enorme máquina de propaganda a su favor, a la circunstancia particular de que tengan bajo su dirección a la abogacía del Estado y la  fiscalía general, quedándoles pendientes el TS y el TC, a los cuales esperan llegar cuando consigan una mayoría calificada en el CGPJ, algo a lo que cada día que transcurre van llegando, pese a los intentos verdaderamente meritorios del PP de intentar que no consigan hacerse con este bastión del Estado de derecho. Europa atisba, sospecha, pero no acaba de enterarse de que en España la democracia ya no existe y que, por mucho que el señor Sánchez presuma de estadista fuera de nuestro país, se trata, como todo lo que le atañe, de un gran bluf, para conseguir situarse en una posición ventajosa en la organización europea, desde la que intentar socavar lo que reste de la derecha, en una Europa que ya da signos claros de falta de unión y de entreguismo si es que hacemos caso a la serie de quejas, objeciones, limitaciones y ensayos de abandonar a los ucranianos a su suerte, intentando pactar un arreglo ignominioso con el señor Putin, que sabe que el tiempo, si sigue en sus trece, está corriendo a su favor.


Con todo, no podemos decir que el señor Feijoo haya desaprovechado el poco espacio de tiempo que se le ha permitido usar, ni que le hayan faltado golpes capaces de doler a un señor cuyos méritos están no en haber ganado unas elecciones con la debida amplitud, sino en haber ido comprando al resto de partidos políticos, cada uno de ellos ha tenido un precio que no ha dudado en pagar. Podríamos decir de este debate, si queremos ser justos que, pese a que todas las ventajas las ha tenido el señor presidente del Gobierno, las perspectivas que tenían los populares respecto a la opinión de los españoles, de cara a unas futuras elecciones, no han sufrido importantes mermas, al contrario, es muy posible que el aplomo, la tranquilidad, las buenas formas y el lenguaje inteligente de Feijoo hayan conseguido que, algunos más de los indecisos, hayan decidido apostar por él. Evidentemente lo que se había propuesto Sánchez de dejar desarbolado al PP, para recuperarse de los fracasos de Madrid y Barcelona, no se ha producido y, todo ello, a las puertas de unas elecciones que van a servir para situarnos, en el campo municipal, ante lo que puede ser un nuevo mapa político de España.


Hay algo que les va a ser muy difícil parar a los socialistas y a sus colegas los comunistas en sus dos vertientes del grupo Díaz y de Podemos. La inflación no da muestras, pese a los intentos de los grandes bancos europeos y la ReservaFederal Americana, de amainar y vemos que, en Europa, se sigue por encima del 9’1% de promedio y, en España, pese a las bravatas de nuestro ejecutivo, estamos todavía por encima del 10%. Alguien debiera recordarles a estos socialistas y comunistas que nos gobiernan que, cuando accedieron al poder, cuando se agruparon todos para impedir que la derecha gobernase, prometieron a los españoles conseguir elevar el nivel de vida del pueblo español, acabar con la pobreza, ofrecer viviendas a todo el mundo que las precisase y dar una buena educación a nuestros jóvenes y prestigiar nuestra enseñanza en todo el mundo.


Hoy sólo tenemos una universidad catalana entre las 200 mejores universidades del mundo. En Cataluña, la tierra del separatismo y el catalanismo, han tenido que reconocer los pésimos resultados de su enseñanza; vergonzosamente y pese a las repetidas sentencias de los altos tribunales de la nación el Gobierno ha sido incapaz de que este curso que se ha iniciado cumpla con lo que la Justicia española dictaminó de que, en toda la nación, se imparta el castellano en un 25% de las asignaturas lectivas. A pesar de que algunos profesores catalanistas insistían en que el nivel de castellano en Cataluña era bueno y que todos escribían y hablaban perfectamente el idioma oficial de la nación española; recientemente han tenido que reconocer que la forma en la que escriben y hablan los alumnos en Cataluña no es, ni mucho menos, la que se podría esperar de unos señores que dominan el idioma oficial.


De hecho, señores, es imposible admitir que, a causa de la necesidad de Pedro Sánchez de estar a buenas con el separatismo catalán, se siga manteniendo un estado especial de clara rebelión de las instituciones de toda Cataluña, mientras se pide a todos los españoles, como hace Sánchez, que cumplamos las leyes. Si es el mismo gobierno el que permite que haya una parte de España que vive a su modo, sin respetar la Constitución, legislando en contra de lo dispuesto en la misma y despreciando abiertamente y de forma temeraria las sentencias de los distintos tribunales españoles; queremos que se nos diga ¿qué autoridad tiene el señor Pedro Sánchez para hablarnos de cumplir las leyes, de ajustarnos a la Carta Magna, de acatar sus incumplimientos flagrantes de lo que son o debieran ser los Decretos-ley que, en modo alguno se pueden convertir en norma habitual para evitar que los temas trascendentales que afectan a la nación puedan ser refrendados por unas cámaras totalitarias  sin que, al menos se hayan discutido sus contenidos por parte de la oposición?


O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, vemos con verdadero pesar como un magistrado de la categoría del señor Lesmes, abrumado por la responsabilidad y amparado en la razón más absoluta, se ha visto obligado a proporcionar un magno rapapolvo a los dos partidos políticos y, en especial, a los del PSOE que, como es sabido son los que intentan acabar con los tres poderes que diferencian a todo estado moderno de lo que son meras repúblicas bananeras. Si lo consiguen o no, dependerá de si los españoles somos capaces de enmendar la plana a nuestros gobernantes o, por el contrario, nos resignamos a formar parte de este lumpen progresista comunistoides, que domina la parte Sur de América latina.


Vasili Grossman fue un escritor soviético nacido en Ucrania, en su obra “Viday destino” nos dejó el siguiente pensamiento: “El totalitarismo no puede renunciar a la violencia. Si lo hiciera, perecería. La eterna, ininterrumpida violencia, directa o enmascarada, es la base del totalitarismo.”

El sistema inquisitorial maquinado por Sánchez para enmudecer a Feijóo

“La diferencia entre una democracia y una dictadura consiste en que en la democracia puedes votar antes de obedecer las órdenes”, Bukowski
Miguel Massanet
viernes, 9 de septiembre de 2022, 10:47 h (CET)

En la edad media, a los presuntos delincuentes se les tenían pocas o ningunas consideraciones a la hora de poder argumentar a favor de su inocencia. No solamente entre los esbirros del Tribunal de la Inquisición, sino incluso en la justicia ordinaria laica eran corrientes procedimientos que hoy causaría espanto, estupor y absoluto rechazo a cualquiera de nuestros tribunales penales. Prácticas como la ordalía del agua hirviente y el hierro candente, los Juicios de Dios, en realidad no fueron completamente prohibidas hasta el concilio de Tréveris. No existía lo que modernamente se había venido considerando como un principio del derecho respecto a que, cualquier persona a la que se le imputase un delito, tenía la presunción de inocencia. Y hablamos en pasado no por un error, sino porque son nuestros propios tribunales los que, de una forma harto gratuita, han decidido que, en el caso de delitos o presuntos delitos de tipo sexual cometidos por varones, las declaraciones y acusaciones de las presuntas víctimas femeninas van a tener un plus de credibilidad ante la policía y los tribunales en los que se sustancien las causas por dichos delitos.


Sin duda alguna, cuando uno vio lo ocurrido en el reciente debate, que ha tenido lugar en el Senado, entre el jefe del gobierno y el líder del PP, no puede menos de llegar a la cruda conclusión de que, en España, se han perdido en absoluto las formas democráticas, el respeto por la libertad de expresión, el olvido de cualquier tipo de equidad que permita que, en una controversia en la que cada parte pueda exponer con la suficiente amplitud sus ideas, no caben ni están permitidas, desde el punto de vista ético y moral, limitaciones que, de alguna manera, permitan que quede una parte indefensa por falta de tiempo para argumentar sus razones, cuandose le concede todo el tiempo y más, a la otra parte. Evidentemente se deben respetar las reglas de la cámara baja, pero se tiene que tomar en consideración que se trataba de un reto formulado por el líder del PP para, precisamente, poder medirse de igual a igual, en las mismas condiciones y con los mismos medios y recursos en lo que debería haber sido un intercambio de argumentaciones a favor o en contra de la gestión del gobierno socialista.


No obstante el hecho innegable de que los socialistas hayan ido consiguiendo convertir la administración de la nación española en una enorme máquina de propaganda a su favor, a la circunstancia particular de que tengan bajo su dirección a la abogacía del Estado y la  fiscalía general, quedándoles pendientes el TS y el TC, a los cuales esperan llegar cuando consigan una mayoría calificada en el CGPJ, algo a lo que cada día que transcurre van llegando, pese a los intentos verdaderamente meritorios del PP de intentar que no consigan hacerse con este bastión del Estado de derecho. Europa atisba, sospecha, pero no acaba de enterarse de que en España la democracia ya no existe y que, por mucho que el señor Sánchez presuma de estadista fuera de nuestro país, se trata, como todo lo que le atañe, de un gran bluf, para conseguir situarse en una posición ventajosa en la organización europea, desde la que intentar socavar lo que reste de la derecha, en una Europa que ya da signos claros de falta de unión y de entreguismo si es que hacemos caso a la serie de quejas, objeciones, limitaciones y ensayos de abandonar a los ucranianos a su suerte, intentando pactar un arreglo ignominioso con el señor Putin, que sabe que el tiempo, si sigue en sus trece, está corriendo a su favor.


Con todo, no podemos decir que el señor Feijoo haya desaprovechado el poco espacio de tiempo que se le ha permitido usar, ni que le hayan faltado golpes capaces de doler a un señor cuyos méritos están no en haber ganado unas elecciones con la debida amplitud, sino en haber ido comprando al resto de partidos políticos, cada uno de ellos ha tenido un precio que no ha dudado en pagar. Podríamos decir de este debate, si queremos ser justos que, pese a que todas las ventajas las ha tenido el señor presidente del Gobierno, las perspectivas que tenían los populares respecto a la opinión de los españoles, de cara a unas futuras elecciones, no han sufrido importantes mermas, al contrario, es muy posible que el aplomo, la tranquilidad, las buenas formas y el lenguaje inteligente de Feijoo hayan conseguido que, algunos más de los indecisos, hayan decidido apostar por él. Evidentemente lo que se había propuesto Sánchez de dejar desarbolado al PP, para recuperarse de los fracasos de Madrid y Barcelona, no se ha producido y, todo ello, a las puertas de unas elecciones que van a servir para situarnos, en el campo municipal, ante lo que puede ser un nuevo mapa político de España.


Hay algo que les va a ser muy difícil parar a los socialistas y a sus colegas los comunistas en sus dos vertientes del grupo Díaz y de Podemos. La inflación no da muestras, pese a los intentos de los grandes bancos europeos y la ReservaFederal Americana, de amainar y vemos que, en Europa, se sigue por encima del 9’1% de promedio y, en España, pese a las bravatas de nuestro ejecutivo, estamos todavía por encima del 10%. Alguien debiera recordarles a estos socialistas y comunistas que nos gobiernan que, cuando accedieron al poder, cuando se agruparon todos para impedir que la derecha gobernase, prometieron a los españoles conseguir elevar el nivel de vida del pueblo español, acabar con la pobreza, ofrecer viviendas a todo el mundo que las precisase y dar una buena educación a nuestros jóvenes y prestigiar nuestra enseñanza en todo el mundo.


Hoy sólo tenemos una universidad catalana entre las 200 mejores universidades del mundo. En Cataluña, la tierra del separatismo y el catalanismo, han tenido que reconocer los pésimos resultados de su enseñanza; vergonzosamente y pese a las repetidas sentencias de los altos tribunales de la nación el Gobierno ha sido incapaz de que este curso que se ha iniciado cumpla con lo que la Justicia española dictaminó de que, en toda la nación, se imparta el castellano en un 25% de las asignaturas lectivas. A pesar de que algunos profesores catalanistas insistían en que el nivel de castellano en Cataluña era bueno y que todos escribían y hablaban perfectamente el idioma oficial de la nación española; recientemente han tenido que reconocer que la forma en la que escriben y hablan los alumnos en Cataluña no es, ni mucho menos, la que se podría esperar de unos señores que dominan el idioma oficial.


De hecho, señores, es imposible admitir que, a causa de la necesidad de Pedro Sánchez de estar a buenas con el separatismo catalán, se siga manteniendo un estado especial de clara rebelión de las instituciones de toda Cataluña, mientras se pide a todos los españoles, como hace Sánchez, que cumplamos las leyes. Si es el mismo gobierno el que permite que haya una parte de España que vive a su modo, sin respetar la Constitución, legislando en contra de lo dispuesto en la misma y despreciando abiertamente y de forma temeraria las sentencias de los distintos tribunales españoles; queremos que se nos diga ¿qué autoridad tiene el señor Pedro Sánchez para hablarnos de cumplir las leyes, de ajustarnos a la Carta Magna, de acatar sus incumplimientos flagrantes de lo que son o debieran ser los Decretos-ley que, en modo alguno se pueden convertir en norma habitual para evitar que los temas trascendentales que afectan a la nación puedan ser refrendados por unas cámaras totalitarias  sin que, al menos se hayan discutido sus contenidos por parte de la oposición?


O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, vemos con verdadero pesar como un magistrado de la categoría del señor Lesmes, abrumado por la responsabilidad y amparado en la razón más absoluta, se ha visto obligado a proporcionar un magno rapapolvo a los dos partidos políticos y, en especial, a los del PSOE que, como es sabido son los que intentan acabar con los tres poderes que diferencian a todo estado moderno de lo que son meras repúblicas bananeras. Si lo consiguen o no, dependerá de si los españoles somos capaces de enmendar la plana a nuestros gobernantes o, por el contrario, nos resignamos a formar parte de este lumpen progresista comunistoides, que domina la parte Sur de América latina.


Vasili Grossman fue un escritor soviético nacido en Ucrania, en su obra “Viday destino” nos dejó el siguiente pensamiento: “El totalitarismo no puede renunciar a la violencia. Si lo hiciera, perecería. La eterna, ininterrumpida violencia, directa o enmascarada, es la base del totalitarismo.”

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