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Etiquetas | Hablemos sin tapujos | Guerra | UCRANIA | Rusia | UE | Defensa
“Temprano en la vida tuve que elegir entre la arrogancia honesta y la humildad hipócrita. Elegí lo primero y no he visto razón para cambiar”, Frank Lloyd Wright

​Seamos francos: una acomplejada UE sacrificará Ucrania al agresor ruso

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Cuando se trata de defender a una persona, comunidad o país de una injusticia grave, es evidente que no se puede amparase en trabas administrativas, en siglas políticas o en compromisos de organizaciones militares de tipo colectivo de defensa, excusas materiales o temores, más o menos fundados, pero que, en la mayoría de casos, lo que ocultan es la incapacidad de tomar decisiones que están por encima de cualquier otra consideración que no sea intentar reparar la injusticia perpetrada. Si el caso que nos ocupa, por añadidura, entraña un verdadero cúmulo de acciones inhumanas, crímenes de guerra, venganzas, matanzas de civiles  e infracciones de las normas internacionales de la Justicia, que deben ser respetadas por la comunidad de naciones, tanto en tiempos de paz como de guerra; es  de puro sentido común el que, por encima de cualquier otra consideración o reparo, se deba acudir a lo que resulta más esencial y obvio que, en el caso de lo que está sucediendo con la invasión artera, injustificada, sangrienta y desproporcionada por la cantidad y la calidad de los medios empleados en la contienda, que favorecen a los invasores y condenan a los invadidos a una lucha desproporcionada y desigual, en la que solo la valentía, heroicidad, entrenamiento y patriotismo de los soldados y civiles ucranianos, ha permitido que lo que para Putin, seguramente, se había considerado como un paseo triunfal de sus tropas y la subsiguiente dominación de Ucrania; a la postre, ya vayan por encima de los cuarenta días y sigan sin poder doblegar el espíritu indómito de un pueblo que no piensa dejarse achantar por los invasores rusos.


Europa, en parte culpable de que Ucrania se sintiese respaldada en su lucha contra los rusos, con las promesas que se estuvieron haciendo desde instancias europeas, al gobierno ucraniano, con tal de que el país eslavo se fuera acercando a Europa dejando a Rusia aparte, incluso con la posibilidad de permitirle entrar como socio de la comunidad europea y con aspiraciones de pertenecer a la OTAN, que, sin duda alguna, ha sido lo que le ha permitido al señor Putin convencer a la opinión pública, en Rusia, de la necesidad de proteger el área de influencia en el Mar Negro y, aparte de mantener Crimea como puerto esencial para la escuadra y ampliar la zona de influencia quedándose, como parece ser su actual objetivo, con la zona del Don Bass, del este de Ucrania, casi frente mismo de la península de Crimea. Sin duda alguna, el presidente de Ucrania mantuvo durante un tiempo la esperanza de que, las ayudas que iba a recibir de Europa, no se limitarían a la entrega de armas defensivas, sino que, la envergadura del desafío del señor Putín iba a convencer, a los EE.UU y a la OTAN, de la necesidad de dejarse de pamplinas y poner a los rusos ante el peligro de que la guerra de Ucrania se convirtiera en algo más importante y peligroso para los rusos.


Claro que, cuando se produjo uno de los enfrentamientos que más cerca han estado de una tercera guerra mundial; precisamente durante la legislatura del señor Kennedy, en el momento en el que los rusos se pusieron de parte del señor Fidel Castro, el dictador cubano, y decidieron enviar armas nucleares de alcance medio a la isla caribeña para instalarlas, prácticamente, a las puertas de la nación americana, el mundo tembló. Esto ocurrió en octubre del año 1962 y, como hemos anticipado, provocó que la administración Kennedy pusiera una línea roja de la que ninguno de los barcos rusos pudiera pasar sin que ello provocara un conflicto armado con la nación americana. Los rusos recularon y, afortunadamente, las cosas no pasaron adelante. Ahora, no parece que el señor Biden sea capaz de tomar una actitud parecida a la de J.F.Kennedy, quizás porque los americanos no se lo consentirían o, acaso, porque no se siente lo suficientemente seguro de su situación como dirigente de la Casa Blanca.


Y aquí entramos en lo que parece ser clave de lo que está sucediendo en esta Europa que sin el apoyo explícito de los EE.UU no parece capaz de tomar iniciativas que no se limiten a castigos económicos y, aun así, con limitaciones. No ya para declarar una guerra a los rusos, algo para lo que evidentemente no está preparada, sino para tomar decisiones de tipo económicos, como el embargo de la compra de combustibles a Rusia o el imponer medidas de mayor rango como serían enviar aviones de combate a Ucrania, algo que está pidiendo continuamente el señor Zelenski, u otros tipos de armas más sofisticadas de las que, a diferencia de los rusos, carecen y ello los sitúa en clara desventaja con sus invasores que, por cierto, ya se comenta que están preparando otro ejército, con la lección aprendida de que no se pueden enviar soldados bisoños ni material viejo a una guerra que no tienen compasión conlos armamentos ya pasados de moda. Fuentes de la inteligencia parece que anunciaban que había preparada una columna de varios kilómetros de armamento, tanques, vehículos o lanzaderas que estaban preparados para recibir la orden de entrar en Ucrania para, preferentemente, conseguir el dominio total de la zona del Don Bass.


Y, desde el punto de vista de un observador, un simple ciudadano que se limita a contemplar la realidad, lo que podemos deducir, a la vista del comportamiento de algunas de las naciones europeas miembros de la OTAN, es que cada día que pasa surgen más disidencias entre unas naciones y otras, dependiendo de la necesidad de asegurarse o prescindir el petróleo y, especialmenteel gas que se les suministra, habitualmente, desde la nación rusa. Alemania se ha constituido, en esta ocasión, en uno de los principales obstáculos para el embargo de compras a los rusos, pensando en que, su dependencia energética de Rusia se cifra en un 60%. Italia, que limita su dependencia a un 40%, de la mano del señor Draghi, un magnífico economista y, al parecer, un excelente presidente de la república italiana, aprovechando que España, como suele suceder, está dando pasos equivocados, al despreciar a Argelia para apoyar al sultán de Marruecos en la cuestión espinosa del Sahara; ha conseguido de Marruecos el obtener un trato preferente en el envío de gas argelino a través del gasoducto TransMed que conecta el campo de Hassi R´Mel con Sicilia. El acuerdo consiste en aumentar gradualmente el suministro de gas argelino hasta los 9.000 millones de metros cúbicos adicionales desde el 2023 al 2024.


Aquí resaltar que, pese a lo que nuestro Gobierno nos dijo, lo previsible será que, a partir de la renovación del contrato con Argelia, si realmente se llega a producir, el precio del gas argelinose va a incrementarse notablemente, ya que habremos dejado de ser un socio preferente. La alternativa, de la que parece fiarse el señor Sánchez, va a ser el gas de los EE.UU,que nos llegará licuado por medio de barcos desde aquel país hasta España. El precio, sin duda, va a sufrir un sustancial aumento debido al encarecimiento que han experimentado los fletes y los que pudieran llegar a alcanzar, si la guerra de Ucrania no se soluciona pronto.


Cuesta pensar, con estas diferencias entre las distintas naciones, según les afecte a su propia economía y las posibilidades de encontrar sustitutivo a los envíos que, actualmente, vienen recibiendo de Rusia, a un precio razonable, que Europa -esta singular agrupación económica si no política - va a poder mantener su postura de neutralidad y, si esto se consiguiera, cómo se va a poder justificar que, al fin y a la postre, sea Putín y su ejército rojo quien entre en Ucrania y se apodere de todo lo que le de la gana, sin que se le pueda controlar  el comportamiento de sus soldados con la población civil y la clase de ocupación a la que van a someter al pueblo ucraniano que, todo apunta a ello, pudiera acabar con una de estas masacres genocidas que han tenido lugar en varios países del mundo, a lo largo de la historia de la humanidad.


Algunos pensamos en la hipocresía de los políticos, en su negligencia, en sus promesas falsas y en la forma criminal con la que consiguen evadir sus compromisos, cuando su cumplimiento les puede causar problemas en sus aspiraciones personales, políticas o económicas, al tener que enfrentarse a situaciones incómodas que pueden acabar por comprometerles personalmente. O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, contemplamos con verdadera repugnancia, como países civilizados, como se considera a las naciones europeas, pueden ser cómplices de tamañas aberraciones, siempre impulsados por este egoísmo nacional, que tanto ha venido lastrando la posibilidad de una verdadera Europa unida por la política y por las instituciones, gobierno y leyes comunes a toda ella. Esto, señores, nos parece imposible a la vista de lo que viene sucediendo hasta ahora.


El pensamiento que queremos trasmitirles hoy es el siguiente: “No se puede escapar de la responsabilidad del mañana evadiéndola hoy”, Abraham Lincoln.

​Seamos francos: una acomplejada UE sacrificará Ucrania al agresor ruso

“Temprano en la vida tuve que elegir entre la arrogancia honesta y la humildad hipócrita. Elegí lo primero y no he visto razón para cambiar”, Frank Lloyd Wright
Miguel Massanet
miércoles, 13 de abril de 2022, 10:55 h (CET)

Cuando se trata de defender a una persona, comunidad o país de una injusticia grave, es evidente que no se puede amparase en trabas administrativas, en siglas políticas o en compromisos de organizaciones militares de tipo colectivo de defensa, excusas materiales o temores, más o menos fundados, pero que, en la mayoría de casos, lo que ocultan es la incapacidad de tomar decisiones que están por encima de cualquier otra consideración que no sea intentar reparar la injusticia perpetrada. Si el caso que nos ocupa, por añadidura, entraña un verdadero cúmulo de acciones inhumanas, crímenes de guerra, venganzas, matanzas de civiles  e infracciones de las normas internacionales de la Justicia, que deben ser respetadas por la comunidad de naciones, tanto en tiempos de paz como de guerra; es  de puro sentido común el que, por encima de cualquier otra consideración o reparo, se deba acudir a lo que resulta más esencial y obvio que, en el caso de lo que está sucediendo con la invasión artera, injustificada, sangrienta y desproporcionada por la cantidad y la calidad de los medios empleados en la contienda, que favorecen a los invasores y condenan a los invadidos a una lucha desproporcionada y desigual, en la que solo la valentía, heroicidad, entrenamiento y patriotismo de los soldados y civiles ucranianos, ha permitido que lo que para Putin, seguramente, se había considerado como un paseo triunfal de sus tropas y la subsiguiente dominación de Ucrania; a la postre, ya vayan por encima de los cuarenta días y sigan sin poder doblegar el espíritu indómito de un pueblo que no piensa dejarse achantar por los invasores rusos.


Europa, en parte culpable de que Ucrania se sintiese respaldada en su lucha contra los rusos, con las promesas que se estuvieron haciendo desde instancias europeas, al gobierno ucraniano, con tal de que el país eslavo se fuera acercando a Europa dejando a Rusia aparte, incluso con la posibilidad de permitirle entrar como socio de la comunidad europea y con aspiraciones de pertenecer a la OTAN, que, sin duda alguna, ha sido lo que le ha permitido al señor Putin convencer a la opinión pública, en Rusia, de la necesidad de proteger el área de influencia en el Mar Negro y, aparte de mantener Crimea como puerto esencial para la escuadra y ampliar la zona de influencia quedándose, como parece ser su actual objetivo, con la zona del Don Bass, del este de Ucrania, casi frente mismo de la península de Crimea. Sin duda alguna, el presidente de Ucrania mantuvo durante un tiempo la esperanza de que, las ayudas que iba a recibir de Europa, no se limitarían a la entrega de armas defensivas, sino que, la envergadura del desafío del señor Putín iba a convencer, a los EE.UU y a la OTAN, de la necesidad de dejarse de pamplinas y poner a los rusos ante el peligro de que la guerra de Ucrania se convirtiera en algo más importante y peligroso para los rusos.


Claro que, cuando se produjo uno de los enfrentamientos que más cerca han estado de una tercera guerra mundial; precisamente durante la legislatura del señor Kennedy, en el momento en el que los rusos se pusieron de parte del señor Fidel Castro, el dictador cubano, y decidieron enviar armas nucleares de alcance medio a la isla caribeña para instalarlas, prácticamente, a las puertas de la nación americana, el mundo tembló. Esto ocurrió en octubre del año 1962 y, como hemos anticipado, provocó que la administración Kennedy pusiera una línea roja de la que ninguno de los barcos rusos pudiera pasar sin que ello provocara un conflicto armado con la nación americana. Los rusos recularon y, afortunadamente, las cosas no pasaron adelante. Ahora, no parece que el señor Biden sea capaz de tomar una actitud parecida a la de J.F.Kennedy, quizás porque los americanos no se lo consentirían o, acaso, porque no se siente lo suficientemente seguro de su situación como dirigente de la Casa Blanca.


Y aquí entramos en lo que parece ser clave de lo que está sucediendo en esta Europa que sin el apoyo explícito de los EE.UU no parece capaz de tomar iniciativas que no se limiten a castigos económicos y, aun así, con limitaciones. No ya para declarar una guerra a los rusos, algo para lo que evidentemente no está preparada, sino para tomar decisiones de tipo económicos, como el embargo de la compra de combustibles a Rusia o el imponer medidas de mayor rango como serían enviar aviones de combate a Ucrania, algo que está pidiendo continuamente el señor Zelenski, u otros tipos de armas más sofisticadas de las que, a diferencia de los rusos, carecen y ello los sitúa en clara desventaja con sus invasores que, por cierto, ya se comenta que están preparando otro ejército, con la lección aprendida de que no se pueden enviar soldados bisoños ni material viejo a una guerra que no tienen compasión conlos armamentos ya pasados de moda. Fuentes de la inteligencia parece que anunciaban que había preparada una columna de varios kilómetros de armamento, tanques, vehículos o lanzaderas que estaban preparados para recibir la orden de entrar en Ucrania para, preferentemente, conseguir el dominio total de la zona del Don Bass.


Y, desde el punto de vista de un observador, un simple ciudadano que se limita a contemplar la realidad, lo que podemos deducir, a la vista del comportamiento de algunas de las naciones europeas miembros de la OTAN, es que cada día que pasa surgen más disidencias entre unas naciones y otras, dependiendo de la necesidad de asegurarse o prescindir el petróleo y, especialmenteel gas que se les suministra, habitualmente, desde la nación rusa. Alemania se ha constituido, en esta ocasión, en uno de los principales obstáculos para el embargo de compras a los rusos, pensando en que, su dependencia energética de Rusia se cifra en un 60%. Italia, que limita su dependencia a un 40%, de la mano del señor Draghi, un magnífico economista y, al parecer, un excelente presidente de la república italiana, aprovechando que España, como suele suceder, está dando pasos equivocados, al despreciar a Argelia para apoyar al sultán de Marruecos en la cuestión espinosa del Sahara; ha conseguido de Marruecos el obtener un trato preferente en el envío de gas argelino a través del gasoducto TransMed que conecta el campo de Hassi R´Mel con Sicilia. El acuerdo consiste en aumentar gradualmente el suministro de gas argelino hasta los 9.000 millones de metros cúbicos adicionales desde el 2023 al 2024.


Aquí resaltar que, pese a lo que nuestro Gobierno nos dijo, lo previsible será que, a partir de la renovación del contrato con Argelia, si realmente se llega a producir, el precio del gas argelinose va a incrementarse notablemente, ya que habremos dejado de ser un socio preferente. La alternativa, de la que parece fiarse el señor Sánchez, va a ser el gas de los EE.UU,que nos llegará licuado por medio de barcos desde aquel país hasta España. El precio, sin duda, va a sufrir un sustancial aumento debido al encarecimiento que han experimentado los fletes y los que pudieran llegar a alcanzar, si la guerra de Ucrania no se soluciona pronto.


Cuesta pensar, con estas diferencias entre las distintas naciones, según les afecte a su propia economía y las posibilidades de encontrar sustitutivo a los envíos que, actualmente, vienen recibiendo de Rusia, a un precio razonable, que Europa -esta singular agrupación económica si no política - va a poder mantener su postura de neutralidad y, si esto se consiguiera, cómo se va a poder justificar que, al fin y a la postre, sea Putín y su ejército rojo quien entre en Ucrania y se apodere de todo lo que le de la gana, sin que se le pueda controlar  el comportamiento de sus soldados con la población civil y la clase de ocupación a la que van a someter al pueblo ucraniano que, todo apunta a ello, pudiera acabar con una de estas masacres genocidas que han tenido lugar en varios países del mundo, a lo largo de la historia de la humanidad.


Algunos pensamos en la hipocresía de los políticos, en su negligencia, en sus promesas falsas y en la forma criminal con la que consiguen evadir sus compromisos, cuando su cumplimiento les puede causar problemas en sus aspiraciones personales, políticas o económicas, al tener que enfrentarse a situaciones incómodas que pueden acabar por comprometerles personalmente. O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, contemplamos con verdadera repugnancia, como países civilizados, como se considera a las naciones europeas, pueden ser cómplices de tamañas aberraciones, siempre impulsados por este egoísmo nacional, que tanto ha venido lastrando la posibilidad de una verdadera Europa unida por la política y por las instituciones, gobierno y leyes comunes a toda ella. Esto, señores, nos parece imposible a la vista de lo que viene sucediendo hasta ahora.


El pensamiento que queremos trasmitirles hoy es el siguiente: “No se puede escapar de la responsabilidad del mañana evadiéndola hoy”, Abraham Lincoln.

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