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Llevamos detrás una serie de cargamentos de indudable influencia sobre las decisiones a tomar en el futuro inmediato

Testigos cautivos

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Uno suele presumir de sus percepciones de los eventos o comportamientos circundantes; con eso de a mí me lo van a decir. En cuanto a las referencias a los aconteceres lejanos, también escogemos los relatos con un sesgo peculiar. Pugnamos en torno a un impulso testimonial de primer orden, lo captado por este sujeto es considerado por el mismo como noticia primordial. 


Si bien somos protagonistas en estos lances, olvidamos una parte importante de la realidad, porque somos testigos, sí, pero CAUTIVOS de un sinfín de ataduras de diferente calibre y condición; no tenerlo en cuenta, no consigue eliminar esos forzamientos a la hora de atender e interpretar las experiencias.


Si algo nos enseñan los singulares experimentos de la Física, es cuán alejados nos encontramos de la simplicidad; cualquier fenómeno pende de varios hilos de complejas trayectorias. Y la física nos comprende también a los humanos, con fuertes enlaces con las diversas ramificaciones. El propio haz de luz al pasar por una rendija, demuestra el doble paso de ondas y partículas diferenciados; expande sus efectos de manera variada en el plano receptor. No se circunscribe exclusivamente en línea recta, nos enseñan que deriva en la difracción ESPACIAL, el haza queda reflejado en la pared receptora. Los métodos empleados para la captación de esas imágenes influyen en la manera de registrar el fenómeno.


Es ilustrativo el antiguo experimento de Moshinsky con un haz de partículas saliendo por un orificio, al taponarlo suspende el flujo y a continuación lo vuelve a abrir, reanudándose el flujo. Pues bien, los dos haces resultantes no se comportan tampoco de manera lineal, tienen desplazamientos divergentes que no siguen la secuencia temporal prevista; demostrando el comportamiento irregular de las partículas, acelerando o retrasando su tiempo. La denominaron difracción TEMPORAL. El comportamiento de las partículas añade complejidad a las interpretaciones aplicadas al desarrollo de las experiencias. A su vez, las interpretaciones arrastran su enorme carga de variedades.


Desde lo simple a lo intrincado, lo visible a lo oculto, las desviaciones son notorias, hasta la inversión de los conceptos tenidos por certeros. Quizá sea como algo utópico o irrisorio eso de la rectitud, de lo lineal, vaya usted a saber. Puestos ante una persona, las ventanas por donde puede mirar, sus ondas o sus partículas; son tantas, que las llamadas distorsiones se multiplican hasta lo innombrable. Vistas en conjunto, la comunidad amplifica las irregularidades y no se vislumbra la rectitud. La difracción SOCIAL pasa a convertirse en el funcionamiento habitual de sus variantes, con la lógica amplitud en cuanto al número de posibilidades, pero con la presencia de cautividades de todo tipo.


Caemos en las trampas con una facilidad contagiosa, nos perdemos entretenidos con los detalles nimios, caminando por senderos de orientaciones inciertas. Al tratar de las actitudes particulares, las relaciones comunitarias e incluso a la hora de las reflexiones; desdeñamos con frecuencia las versiones integradoras de factores contrapuestos. Nos atiborramos de DEFINICIONES forjadas a base de proclamaciones con ínfulas de absoluto; mientras las imprecisiones se introducen con fuerza en las nociones adoptadas. Nos cuesta desprendernos de dichos etiquetados, aun a sabiendas de su falseamiento simplista, sus cimientos movedizos. Nos expresamos como meros resortes sin otro fondo.


A la hora de pronunciarnos sobre un hecho concreto, esté o no relacionado conmigo, la manera de referirlo, de dar testimonio de lo sucedido tropieza con una larga serie de modificadores. La citada ubicación espacial, la relación con el tiempo y no digamos los condicionantes sociales, son evidentes y potentes moduladores; sin embargo, no son los únicos. Todos habremos podido comprobar en torno a los actos propios, el papel de la hipertrofia PERSONALISTA, cuando modificamos cualquier descripción al son de nuestras cualidades con el riesgo de una cierta tergiversación de los hechos descritos, en ocasiones hasta hacerlos irreconocibles. Cabe la duda, si testificamos del hecho concreto o de nosotros mismos.


Aún se acentúa la cuestión precedente si no somos cuidadosos en delimitar nuestros procesos mentales con respecto al hechos o circunstancias de los cuales pretendemos testimoniar. También es fácil de comprobar como en muchos relatos con alarde de ser objetivos, detectamos INTENCIONES subyacentes de lo más variadas e incluso perversas. En estos supuestos, el motivo de esa cautividad solapada se convierte en una fuente de falseamientos, emponzoñando las relaciones y transformando las referencias de los hechos en un magma confuso. En la vida comunitaria constituyen un lastre muy extendido causante de numerosas desaveniencias y conflictos. Cuesta detectarlas por la naturaleza semioculta de sus versiones.


La sinécdoque es la figura retórica de tomar la parte como si fuera el todo. Si uno deja de ser un testigo fiel puede deberse a fuertes motivaciones, pero puede derivarse de interpretaciones erróneas de ciertos conceptos. Suelen apreciarse casos de personas adheridas a lo que sucedió en tiempos pasados, conceptúan el pasado como entidad de peso suficiente para depender de sus dictados. Quedando así secuestrados por el engaño trazado desde el carácter irrecuperable del pasado en todo su contexto. Ese dilema pesará sin remisión sobre la AUTENTICIDAD de sus expresiones. En realidad, basarán sus juicios actuales, sus testimonios, desfigurados por la entidad sectaria de sus desviaciones.


Las peculiaridades de su ADN le confieren a cada persona unas características determinadas, contribuyen con su sello al funcionamiento corporal, de sus diversos órganos, incluidos los circuitos neuronales. La agudeza visual, la rapidez de los reflejos, el nivel de inteligencia, los matices de sus diversas cualidades, adquieren un perfil intransferible. Resulta natural la diferenciación a la hora de captar unas realidades, así como en el intento de transmitir esos conocimientos. La GENÉTICA establece una gran parte de las condiciones para configurar actuaciones. En su parte correspondiente, estamos atrapados en esos mecanismos moleculares tan influyentes y sus repercusiones.


Llevados del necesario acompañamiento grupal, desde el mínimo núcleo familiar en adelante; esa serie de compañeros suele ejercer ciertas presiones que condicionan las respuestas de cada sujeto. En especial, cuando predominan las actitudes inapropiadas del grupo, de carácter impositivo, con FORZAMIENTOS conductuales al son de la tribu, ideologías o configuraciones de diversa complejidad. Las testificaciones individuales pierden progresivamente su coherencia.


De alguna manera, llevamos detrás una serie de cargamentos de indudable influencia sobre las decisiones a tomar en el futuro inmediato. Hemos de contar con su dotación. Esa cautividad no está reñida con el discurso liberado a base de los RAZONAMIENTOS que no se terminan en dichos condicionantes.

Testigos cautivos

Llevamos detrás una serie de cargamentos de indudable influencia sobre las decisiones a tomar en el futuro inmediato
Rafael Pérez Ortolá
viernes, 28 de enero de 2022, 09:06 h (CET)

Uno suele presumir de sus percepciones de los eventos o comportamientos circundantes; con eso de a mí me lo van a decir. En cuanto a las referencias a los aconteceres lejanos, también escogemos los relatos con un sesgo peculiar. Pugnamos en torno a un impulso testimonial de primer orden, lo captado por este sujeto es considerado por el mismo como noticia primordial. 


Si bien somos protagonistas en estos lances, olvidamos una parte importante de la realidad, porque somos testigos, sí, pero CAUTIVOS de un sinfín de ataduras de diferente calibre y condición; no tenerlo en cuenta, no consigue eliminar esos forzamientos a la hora de atender e interpretar las experiencias.


Si algo nos enseñan los singulares experimentos de la Física, es cuán alejados nos encontramos de la simplicidad; cualquier fenómeno pende de varios hilos de complejas trayectorias. Y la física nos comprende también a los humanos, con fuertes enlaces con las diversas ramificaciones. El propio haz de luz al pasar por una rendija, demuestra el doble paso de ondas y partículas diferenciados; expande sus efectos de manera variada en el plano receptor. No se circunscribe exclusivamente en línea recta, nos enseñan que deriva en la difracción ESPACIAL, el haza queda reflejado en la pared receptora. Los métodos empleados para la captación de esas imágenes influyen en la manera de registrar el fenómeno.


Es ilustrativo el antiguo experimento de Moshinsky con un haz de partículas saliendo por un orificio, al taponarlo suspende el flujo y a continuación lo vuelve a abrir, reanudándose el flujo. Pues bien, los dos haces resultantes no se comportan tampoco de manera lineal, tienen desplazamientos divergentes que no siguen la secuencia temporal prevista; demostrando el comportamiento irregular de las partículas, acelerando o retrasando su tiempo. La denominaron difracción TEMPORAL. El comportamiento de las partículas añade complejidad a las interpretaciones aplicadas al desarrollo de las experiencias. A su vez, las interpretaciones arrastran su enorme carga de variedades.


Desde lo simple a lo intrincado, lo visible a lo oculto, las desviaciones son notorias, hasta la inversión de los conceptos tenidos por certeros. Quizá sea como algo utópico o irrisorio eso de la rectitud, de lo lineal, vaya usted a saber. Puestos ante una persona, las ventanas por donde puede mirar, sus ondas o sus partículas; son tantas, que las llamadas distorsiones se multiplican hasta lo innombrable. Vistas en conjunto, la comunidad amplifica las irregularidades y no se vislumbra la rectitud. La difracción SOCIAL pasa a convertirse en el funcionamiento habitual de sus variantes, con la lógica amplitud en cuanto al número de posibilidades, pero con la presencia de cautividades de todo tipo.


Caemos en las trampas con una facilidad contagiosa, nos perdemos entretenidos con los detalles nimios, caminando por senderos de orientaciones inciertas. Al tratar de las actitudes particulares, las relaciones comunitarias e incluso a la hora de las reflexiones; desdeñamos con frecuencia las versiones integradoras de factores contrapuestos. Nos atiborramos de DEFINICIONES forjadas a base de proclamaciones con ínfulas de absoluto; mientras las imprecisiones se introducen con fuerza en las nociones adoptadas. Nos cuesta desprendernos de dichos etiquetados, aun a sabiendas de su falseamiento simplista, sus cimientos movedizos. Nos expresamos como meros resortes sin otro fondo.


A la hora de pronunciarnos sobre un hecho concreto, esté o no relacionado conmigo, la manera de referirlo, de dar testimonio de lo sucedido tropieza con una larga serie de modificadores. La citada ubicación espacial, la relación con el tiempo y no digamos los condicionantes sociales, son evidentes y potentes moduladores; sin embargo, no son los únicos. Todos habremos podido comprobar en torno a los actos propios, el papel de la hipertrofia PERSONALISTA, cuando modificamos cualquier descripción al son de nuestras cualidades con el riesgo de una cierta tergiversación de los hechos descritos, en ocasiones hasta hacerlos irreconocibles. Cabe la duda, si testificamos del hecho concreto o de nosotros mismos.


Aún se acentúa la cuestión precedente si no somos cuidadosos en delimitar nuestros procesos mentales con respecto al hechos o circunstancias de los cuales pretendemos testimoniar. También es fácil de comprobar como en muchos relatos con alarde de ser objetivos, detectamos INTENCIONES subyacentes de lo más variadas e incluso perversas. En estos supuestos, el motivo de esa cautividad solapada se convierte en una fuente de falseamientos, emponzoñando las relaciones y transformando las referencias de los hechos en un magma confuso. En la vida comunitaria constituyen un lastre muy extendido causante de numerosas desaveniencias y conflictos. Cuesta detectarlas por la naturaleza semioculta de sus versiones.


La sinécdoque es la figura retórica de tomar la parte como si fuera el todo. Si uno deja de ser un testigo fiel puede deberse a fuertes motivaciones, pero puede derivarse de interpretaciones erróneas de ciertos conceptos. Suelen apreciarse casos de personas adheridas a lo que sucedió en tiempos pasados, conceptúan el pasado como entidad de peso suficiente para depender de sus dictados. Quedando así secuestrados por el engaño trazado desde el carácter irrecuperable del pasado en todo su contexto. Ese dilema pesará sin remisión sobre la AUTENTICIDAD de sus expresiones. En realidad, basarán sus juicios actuales, sus testimonios, desfigurados por la entidad sectaria de sus desviaciones.


Las peculiaridades de su ADN le confieren a cada persona unas características determinadas, contribuyen con su sello al funcionamiento corporal, de sus diversos órganos, incluidos los circuitos neuronales. La agudeza visual, la rapidez de los reflejos, el nivel de inteligencia, los matices de sus diversas cualidades, adquieren un perfil intransferible. Resulta natural la diferenciación a la hora de captar unas realidades, así como en el intento de transmitir esos conocimientos. La GENÉTICA establece una gran parte de las condiciones para configurar actuaciones. En su parte correspondiente, estamos atrapados en esos mecanismos moleculares tan influyentes y sus repercusiones.


Llevados del necesario acompañamiento grupal, desde el mínimo núcleo familiar en adelante; esa serie de compañeros suele ejercer ciertas presiones que condicionan las respuestas de cada sujeto. En especial, cuando predominan las actitudes inapropiadas del grupo, de carácter impositivo, con FORZAMIENTOS conductuales al son de la tribu, ideologías o configuraciones de diversa complejidad. Las testificaciones individuales pierden progresivamente su coherencia.


De alguna manera, llevamos detrás una serie de cargamentos de indudable influencia sobre las decisiones a tomar en el futuro inmediato. Hemos de contar con su dotación. Esa cautividad no está reñida con el discurso liberado a base de los RAZONAMIENTOS que no se terminan en dichos condicionantes.

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