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Ángel Morillo Triviño

Yo, para ser feliz, quiero un camión

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Ahora que se anuncia una huelga de camioneros, que para empezar no es exactamente eso sino una huelga de empresarios del transporte por carretera (prácticamente el único que existe ya en este país de nuestras desdichas, y muy especialmente en Extremadura donde el tren está “ausente”) apoyado, como no podía ser de otra forma, por muchos camioneros autónomos que sufren, obviamente, desfachateces, me ha venido a la memoria -aún a pesar de lo desmemoriado que uno es- un escrito que hice hace ya bastante tiempo para defender el trabajo de camionero. 


Pero antes de llevarlos al recuerdo quiero señalar que la actual convocatoria, según el periódico Infolibre, es una convocatoria bajo sospecha: “la patronal del transporte presiona al Gobierno con un cese de dudosa legalidad”. No se trata de una huelga, añade Infolibre, pues los únicos sujetos legitimados para convocarla son los trabajadores, no los empresarios. 


Y continua: Expertos en Derecho Laboral aseguran que este cierre patronal no cumple los requisitos establecidos en la Ley, que son muy restrictivos para descartar un papel “ofensivo” del empresario hacia sus empleados. El decreto que regula las relaciones de trabajo data de 1977, pero a pesar de ser preconstitucional el TC le ha dado el visto bueno y no se ha modificado en más de cuarenta años. 


Mas, vayamos a mis recuerdos para entender lo poco que han cambiado las cosas en tanto tiempo. Pues, por aquel entonces (lo pueden leer entero buscando en mi blog “La Demagogia del Alacrán” -angelmorglogspot.blogspot.com-  de fecha 12 de junio de 2008, al inicio de la anterior crisis que nos costó a los españoles -no a todos- algo así como ¡110.000 millones de euros! del rescate bancario) decía, entre otras cosas: “Así se llama una canción famosa de los años 80 (1983) que interpretaba un grupo, quiero recordar, llamado “Dinamita pa los Pollos”. Me equivoqué -discúlpenme- en aquella ocasión, puesto que la canción era de Loquillo y los Trogloditas. 


Y seguía mi escrito: “Pero la realidad del camión es bien distinta a la que expone esa canción: horas y horas –parece que no se va a llegar nunca- conduciendo, siempre más de las permitidas; días y días fuera de casa, fuera del hogar, fuera de la familia, sin poder sentir esa caricia –lo mejor de la vida- de la esposa, de la compañera, de…, antes del sueño y sin poder atender y aconsejar como lo hace un padre los problemas del hijo o la hija jóvenes o con la incertidumbre, si es el hijo el conductor, de saber si llegará; arriesgando cada día y a cada hora su pellejo en esa “jungla” llamada carretera, autovía, autopista, que cada semana se cobra un montón de vidas; con un salario muy justito para la vuelta a casa; comiendo el plato del día de los restaurantes más baratos; sin nadie con quien hablar en muchos casos y sin posibilidad de soñar despierto en que todo cambie algún día porque el excesivo tráfico le obliga a tener permanentemente el máximo de concentración (estresado, muy estresado); etc.; etc.; etc. y muchas cosas más. 


Quienes se ponen al volante de un camión son hombres –y también alguna mujer ya- toscos, pero honrados y solidarios. Trabajadores donde los haya, me da igual que sea por cuenta ajena o por cuenta propia, dispuestos siempre a ayudar y socorrer sin discriminación ni xenofobia. Trabajadores a los que no les va a preocupar que la UE aumente –con la abstención de España, que no con el no- la jornada laboral a 65 horas porque ellos ya las hacen. 


En definitiva, personas que se merecen el mayor respeto y a los que ahora el Gobierno trata de desprestigiar volcándoles encima a la sociedad porque piden y defienden –como lo hacían antes muchos de esos que ahora que ya “viven bien” les tachan de mafiosos- sus derechos, que alguien que manda lleva mucho tiempo sin atender y ha logrado, lo normal, que se les hinchen las… amígdalas. 


Sólo hay unos responsables -no es necesario nombrarlos- de que el resto de los ciudadanos suframos las consecuencias de esta huelga, que estaba ya cantada desde el momento que se supo que el Estado había aumentado una barbaridad la recaudación por el impuesto de los carburantes (debido a la subida del petróleo) y le importaba un bledo que quienes necesitan el combustible para realizar su trabajo y poder sacar adelante a su familia no pudieran afrontar la situación, contradiciendo, tristemente, lo que dice la canción: “para ser feliz quiero un camión”. Hasta aquí mi recordatorio”. 


Pero, he aquí que la patronal del campo se suma a los paros del transporte para atacar al Gobierno de Coalición, señala Alba González en un artículo del 17 pasado. Y en ese artículo comienza diciendo que los trabajadores y pequeños autónomos de ambos sectores critican la iniciativa aupada por los empresarios. Añadiendo lo siguiente: “Desde que la cartera ministerial encabezada por Yolanda Díaz impulsara inspecciones de trabajo y medidas sancionadoras en el ámbito agrario ante la sistemática vulneración de los derechos laborales y humanos que denuncian los trabajadores, resultando en una primera fase que una de cada tres registra fraude, muchas de ellas en condiciones de “esclavitud” y “explotación”, la patronal del campo ha declarado la guerra al Gobierno de Coalición. 


Durante la jornada de ayer, continua Alba González, las asociaciones empresariales ASAJA, COAG y UPA (las del PP y del PSOE, esto lo digo yo) advertían al diario ABC su posible intención de sumarse a los paros convocados por la patronal del transporte el próximo mes de diciembre. Unas jornadas que no son bien acogidas por los trabajadores del sector, que se desvinculan de las movilizaciones y aseguran que son iniciativas de las grandes corporaciones.  


No se trata de una huelga de camioneros, es un paro patronal, expresaba un conductor, indicando que detrás de este paro tan sólo existe la intención de poner un nuevo obstáculo a la coalición gubernamental del PSOE y Unidas-Podemos.  


Los trabajadores señalan como argumento que justamente es esta patronal la que lleva décadas perjudicando a sus empleados y a los pequeños autónomos, precarizando sus condiciones laborales, y que encuentran ahora excusa -el incremento del precio del gasoil o los importes en peajes- para cargar contra las medidas impulsadas que han beneficiado a los trabajadores como la subida del SMI. Una situación que ha llevado a los sindicatos a desvincularse públicamente de las convocatorias. CCOO ratificaba que las propias empresas son las que “han causado algunos de estos problemas y las que han llevado a la profesión a esta situación de precariedad y penosidad”, identificando “los bajos salarios, la falta de reconocimiento o el trato degradante” como las prácticas habituales llevadas a cabo por las empresas convocantes del paro”. 


Sólo añadiré que, por favor, con la que tenemos encima con el maldito Covid-19, sólo nos faltaba que vinieran ahora los cuatro señoritos del transporte por carretera (reitero, prácticamente el único existente en nuestra querida España) y los cuatro explotadores de emigrantes del campo a jodernos (con perdón por el vocablo) más la Navidad. ¡Un respeto a la ciudadanía, malandrines de salón! Los únicos que están acreditados para hacer una huelga del transporte son los camioneros autónomos y los camioneros asalariados y no la van a hacer porque tienen la suficiente vergüenza, como gente honrada y trabajadora que son, y no quieren fastidiar ninguna fiesta a nadie, y mucho menos en Navidad. 


Y los patronos del campo (que no los autónomos y los pequeños agricultores y ganaderos), por favor, cállense, que vale un kilo de tomates (de los que antes se le echaban a los cochinos para comer porque nadie los quería) cerca de ¡dos euros!; y el quilo de chuletas de cordero, a pesar del dinero que ponemos entre todos para que la UE les esté llenando las faltriquera, vale entre ¡16 y 20 €!, mientras las explotaciones agrarias son “irregulares” en dos de cada tres casos como ha podido comprobar la Inspección de Trabajo. ¡Hay muchos que piensan que España entera es Sierra Morena!... Y se equivocan.   

Yo, para ser feliz, quiero un camión

Ángel Morillo Triviño
Lectores
miércoles, 24 de noviembre de 2021, 12:55 h (CET)

Ahora que se anuncia una huelga de camioneros, que para empezar no es exactamente eso sino una huelga de empresarios del transporte por carretera (prácticamente el único que existe ya en este país de nuestras desdichas, y muy especialmente en Extremadura donde el tren está “ausente”) apoyado, como no podía ser de otra forma, por muchos camioneros autónomos que sufren, obviamente, desfachateces, me ha venido a la memoria -aún a pesar de lo desmemoriado que uno es- un escrito que hice hace ya bastante tiempo para defender el trabajo de camionero. 


Pero antes de llevarlos al recuerdo quiero señalar que la actual convocatoria, según el periódico Infolibre, es una convocatoria bajo sospecha: “la patronal del transporte presiona al Gobierno con un cese de dudosa legalidad”. No se trata de una huelga, añade Infolibre, pues los únicos sujetos legitimados para convocarla son los trabajadores, no los empresarios. 


Y continua: Expertos en Derecho Laboral aseguran que este cierre patronal no cumple los requisitos establecidos en la Ley, que son muy restrictivos para descartar un papel “ofensivo” del empresario hacia sus empleados. El decreto que regula las relaciones de trabajo data de 1977, pero a pesar de ser preconstitucional el TC le ha dado el visto bueno y no se ha modificado en más de cuarenta años. 


Mas, vayamos a mis recuerdos para entender lo poco que han cambiado las cosas en tanto tiempo. Pues, por aquel entonces (lo pueden leer entero buscando en mi blog “La Demagogia del Alacrán” -angelmorglogspot.blogspot.com-  de fecha 12 de junio de 2008, al inicio de la anterior crisis que nos costó a los españoles -no a todos- algo así como ¡110.000 millones de euros! del rescate bancario) decía, entre otras cosas: “Así se llama una canción famosa de los años 80 (1983) que interpretaba un grupo, quiero recordar, llamado “Dinamita pa los Pollos”. Me equivoqué -discúlpenme- en aquella ocasión, puesto que la canción era de Loquillo y los Trogloditas. 


Y seguía mi escrito: “Pero la realidad del camión es bien distinta a la que expone esa canción: horas y horas –parece que no se va a llegar nunca- conduciendo, siempre más de las permitidas; días y días fuera de casa, fuera del hogar, fuera de la familia, sin poder sentir esa caricia –lo mejor de la vida- de la esposa, de la compañera, de…, antes del sueño y sin poder atender y aconsejar como lo hace un padre los problemas del hijo o la hija jóvenes o con la incertidumbre, si es el hijo el conductor, de saber si llegará; arriesgando cada día y a cada hora su pellejo en esa “jungla” llamada carretera, autovía, autopista, que cada semana se cobra un montón de vidas; con un salario muy justito para la vuelta a casa; comiendo el plato del día de los restaurantes más baratos; sin nadie con quien hablar en muchos casos y sin posibilidad de soñar despierto en que todo cambie algún día porque el excesivo tráfico le obliga a tener permanentemente el máximo de concentración (estresado, muy estresado); etc.; etc.; etc. y muchas cosas más. 


Quienes se ponen al volante de un camión son hombres –y también alguna mujer ya- toscos, pero honrados y solidarios. Trabajadores donde los haya, me da igual que sea por cuenta ajena o por cuenta propia, dispuestos siempre a ayudar y socorrer sin discriminación ni xenofobia. Trabajadores a los que no les va a preocupar que la UE aumente –con la abstención de España, que no con el no- la jornada laboral a 65 horas porque ellos ya las hacen. 


En definitiva, personas que se merecen el mayor respeto y a los que ahora el Gobierno trata de desprestigiar volcándoles encima a la sociedad porque piden y defienden –como lo hacían antes muchos de esos que ahora que ya “viven bien” les tachan de mafiosos- sus derechos, que alguien que manda lleva mucho tiempo sin atender y ha logrado, lo normal, que se les hinchen las… amígdalas. 


Sólo hay unos responsables -no es necesario nombrarlos- de que el resto de los ciudadanos suframos las consecuencias de esta huelga, que estaba ya cantada desde el momento que se supo que el Estado había aumentado una barbaridad la recaudación por el impuesto de los carburantes (debido a la subida del petróleo) y le importaba un bledo que quienes necesitan el combustible para realizar su trabajo y poder sacar adelante a su familia no pudieran afrontar la situación, contradiciendo, tristemente, lo que dice la canción: “para ser feliz quiero un camión”. Hasta aquí mi recordatorio”. 


Pero, he aquí que la patronal del campo se suma a los paros del transporte para atacar al Gobierno de Coalición, señala Alba González en un artículo del 17 pasado. Y en ese artículo comienza diciendo que los trabajadores y pequeños autónomos de ambos sectores critican la iniciativa aupada por los empresarios. Añadiendo lo siguiente: “Desde que la cartera ministerial encabezada por Yolanda Díaz impulsara inspecciones de trabajo y medidas sancionadoras en el ámbito agrario ante la sistemática vulneración de los derechos laborales y humanos que denuncian los trabajadores, resultando en una primera fase que una de cada tres registra fraude, muchas de ellas en condiciones de “esclavitud” y “explotación”, la patronal del campo ha declarado la guerra al Gobierno de Coalición. 


Durante la jornada de ayer, continua Alba González, las asociaciones empresariales ASAJA, COAG y UPA (las del PP y del PSOE, esto lo digo yo) advertían al diario ABC su posible intención de sumarse a los paros convocados por la patronal del transporte el próximo mes de diciembre. Unas jornadas que no son bien acogidas por los trabajadores del sector, que se desvinculan de las movilizaciones y aseguran que son iniciativas de las grandes corporaciones.  


No se trata de una huelga de camioneros, es un paro patronal, expresaba un conductor, indicando que detrás de este paro tan sólo existe la intención de poner un nuevo obstáculo a la coalición gubernamental del PSOE y Unidas-Podemos.  


Los trabajadores señalan como argumento que justamente es esta patronal la que lleva décadas perjudicando a sus empleados y a los pequeños autónomos, precarizando sus condiciones laborales, y que encuentran ahora excusa -el incremento del precio del gasoil o los importes en peajes- para cargar contra las medidas impulsadas que han beneficiado a los trabajadores como la subida del SMI. Una situación que ha llevado a los sindicatos a desvincularse públicamente de las convocatorias. CCOO ratificaba que las propias empresas son las que “han causado algunos de estos problemas y las que han llevado a la profesión a esta situación de precariedad y penosidad”, identificando “los bajos salarios, la falta de reconocimiento o el trato degradante” como las prácticas habituales llevadas a cabo por las empresas convocantes del paro”. 


Sólo añadiré que, por favor, con la que tenemos encima con el maldito Covid-19, sólo nos faltaba que vinieran ahora los cuatro señoritos del transporte por carretera (reitero, prácticamente el único existente en nuestra querida España) y los cuatro explotadores de emigrantes del campo a jodernos (con perdón por el vocablo) más la Navidad. ¡Un respeto a la ciudadanía, malandrines de salón! Los únicos que están acreditados para hacer una huelga del transporte son los camioneros autónomos y los camioneros asalariados y no la van a hacer porque tienen la suficiente vergüenza, como gente honrada y trabajadora que son, y no quieren fastidiar ninguna fiesta a nadie, y mucho menos en Navidad. 


Y los patronos del campo (que no los autónomos y los pequeños agricultores y ganaderos), por favor, cállense, que vale un kilo de tomates (de los que antes se le echaban a los cochinos para comer porque nadie los quería) cerca de ¡dos euros!; y el quilo de chuletas de cordero, a pesar del dinero que ponemos entre todos para que la UE les esté llenando las faltriquera, vale entre ¡16 y 20 €!, mientras las explotaciones agrarias son “irregulares” en dos de cada tres casos como ha podido comprobar la Inspección de Trabajo. ¡Hay muchos que piensan que España entera es Sierra Morena!... Y se equivocan.   

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