Miles de personas llenaron las calles de Madrid el domingo 27 de marzo para decir una vez más "sí a la vida" y dar un testimonio a contracorriente, en medio de una sociedad que vive indiferente, cuando no con complacencia, las políticas cada vez más agresivas de desprotección y ataque a la vida humana, y de estigmatización de aquellos que, desde la recta razón y el sentido común, se oponen a todo cuanto proviene de la cultura de la muerte.
En la estela del Día Internacional de las personas con Síndrome de Down y de la Jornada Mundial de la Vida, celebradas unos días antes, la manifestación volvio a ser un ejemplo de civismo y una respuesta valiente de la sociedad civil, que quiere seguir despertando tantas conciencias adormecidas. Su labor es encomiable y decisiva para seguir defendiendo a los que no tienen voz y que son muchas veces ignorados y atacados por aquellos que presumen de defender a los más vulnerables.
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