La sociedad no puede seguir mirando hacia otro lado ante este fenómeno destructivo, el consumo de pornografía en menores, aunque tanto en adultos como en menores y jóvenes. Es necesaria una corriente de políticas públicas y de pensamiento crítico, y también un esfuerzo educativo, ante una práctica que desencadena verdaderos destrozos en la maduración de la afectividad, que es clave en el equilibrio de las personas.
Hay un sector de la industria del entretenimiento que pretende normalizar el consumo de la pornografía, pero ya es hora de romper el tabú que identifica pornografía con libertad y hablar claro sobre la tragedia que supone para el futuro de muchísimos jóvenes, abocados por ella a unas relaciones violentas y a un egoísmo compulsivo.
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