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Opinión
Etiquetas | GOBIERNO | Oposición | Feijóo | Reino de España
Actitud de sumisión que no justifica esta sonrisa de suficiencia con la que pretende despreciar a sus oponentes

Donde se habla de corbatas, ilusiones vanas y vaticinios

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Si en esta España desconocida en la que nos encontramos alguien quisiera, objetivamente, analizar la situación, seguramente llegaría a la conclusión de que estamos caminado a pasos agigantados hacia la idiotización del pueblo, la cultura de lo vano, absurdo y desconcertante y la constatación de que una gran parte de los españoles prescinde de ceñirse a la realidad de un país que barrunta para otoño serias dificultades.


Si nos atenemos a las informaciones y predicciones de los economistas, si la guerra de Ucrania persiste, si los conflictos con China no amainan y si el problema de la energía que afecta a la mayoría de naciones del mundo, no se soluciona puede suceder que haya una situación social, motivada por la grave inflación que estamos padeciendo (un 10’8% no parece que sea la mejor noticia para este Gobierno que sigue pensando que lo que quisiera que sucediera es lo que, indefectiblemente, va a ocurrir) que puede acabar con la paciencia de los más pacíficos.


Cuando vemos, alucinados, que nuestro presidente del gobierno, señor Pedro Sánchez, en un gesto propio de Napoleón, se arranca la corbata del cuello e invita a los acompañantes para que sigan su ejemplo, en aras de velar por la descontaminación del planeta, no nos queda más remedio que temblar pensando que este sujeto atrabiliario es quién, en estos momentos de graves dificultades, decide lo que vamos a tener que hacer los españoles.


Cuesta creer que estemos celebrando que el empleo haya mejorado, algo de lo que nos congratulamos como españoles y que el Gobierno eche las campanas al vuelo por los buenos resultados de la campaña turística, dando por solucionados los problemas ocasionados por la anterior crisis económica y la del Covid 19, y llegue a la conclusión de que, para redondear lo que ellos consideran como un éxito de gestión, lo que hace falta es recaudar más impuestos, castigar a las entidades bancarías y a la empresas energéticas con impuestos complementarios sobre sus eventuales beneficios y se deje en el tintero el anunciado incremento de los intereses de la Deuda pública anunciados, por el BCE acompañados de un aumento de tres cuartos de punto anunciado por la FED americana en el precio del dinero.


Los que se ocupan de valorar la opinión de los ciudadanos, no los que hacen encuestas por encargo de los medios de comunicación, que siguen al pie de la letra las consignas gubernamentales ( no olviden nunca el trabajo de apoyo al gobierno socialista de Sánchez, por parte del panfleto catalanista del grupo Godó, La Vanguardia) sino de aquellos que quieren conocer lo que piensa el pueblo llano de esta anunciada recuperación de la nación española, y veremos que va “in crescendo” aquellos que ya empiezan a protestar airadamente sobre el evidente encarecimiento de la vida, el aumento desorbitado de precios de los alimentos y de productos básicos como la gasolina, el gas.


No es algo sin importancia el constatar los recibimientos airados y repletos de insultos para el señor Pedro Sánchez o el mismo señor Marlasca, cuando vistan algún lugar en el que se ha producido un siniestro. Ya nadie se fía de las promesas gubernamentales. Tanto los que fueron perjudicados por la catástrofe volcánica de las Canarias, como las gentes del campo, agricultores y ganaderos, los camioneros, y los usuarios de los automóviles que han visto como los combustibles para sus coches se han encarecido de una forma exponencial, dejando en ridículo el intento del Gobierno de reducir el impacto de los precios con una ayuda insuficiente de 20 céntimos por litro.Incluso los restaurantes y hoteleros, los principales beneficiarios del boom turístico, han tenido que quejarse de que, pese a que la ocupación ronda el 80%, sin embargo, los costos a causa de la inflación se van comiendo una parte importante de los beneficios de la campaña.


Si nos referimos a la construcción empieza a verse que se dan bastos: las ventas se debilitan; los costes de producción, como no podía ser menos ante una inflación como la que tenemos, se encarecen y, ante el hecho de que comprar una vivienda resulta imposible para muchos españoles, las demandas de alquiler se están disparando. Vean el caso de Cataluña en la que una alcaldesa comunista, la señora Colau, que no respeta la Constitución española, se ha permitido limitar el derecho de los propietarios, consecuencia de lo que es una nación donde exista la economía libre de mercado, a pedir alquileres de acuerdo con lo que es la ley de la oferta y la demanda. 


Se le ha concedido la patente de corso, como hizo Inglaterra con el corsario Drake para que asaltara, impunemente, a las naves españolas que traían mercancías y oro de la América descubierta por Colón. Y un dato importante, este año se han vendido 100.000 viviendas menos de las que se preveían.


Y, mientras tanto, el gobierno jugando a hacer leyes inútiles, de cara a satisfacer a sus socios separatistas, en este caso con la idea de modificar la ley de Secretos oficiales que, díganme ustedes a mí a quién le preocupan si no es a aquellos que buscan extraer de los archivos aquellos documentos que puedan perjudicar a las derechas porque, lo que nunca vamos a ver, van a ser aquellos otros en los que se registren los graves errores de las izquierdas y de los socios separatistas del señor Sánchez. 


Seguimos en la labor de separar a los españoles entre buenos ( las izquierdas y los rojillos) y malos, todos los demás que, inmediatamente y sin apelación posible, son catalogados de “fachas” y, en consecuencia, sin derecho a existir, a exponer sus teorías y reivindicaciones, ni tampoco, a ser tenidos en cuenta en las cuestiones fundamentales que puedan afectar a toda la nación española.

Y un comentario sobre el papel de la familia real española. 


Aparte de el ensañamiento que está teniendo la izquierda respecto a la figura del ex monarca Juan Carlos I, un señor mayor que, con todos sus defectos y carencias personales, tuvo un papel inestimable en la gestión de la nueva democracia española y, una importante y decisiva colaboración en una serie de acuerdos con distintas naciones que se consiguieron gracias a la habilidad, simpatía y capacidad delex monarca.


Resulta poco menos que denigrante la forma en la que se viene utilizando al actual monarca Felipe VI, teniendo en cuenta que fue un colaborador necesario (seguramente con el apoyo De su esposa, doña Leticia) en la renuncia al trono de su padre, una postura ambigua y que fue criticada desde muchos ámbito de los monárquicos, que no vieron con buenos ojos la forma en la que don Juan Carlos fue defenestrado de su cargo. 


Ya se sabe que la figura del rey en España es poco menos que simbólica, sin embargo, para situaciones excepcionales como las que estamos viviendo en la actualidad, la figura del jefe del Estado, debiera tener un mayor relieve. No olvidemos que sigue siendo el mando supremo del Ejército y que, su padre, cuando el intento de golpe de Estado de 1981, tomó las riendas de la situación ordenando a los militares que regresaran a sus cuarteles.


El ver que todo el protagonismo (como quiere la izquierda, sin duda) es el de que el Rey aparezca en las revistas pilotando un velero en el Club Náutico de Palma de Mallorca, con la que se nos está viniendo encima, nos hace pensar que ha llegado un momento en que, como ya ha ocurrido en otras naciones del viejo continente, en España ha dejado de tener significado, quizás debido a que los matrimonios morganáticos en las distintas monarquías no han resultado ser los más conveniente para el prestigio de la institución.


O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, nos encontramos ante un gobierno en el que las féminas, feministas por supuesto, parece que se han arrogado la libertad de criticar a sus adversarios, no desde la sede del Congreso de Diputados que es donde se deben debatir los asuntos políticos, sino desde sus plataformas intocables de los medios sobre los que tienen poder absoluto. Hete aquí esta ministra risueña, Pilar Alegría, poco eficiente si tenemos que hablar de cómo se enseña en Cataluña, los incumplimientos constantes de las sentencias de los tribunales y la constatación de que existe una rebelión en contra de aplicar el 25% de la enseñanza en castellano.


Pues esta señora se ha permitido llamar catastrofista al señor Feijóo, un caballero que, por supuesto tiene una preparación muy superior a ella y ya no hablemos de su currículum en la política, donde la distancia es abismal. Lo que sucede, señora ministra de Educación, es que usted no tiene la más mínima idea de lo que es la situación actual de la economía europea y, menos todavía, de la española; pendiente, como todo el resto de ministros, de servir fielmente a su amo, sin hacer preguntas ni discutir sus decisiones. 

Una actitud de sumisión al mando que no justifica esta sonrisa, permítame decirlo, de suficiencia con la que pretende despreciar a sus oponentes.

Donde se habla de corbatas, ilusiones vanas y vaticinios

Actitud de sumisión que no justifica esta sonrisa de suficiencia con la que pretende despreciar a sus oponentes
Miguel Massanet
jueves, 4 de agosto de 2022, 09:37 h (CET)

Si en esta España desconocida en la que nos encontramos alguien quisiera, objetivamente, analizar la situación, seguramente llegaría a la conclusión de que estamos caminado a pasos agigantados hacia la idiotización del pueblo, la cultura de lo vano, absurdo y desconcertante y la constatación de que una gran parte de los españoles prescinde de ceñirse a la realidad de un país que barrunta para otoño serias dificultades.


Si nos atenemos a las informaciones y predicciones de los economistas, si la guerra de Ucrania persiste, si los conflictos con China no amainan y si el problema de la energía que afecta a la mayoría de naciones del mundo, no se soluciona puede suceder que haya una situación social, motivada por la grave inflación que estamos padeciendo (un 10’8% no parece que sea la mejor noticia para este Gobierno que sigue pensando que lo que quisiera que sucediera es lo que, indefectiblemente, va a ocurrir) que puede acabar con la paciencia de los más pacíficos.


Cuando vemos, alucinados, que nuestro presidente del gobierno, señor Pedro Sánchez, en un gesto propio de Napoleón, se arranca la corbata del cuello e invita a los acompañantes para que sigan su ejemplo, en aras de velar por la descontaminación del planeta, no nos queda más remedio que temblar pensando que este sujeto atrabiliario es quién, en estos momentos de graves dificultades, decide lo que vamos a tener que hacer los españoles.


Cuesta creer que estemos celebrando que el empleo haya mejorado, algo de lo que nos congratulamos como españoles y que el Gobierno eche las campanas al vuelo por los buenos resultados de la campaña turística, dando por solucionados los problemas ocasionados por la anterior crisis económica y la del Covid 19, y llegue a la conclusión de que, para redondear lo que ellos consideran como un éxito de gestión, lo que hace falta es recaudar más impuestos, castigar a las entidades bancarías y a la empresas energéticas con impuestos complementarios sobre sus eventuales beneficios y se deje en el tintero el anunciado incremento de los intereses de la Deuda pública anunciados, por el BCE acompañados de un aumento de tres cuartos de punto anunciado por la FED americana en el precio del dinero.


Los que se ocupan de valorar la opinión de los ciudadanos, no los que hacen encuestas por encargo de los medios de comunicación, que siguen al pie de la letra las consignas gubernamentales ( no olviden nunca el trabajo de apoyo al gobierno socialista de Sánchez, por parte del panfleto catalanista del grupo Godó, La Vanguardia) sino de aquellos que quieren conocer lo que piensa el pueblo llano de esta anunciada recuperación de la nación española, y veremos que va “in crescendo” aquellos que ya empiezan a protestar airadamente sobre el evidente encarecimiento de la vida, el aumento desorbitado de precios de los alimentos y de productos básicos como la gasolina, el gas.


No es algo sin importancia el constatar los recibimientos airados y repletos de insultos para el señor Pedro Sánchez o el mismo señor Marlasca, cuando vistan algún lugar en el que se ha producido un siniestro. Ya nadie se fía de las promesas gubernamentales. Tanto los que fueron perjudicados por la catástrofe volcánica de las Canarias, como las gentes del campo, agricultores y ganaderos, los camioneros, y los usuarios de los automóviles que han visto como los combustibles para sus coches se han encarecido de una forma exponencial, dejando en ridículo el intento del Gobierno de reducir el impacto de los precios con una ayuda insuficiente de 20 céntimos por litro.Incluso los restaurantes y hoteleros, los principales beneficiarios del boom turístico, han tenido que quejarse de que, pese a que la ocupación ronda el 80%, sin embargo, los costos a causa de la inflación se van comiendo una parte importante de los beneficios de la campaña.


Si nos referimos a la construcción empieza a verse que se dan bastos: las ventas se debilitan; los costes de producción, como no podía ser menos ante una inflación como la que tenemos, se encarecen y, ante el hecho de que comprar una vivienda resulta imposible para muchos españoles, las demandas de alquiler se están disparando. Vean el caso de Cataluña en la que una alcaldesa comunista, la señora Colau, que no respeta la Constitución española, se ha permitido limitar el derecho de los propietarios, consecuencia de lo que es una nación donde exista la economía libre de mercado, a pedir alquileres de acuerdo con lo que es la ley de la oferta y la demanda. 


Se le ha concedido la patente de corso, como hizo Inglaterra con el corsario Drake para que asaltara, impunemente, a las naves españolas que traían mercancías y oro de la América descubierta por Colón. Y un dato importante, este año se han vendido 100.000 viviendas menos de las que se preveían.


Y, mientras tanto, el gobierno jugando a hacer leyes inútiles, de cara a satisfacer a sus socios separatistas, en este caso con la idea de modificar la ley de Secretos oficiales que, díganme ustedes a mí a quién le preocupan si no es a aquellos que buscan extraer de los archivos aquellos documentos que puedan perjudicar a las derechas porque, lo que nunca vamos a ver, van a ser aquellos otros en los que se registren los graves errores de las izquierdas y de los socios separatistas del señor Sánchez. 


Seguimos en la labor de separar a los españoles entre buenos ( las izquierdas y los rojillos) y malos, todos los demás que, inmediatamente y sin apelación posible, son catalogados de “fachas” y, en consecuencia, sin derecho a existir, a exponer sus teorías y reivindicaciones, ni tampoco, a ser tenidos en cuenta en las cuestiones fundamentales que puedan afectar a toda la nación española.

Y un comentario sobre el papel de la familia real española. 


Aparte de el ensañamiento que está teniendo la izquierda respecto a la figura del ex monarca Juan Carlos I, un señor mayor que, con todos sus defectos y carencias personales, tuvo un papel inestimable en la gestión de la nueva democracia española y, una importante y decisiva colaboración en una serie de acuerdos con distintas naciones que se consiguieron gracias a la habilidad, simpatía y capacidad delex monarca.


Resulta poco menos que denigrante la forma en la que se viene utilizando al actual monarca Felipe VI, teniendo en cuenta que fue un colaborador necesario (seguramente con el apoyo De su esposa, doña Leticia) en la renuncia al trono de su padre, una postura ambigua y que fue criticada desde muchos ámbito de los monárquicos, que no vieron con buenos ojos la forma en la que don Juan Carlos fue defenestrado de su cargo. 


Ya se sabe que la figura del rey en España es poco menos que simbólica, sin embargo, para situaciones excepcionales como las que estamos viviendo en la actualidad, la figura del jefe del Estado, debiera tener un mayor relieve. No olvidemos que sigue siendo el mando supremo del Ejército y que, su padre, cuando el intento de golpe de Estado de 1981, tomó las riendas de la situación ordenando a los militares que regresaran a sus cuarteles.


El ver que todo el protagonismo (como quiere la izquierda, sin duda) es el de que el Rey aparezca en las revistas pilotando un velero en el Club Náutico de Palma de Mallorca, con la que se nos está viniendo encima, nos hace pensar que ha llegado un momento en que, como ya ha ocurrido en otras naciones del viejo continente, en España ha dejado de tener significado, quizás debido a que los matrimonios morganáticos en las distintas monarquías no han resultado ser los más conveniente para el prestigio de la institución.


O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, nos encontramos ante un gobierno en el que las féminas, feministas por supuesto, parece que se han arrogado la libertad de criticar a sus adversarios, no desde la sede del Congreso de Diputados que es donde se deben debatir los asuntos políticos, sino desde sus plataformas intocables de los medios sobre los que tienen poder absoluto. Hete aquí esta ministra risueña, Pilar Alegría, poco eficiente si tenemos que hablar de cómo se enseña en Cataluña, los incumplimientos constantes de las sentencias de los tribunales y la constatación de que existe una rebelión en contra de aplicar el 25% de la enseñanza en castellano.


Pues esta señora se ha permitido llamar catastrofista al señor Feijóo, un caballero que, por supuesto tiene una preparación muy superior a ella y ya no hablemos de su currículum en la política, donde la distancia es abismal. Lo que sucede, señora ministra de Educación, es que usted no tiene la más mínima idea de lo que es la situación actual de la economía europea y, menos todavía, de la española; pendiente, como todo el resto de ministros, de servir fielmente a su amo, sin hacer preguntas ni discutir sus decisiones. 

Una actitud de sumisión al mando que no justifica esta sonrisa, permítame decirlo, de suficiencia con la que pretende despreciar a sus oponentes.

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