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Etiquetas | Momento de reflexión | Policía | Botellón | Violencia | Respeto | Caos
El hecho de que la policía, no solo la catalana, sea el objeto de todos los golpes por parte de algunos manifestantes es un síntoma grave que indica que la autoridad humana tambalea

Autoridad, ¿dónde te escondes?

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‘Gobernar significa rectificar’, (Confucio)


Coincidiendo un acto institucional de la policía catalana con una manifestación conjunta de mossos y policías locales reclamando respeto, Josep Lluís Trapero director de la policía catalana pidió “respeto hacia la policía. Ni sumisión, ni los miedos ya superados. Respeto”. Trapero explicó qué son los mossos diciendo: “La policía de Cataluña. Policía de Cataluña, una policía de una sociedad determinada,  de la cual formamos parte, ni más buena ni más mala. Sencillamente esta. La nuestra. Que quiere proteger el libre ejercicio de los derechos y libertades, que nuestros conciudadanos puedan desarrollar su vida con libertad y sin obstáculos”. Trapero se refirió a “comportamientos preocupantes de intolerancia manifestados en los últimos botellones, no generalizados, pero sí relevantes, comportamientos grupales violentos que expresan intolerancia”.


Dejemos momentáneamente la calle. Es muy preocupante el odio que transmiten las palabras de ciertos políticos contra aquellos que no comulgan con sus filosofías. Este lenguaje inflamatorio va acompañado de aplausos y vítores de la claque que grita con vehemencia las proclamas de sus ídolos políticos. Siembra vientos y cosecharás tempestades, dice el refrán. Este tipo de lenguaje la Biblia lo condena explícitamente: “Así también la lengua es un miembro pequeño, pero que se jacta de grandes cosas. He aquí ¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego! Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno” (Santiago 3: 5, 6). 


Las palabras inflamatorias de ciertos políticos, ¿no son las responsables de la aparición de comportamientos grupales  que expresan una preocupante intolerancia  y que se introducen en las manifestaciones pacíficas de protesta por aquello que no funciona bien para desprestigiar a los verdaderos manifestantes?


Tratemos la violencia y qué la motiva. En principio se trata de un atentado contra la autoridad en general que tiene una razón de ser. La autoridad suprema la sustenta Dios por ser el Creador de todo lo existente y como tal ha dictado unas leyes que regulan al milímetro el buen funcionamiento del universo. El mundo material obedece al cien por cien las leyes que regulan su funcionamiento. La cosa no es así con el ser humano ya que habiendo sido creado poseyendo raciocinio y voluntad está capacitado para decidir si obedece o no la Ley de Dios decretada para su bien: “Y mandó el Señor Dios al hombre: De todo árbol del huerto podrás comer, mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, porque el día que de él comas, ciertamente morirás” (Génesis 2: 16, 17). Con estas palabras el Creador da a entender que el hombre que ha creado no es un autómata como los animales irracionales que se mueven por los instintos, sino un ser que puede disentir de la voluntad de su Creador. Adán desobedeció y toda su descendencia paga las consecuencias. 


La ley que garantizaba el buen funcionamiento del hombre se rompió y el desbarajuste se introdujo en el ser humano. De ahí que la obediencia que debe darse a Dios como Autoridad suprema se haya sustituido por la obediencia a un igual. De ahí que las relaciones humanas chirríen porque a la máquina le falta el aceite que la permite funcionar suavemente.


Dios habría podido decidir que le hombre se arrastrase por la tierra como un reptil diciéndole: “Ya te apañarás”. “Yo me lavo las manos”. Este pensamiento no le pasó por la cabeza. Tan pronto como Adán y Eva pecaron Dios se acercó a ellos a anunciándoles la venida del Salvador que por la fe en su Nombre se convertirían en nuevas criaturas predispuestas a obedecer a Dios y dejar de darle la espalda.


El Decálogo que es el resumen de la Ley de Dios y el hecho de haber sido escrito por el dedo de Dios sobre dos tablas de piedra, sugiere dónde se encuentra la autoridad suprema. La primera tabla tiene que ver con la autoridad suprema de Dios. En la segunda vemos como Dios delega su autoridad en los padres haciéndoles responsables de despertar en ellos  el temor de Dios y de enseñarles los principios éticos que permiten que la sociedad funcione  correctamente.  


A medida que el número de personas aumenta el hombre se organiza  en sociedades diferenciadas,  estable caudillos que las dirijan. Dios que es en verdad quien elige a los caudillos delega en éstos para que en su Nombre gobiernen las sociedades que se van formando. Desgraciadamente estas autoridades son enemigas de Dios y, en vez de gobernar para bien de sus miembros lo hacen para ellos medrar. Así ha sido hasta nuestros días y así seguirá siéndolo hasta el final del tiempo  cuando  se instaurará el Reino de Dios eterno.


En el Nuevo Testamento es el apóstol Pablo quien bosqueja con mayor claridad el principio de autoridad que tiene que regular el buen funcionamiento  de todos los sistemas políticos que se van formando. Tomen la forma que tomen, lo cierto es que Dios no ha renunciado a la autoridad suprema sobre la creación y la delega: “Por mí reinan los reyes, y los príncipes determinan justicia. Por mí dominan los príncipes, y todos los gobernantes juzgan la tierra” (Proverbios 8: 15, 16), Es Romanos 13: 1-7 el vademécum que esboza cómo deben comportarse los gobernantes con respecto a los ciudadanos y viceversa. De este texto destaco: el gobernante “es servidor de Dios para tu bien, pero si haces lo malo, teme, no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo. Por lo cual es necesario estarles sujetos, no solamente por razón del castigo, también por  causa de la conciencia” (vv. 4, 5).


El hecho de que la policía, no solo la catalana, sea el objeto de todos los golpes por parte de algunos manifestantes es un síntoma grave que indica que la autoridad humana tambalea. Indica que se margina a Dios y este abandono nos lleva a la anarquía. Al caos.

Autoridad, ¿dónde te escondes?

El hecho de que la policía, no solo la catalana, sea el objeto de todos los golpes por parte de algunos manifestantes es un síntoma grave que indica que la autoridad humana tambalea
Octavi Pereña
lunes, 8 de noviembre de 2021, 08:27 h (CET)

‘Gobernar significa rectificar’, (Confucio)


Coincidiendo un acto institucional de la policía catalana con una manifestación conjunta de mossos y policías locales reclamando respeto, Josep Lluís Trapero director de la policía catalana pidió “respeto hacia la policía. Ni sumisión, ni los miedos ya superados. Respeto”. Trapero explicó qué son los mossos diciendo: “La policía de Cataluña. Policía de Cataluña, una policía de una sociedad determinada,  de la cual formamos parte, ni más buena ni más mala. Sencillamente esta. La nuestra. Que quiere proteger el libre ejercicio de los derechos y libertades, que nuestros conciudadanos puedan desarrollar su vida con libertad y sin obstáculos”. Trapero se refirió a “comportamientos preocupantes de intolerancia manifestados en los últimos botellones, no generalizados, pero sí relevantes, comportamientos grupales violentos que expresan intolerancia”.


Dejemos momentáneamente la calle. Es muy preocupante el odio que transmiten las palabras de ciertos políticos contra aquellos que no comulgan con sus filosofías. Este lenguaje inflamatorio va acompañado de aplausos y vítores de la claque que grita con vehemencia las proclamas de sus ídolos políticos. Siembra vientos y cosecharás tempestades, dice el refrán. Este tipo de lenguaje la Biblia lo condena explícitamente: “Así también la lengua es un miembro pequeño, pero que se jacta de grandes cosas. He aquí ¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego! Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno” (Santiago 3: 5, 6). 


Las palabras inflamatorias de ciertos políticos, ¿no son las responsables de la aparición de comportamientos grupales  que expresan una preocupante intolerancia  y que se introducen en las manifestaciones pacíficas de protesta por aquello que no funciona bien para desprestigiar a los verdaderos manifestantes?


Tratemos la violencia y qué la motiva. En principio se trata de un atentado contra la autoridad en general que tiene una razón de ser. La autoridad suprema la sustenta Dios por ser el Creador de todo lo existente y como tal ha dictado unas leyes que regulan al milímetro el buen funcionamiento del universo. El mundo material obedece al cien por cien las leyes que regulan su funcionamiento. La cosa no es así con el ser humano ya que habiendo sido creado poseyendo raciocinio y voluntad está capacitado para decidir si obedece o no la Ley de Dios decretada para su bien: “Y mandó el Señor Dios al hombre: De todo árbol del huerto podrás comer, mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, porque el día que de él comas, ciertamente morirás” (Génesis 2: 16, 17). Con estas palabras el Creador da a entender que el hombre que ha creado no es un autómata como los animales irracionales que se mueven por los instintos, sino un ser que puede disentir de la voluntad de su Creador. Adán desobedeció y toda su descendencia paga las consecuencias. 


La ley que garantizaba el buen funcionamiento del hombre se rompió y el desbarajuste se introdujo en el ser humano. De ahí que la obediencia que debe darse a Dios como Autoridad suprema se haya sustituido por la obediencia a un igual. De ahí que las relaciones humanas chirríen porque a la máquina le falta el aceite que la permite funcionar suavemente.


Dios habría podido decidir que le hombre se arrastrase por la tierra como un reptil diciéndole: “Ya te apañarás”. “Yo me lavo las manos”. Este pensamiento no le pasó por la cabeza. Tan pronto como Adán y Eva pecaron Dios se acercó a ellos a anunciándoles la venida del Salvador que por la fe en su Nombre se convertirían en nuevas criaturas predispuestas a obedecer a Dios y dejar de darle la espalda.


El Decálogo que es el resumen de la Ley de Dios y el hecho de haber sido escrito por el dedo de Dios sobre dos tablas de piedra, sugiere dónde se encuentra la autoridad suprema. La primera tabla tiene que ver con la autoridad suprema de Dios. En la segunda vemos como Dios delega su autoridad en los padres haciéndoles responsables de despertar en ellos  el temor de Dios y de enseñarles los principios éticos que permiten que la sociedad funcione  correctamente.  


A medida que el número de personas aumenta el hombre se organiza  en sociedades diferenciadas,  estable caudillos que las dirijan. Dios que es en verdad quien elige a los caudillos delega en éstos para que en su Nombre gobiernen las sociedades que se van formando. Desgraciadamente estas autoridades son enemigas de Dios y, en vez de gobernar para bien de sus miembros lo hacen para ellos medrar. Así ha sido hasta nuestros días y así seguirá siéndolo hasta el final del tiempo  cuando  se instaurará el Reino de Dios eterno.


En el Nuevo Testamento es el apóstol Pablo quien bosqueja con mayor claridad el principio de autoridad que tiene que regular el buen funcionamiento  de todos los sistemas políticos que se van formando. Tomen la forma que tomen, lo cierto es que Dios no ha renunciado a la autoridad suprema sobre la creación y la delega: “Por mí reinan los reyes, y los príncipes determinan justicia. Por mí dominan los príncipes, y todos los gobernantes juzgan la tierra” (Proverbios 8: 15, 16), Es Romanos 13: 1-7 el vademécum que esboza cómo deben comportarse los gobernantes con respecto a los ciudadanos y viceversa. De este texto destaco: el gobernante “es servidor de Dios para tu bien, pero si haces lo malo, teme, no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo. Por lo cual es necesario estarles sujetos, no solamente por razón del castigo, también por  causa de la conciencia” (vv. 4, 5).


El hecho de que la policía, no solo la catalana, sea el objeto de todos los golpes por parte de algunos manifestantes es un síntoma grave que indica que la autoridad humana tambalea. Indica que se margina a Dios y este abandono nos lleva a la anarquía. Al caos.

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