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Somos lo que somos por decisión propia, no por designio, algunos lo asumimos, otros, la mayoría, viven hundidos en la resignación

Trashumantes y poetas

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Hay quienes son trashumantes y poetas, pero no han reparado en ello, se pierden de la riqueza que implica la trashumancia combinada con la poesía. Yo era uno de ellos.


En esta ocasión me centraré en la trashumancia, ya lo he hecho mucho de la poesía. Trashumante es quien practica la trashumancia, es decir, es la cualidad del que cambia frecuentemente de lugar (Etimologias de Chile. 2022). La trashumancia es un concepto que hace referencia a la actitud de trasladarse de un lugar a otro. Dicho de otra manera: las personas trashumantes son aquellas que hacen del desplazamiento su forma de vida, y que, a partir de ahí construyen realidades invisibles al sedentarismo.


De acuerdo a quienes se han dedicado a estudiar el trashumanismo, éste tiene antecedentes claros y ancestrales en las comunidades de pastores. Según Cristina Hevilla (Benedetti, A. 2020) en relación a la trashumancia, sintetiza: La trashumancia es una palabra ligada a humus y a tierra. Implica estar siempre en camino, un andar circular de gentes y ganado que dominan saberes simbólicos y materiales de los lugares por los que se desplazan.


Hevilla, en el mismo artículo sobre trashumancia incluido en Palabras clave para el estudio de las fronteras, sostiene: Si se considera con mayor amplitud el concepto de habitar –propuesto por Heidegger– como oportunidad para analizar prácticas que no se vinculan al sedentarismo (Pardoel y Riesco, 2012), la trashumancia puede reflexionarse como un habitar más allá de lo meramente construido. Es un relacionarse positivamente con la naturaleza, un morar en la movilidad...


Morar en la movilidad, aprender a vivir en el movimiento, en el constante viaje, en el aquí y ahora; en la atención plena del presente, divisa que será siempre la misma aunque el punto varía de un “presente” a “otro”, y las condiciones no sean las mismas, es más, siempre serán diferentes, porque el cambio/desplazamiento es permanente.


Intercalo versos de mi poema Por decisión (Sabersinfin.com. 2019):


Somos huellas, / a veces marcas de polvo, / otras, rastros en barro y hierro. / Alternamos en la temporalidad, / vamos flotando como plumas / o permanecemos anclados / en el fondo del mar…


Es vital entender que no es lo mismo viajar, ser viajero, que ser trashumante. El trashumante viaja, se desplaza, pero no todo viajero es trashumante, porque la movilidad del viajero no necesariamente constituye una forma de vida, no representa una forma de ser y concebir la vida.


La trashumancia es  una actividad artesanal, conlleva saberes colectivos, constituye patrimonio cultural intangible. Solo algunas formas de viajes alternativos confluyen en el contexto del patrimonio cultural tangible e intangible, pero no lo conforman, no lo construyen, en cambio, la trashumancia sí.


Somos libros abiertos / con historias, relatos y poesía; / somos deleite y enigma, / somos camino, vericueto y pista, / somos lo que somos / porque la vida nos forja / y cual experto escultor / o aprendiz cantero / esgrimimos herramientas / pariendo bellezas o bodrios.


En fin, es sumamente interesante todo lo relacionado con la trashumancia, sus vínculos con la migración, las costumbres, las formas de producción alternativas, el esoterismo, el arte en particular la poesía y la resistencia a la uniformidad y el sedentarismo. Pienso todo esto y más mientras trasladamos el estudio de trasmisiones de Sabersinfin.com a la biblioteca que lleva mi nombre en el Centro Cultural D'Los, en el Centro Histórico de la capital poblana. Reparo que en cuatro ocasiones previas hemos tenido que hacer lo mismo.


Pienso que en el fondo, quienes mantenemos viva la llama de dicho proyecto, al igual que otros más que se animan a continuar con alguna iniciativa independiente, somos trashumantes. Reflexiono sobre nuestro movimiento sin que la pasión me nuble el entendimiento.  Sostengo que cada espacio nos ha enseñado algo, principalmente a vivir y sobrevivir en la adversidad.


No contamos con la más avanzada tecnología ni con un gran capital, tampoco somos graciosos, ni pertenecemos a las nuevas generaciones de influencers, pero tenemos raíces y lo sabemos. Sí, tenemos marcos teóricos, valores, bases filosóficas y mucho por aportar al mundo. Somos lo que cada uno de los que ha pasado por aquí ha dejado y se ha llevado. Amamos la vida, confiamos en la esperanza, en el futuro, hacemos lo que de todos es conocido por amor a quienes nos han antecedido, a quienes están cerca de nosotros, a quienes no están tan próximos; sin rodeos, creemos hacer las cosas por amor a la humanidad.


No nos concebimos solo como un estudio de transmisiones, como un portal, o como una estación de radio o televisión vía streaming. Nos asumimos como una central multidimensional de nodos capaces de propiciar que todos aprendamos de todos. No estamos exentos de los encantos del ego, eso nos queda muy claro, lidiamos a diario con ello.


Estamos por cumplir dieciséis años de vida y entre nuestras filas hay quienes ya han rebasado una década de estar activamente divulgando que el saber no tiene fronteras, ahí han levantado su fortaleza. Hemos vivido de todo, las partidas a otros planos no han faltado. Se han ido varios buenos. Han llegado otros, el tiempo dirá si es para de la sociedad. Nos reconocemos trashumantes, hemos hecho la trashumancia una de nuestras ventajas de sobrevivencia y continuidad. En efecto, nos reconocemos trashumantes, pero también poetas. Aprendemos del viaje y en el trayecto hacemos poesía.


Somos lo que somos por decisión, / no por designio, / algunos lo asumimos, / otros, la mayoría, / viven hundidos en la resignación.


¡Vaya combinación, trashumantes y poetas! No es exclusivo de nosotros, pero ahí radica nuestra fuerza, ya nos dimos cuenta.

Trashumantes y poetas

Somos lo que somos por decisión propia, no por designio, algunos lo asumimos, otros, la mayoría, viven hundidos en la resignación
Abel Pérez Rojas
lunes, 27 de junio de 2022, 09:36 h (CET)

Hay quienes son trashumantes y poetas, pero no han reparado en ello, se pierden de la riqueza que implica la trashumancia combinada con la poesía. Yo era uno de ellos.


En esta ocasión me centraré en la trashumancia, ya lo he hecho mucho de la poesía. Trashumante es quien practica la trashumancia, es decir, es la cualidad del que cambia frecuentemente de lugar (Etimologias de Chile. 2022). La trashumancia es un concepto que hace referencia a la actitud de trasladarse de un lugar a otro. Dicho de otra manera: las personas trashumantes son aquellas que hacen del desplazamiento su forma de vida, y que, a partir de ahí construyen realidades invisibles al sedentarismo.


De acuerdo a quienes se han dedicado a estudiar el trashumanismo, éste tiene antecedentes claros y ancestrales en las comunidades de pastores. Según Cristina Hevilla (Benedetti, A. 2020) en relación a la trashumancia, sintetiza: La trashumancia es una palabra ligada a humus y a tierra. Implica estar siempre en camino, un andar circular de gentes y ganado que dominan saberes simbólicos y materiales de los lugares por los que se desplazan.


Hevilla, en el mismo artículo sobre trashumancia incluido en Palabras clave para el estudio de las fronteras, sostiene: Si se considera con mayor amplitud el concepto de habitar –propuesto por Heidegger– como oportunidad para analizar prácticas que no se vinculan al sedentarismo (Pardoel y Riesco, 2012), la trashumancia puede reflexionarse como un habitar más allá de lo meramente construido. Es un relacionarse positivamente con la naturaleza, un morar en la movilidad...


Morar en la movilidad, aprender a vivir en el movimiento, en el constante viaje, en el aquí y ahora; en la atención plena del presente, divisa que será siempre la misma aunque el punto varía de un “presente” a “otro”, y las condiciones no sean las mismas, es más, siempre serán diferentes, porque el cambio/desplazamiento es permanente.


Intercalo versos de mi poema Por decisión (Sabersinfin.com. 2019):


Somos huellas, / a veces marcas de polvo, / otras, rastros en barro y hierro. / Alternamos en la temporalidad, / vamos flotando como plumas / o permanecemos anclados / en el fondo del mar…


Es vital entender que no es lo mismo viajar, ser viajero, que ser trashumante. El trashumante viaja, se desplaza, pero no todo viajero es trashumante, porque la movilidad del viajero no necesariamente constituye una forma de vida, no representa una forma de ser y concebir la vida.


La trashumancia es  una actividad artesanal, conlleva saberes colectivos, constituye patrimonio cultural intangible. Solo algunas formas de viajes alternativos confluyen en el contexto del patrimonio cultural tangible e intangible, pero no lo conforman, no lo construyen, en cambio, la trashumancia sí.


Somos libros abiertos / con historias, relatos y poesía; / somos deleite y enigma, / somos camino, vericueto y pista, / somos lo que somos / porque la vida nos forja / y cual experto escultor / o aprendiz cantero / esgrimimos herramientas / pariendo bellezas o bodrios.


En fin, es sumamente interesante todo lo relacionado con la trashumancia, sus vínculos con la migración, las costumbres, las formas de producción alternativas, el esoterismo, el arte en particular la poesía y la resistencia a la uniformidad y el sedentarismo. Pienso todo esto y más mientras trasladamos el estudio de trasmisiones de Sabersinfin.com a la biblioteca que lleva mi nombre en el Centro Cultural D'Los, en el Centro Histórico de la capital poblana. Reparo que en cuatro ocasiones previas hemos tenido que hacer lo mismo.


Pienso que en el fondo, quienes mantenemos viva la llama de dicho proyecto, al igual que otros más que se animan a continuar con alguna iniciativa independiente, somos trashumantes. Reflexiono sobre nuestro movimiento sin que la pasión me nuble el entendimiento.  Sostengo que cada espacio nos ha enseñado algo, principalmente a vivir y sobrevivir en la adversidad.


No contamos con la más avanzada tecnología ni con un gran capital, tampoco somos graciosos, ni pertenecemos a las nuevas generaciones de influencers, pero tenemos raíces y lo sabemos. Sí, tenemos marcos teóricos, valores, bases filosóficas y mucho por aportar al mundo. Somos lo que cada uno de los que ha pasado por aquí ha dejado y se ha llevado. Amamos la vida, confiamos en la esperanza, en el futuro, hacemos lo que de todos es conocido por amor a quienes nos han antecedido, a quienes están cerca de nosotros, a quienes no están tan próximos; sin rodeos, creemos hacer las cosas por amor a la humanidad.


No nos concebimos solo como un estudio de transmisiones, como un portal, o como una estación de radio o televisión vía streaming. Nos asumimos como una central multidimensional de nodos capaces de propiciar que todos aprendamos de todos. No estamos exentos de los encantos del ego, eso nos queda muy claro, lidiamos a diario con ello.


Estamos por cumplir dieciséis años de vida y entre nuestras filas hay quienes ya han rebasado una década de estar activamente divulgando que el saber no tiene fronteras, ahí han levantado su fortaleza. Hemos vivido de todo, las partidas a otros planos no han faltado. Se han ido varios buenos. Han llegado otros, el tiempo dirá si es para de la sociedad. Nos reconocemos trashumantes, hemos hecho la trashumancia una de nuestras ventajas de sobrevivencia y continuidad. En efecto, nos reconocemos trashumantes, pero también poetas. Aprendemos del viaje y en el trayecto hacemos poesía.


Somos lo que somos por decisión, / no por designio, / algunos lo asumimos, / otros, la mayoría, / viven hundidos en la resignación.


¡Vaya combinación, trashumantes y poetas! No es exclusivo de nosotros, pero ahí radica nuestra fuerza, ya nos dimos cuenta.

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