“Se puede lograr que las universidades sean espacios donde no solo se estudia una carrera y se consigue un título que quizás abra la puerta de la empleabilidad, sino donde la persona se forma a conciencia para vivir una vida en plenitud”. Se puede. Conozco una estudiante, mi sobrina, que lo está haciendo. Cosa distinta es cuantas personas se preocupan por esos aspectos en una universidad masificada, una universidad que es condición casi imprescindible para conseguir mañana un buen empleo. Afán de formación, bastante menos…
Dice Newman: “La studiositas, el estudio, es una acción que llena de profundidad y alegra y ordena la interioridad del ser humano. Tiene que ver con la capacidad que la persona posee de hacerse con la verdad, que pasa a ser propia y con la que se convive felizmente. Esa serena satisfacción en la mente y la conciencia proviene de la certeza en la posesión del conocimiento”.
Sin embargo, se observa una influencia de la ley del mínimo esfuerzo, una tendencia al copieteo, una dificultad para las horas de estudio, ya que es importante dedicar un tiempo, a ser posible diario, al gimnasio o el deporte, y se dedica mucho tiempo al móvil y, para colmo, apenas cuentan los que tienen más deseos de hacerlo bien, de lugares adecuados, sin ruidos, sin televisiones, sin pantallas… Surge cierta perplejidad, o al menos duda, cuando se trata de hablar del nivel universitario.
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