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Xabier López de Armentia

¿Ciudadanía?

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Un término que consta de decenas de significados e interpretaciones personales, que no solo hacen del mismo una palabra compleja de definir y concretar sino que llenan de significado y sentimiento propio.

Ciudadanía es un término que se define más rápidamente al contraste con sus antónimos. En sentido jurídico, ciudadano se opone a extranjero; en sentido político, ciudadano se opone a súbdito. Como vemos es más fácil identificar “lo que no es” que aquello que verdaderamente es.

En la Constitución española vigente encontramos el término “ciudadano” con tres significados diferentes, lo que nos demuestra que la concreción del término es algo prácticamente imposible.

Ciudadanía se considera la condición o cualidad que se aplica a una persona física, mayor deidad, dotado plenamente de derechos políticos y capaz de ser sujeto activo en las relaciones de Derecho público. Aunque ciudadanía también puede ser entendida como la condición de formar parte de una comunidad física nacional. En este caso es ciudadano el español y el extranjero; el menor y el mayor de edad. Por si fuera poco este batiburrillo de ideas plasmadas en una carta magna cualquiera, ciudadanía se erige como sinónimo de nacionalidad, explicitado a aquellas comunidades que tienen una realidad histórico-cultural.

¿A dónde nos lleva la “ciudadanía”?. Este termino nos trasporta a su vez a una realidad mucho mayor, la cual tiene por punto de partida la integración europea y la concesión de soberanía de los Estados miembros. La integración europea camina por la senda de la “ciudadanía europea” como tarjeta única de identificación ciudadana a nivel europeo.

Esto nos hace pensar si en un futuro muy lejano no veremos como los términos “ciudadano español”, “ciudadano francés” dejan paso a una única identificación, la europea. De este modo, la pertenencia a un Estado concreto tendrá menos valor aun del que para muchos puede tener ahora, creando un “Macroestado” llamado Europa.

Desde el punto de vista de las reivindicaciones nacionales de pueblos como el vasco o el catalán, estos pequeños, pero a la vez importantes, pasos suponen la constatación de que el modelo de “Estado Nación” de hace un par de siglos se esta resquebrajando por momentos, dando lugar a nuevas formas de gobierno, amparadas en esta futura ciudadanía europea.

Si se suprimen las barreras arancelarias, se liberalizan los capitales y los recursos humanos; se instaura una ciudadanía común a todos los europeos, el peso de los Estados centralistas decaerá dando lugar a microorganismos autonómicos, regionales o locales que tengan como eje superior la comunidad europea.

Viviendo en una era globalizada y capitalizada por la sociedad de la información esta visión del futuro no parece tan lejana, ya que se antoja imposible seguir gestionando la vida pública desde ámbitos tan lejanos. En un intento de dotar a las pequeñas corporaciones locales (ayuntamientos) de los recursos necesarios para gestionar la res publica de forma más eficaz y eficiente podemos afianzar más este proceso.

“Gobernar lo global desde lo local”.

¿Ciudadanía?

Xabier López de Armentia
Lectores
miércoles, 12 de marzo de 2008, 07:23 h (CET)
Un término que consta de decenas de significados e interpretaciones personales, que no solo hacen del mismo una palabra compleja de definir y concretar sino que llenan de significado y sentimiento propio.

Ciudadanía es un término que se define más rápidamente al contraste con sus antónimos. En sentido jurídico, ciudadano se opone a extranjero; en sentido político, ciudadano se opone a súbdito. Como vemos es más fácil identificar “lo que no es” que aquello que verdaderamente es.

En la Constitución española vigente encontramos el término “ciudadano” con tres significados diferentes, lo que nos demuestra que la concreción del término es algo prácticamente imposible.

Ciudadanía se considera la condición o cualidad que se aplica a una persona física, mayor deidad, dotado plenamente de derechos políticos y capaz de ser sujeto activo en las relaciones de Derecho público. Aunque ciudadanía también puede ser entendida como la condición de formar parte de una comunidad física nacional. En este caso es ciudadano el español y el extranjero; el menor y el mayor de edad. Por si fuera poco este batiburrillo de ideas plasmadas en una carta magna cualquiera, ciudadanía se erige como sinónimo de nacionalidad, explicitado a aquellas comunidades que tienen una realidad histórico-cultural.

¿A dónde nos lleva la “ciudadanía”?. Este termino nos trasporta a su vez a una realidad mucho mayor, la cual tiene por punto de partida la integración europea y la concesión de soberanía de los Estados miembros. La integración europea camina por la senda de la “ciudadanía europea” como tarjeta única de identificación ciudadana a nivel europeo.

Esto nos hace pensar si en un futuro muy lejano no veremos como los términos “ciudadano español”, “ciudadano francés” dejan paso a una única identificación, la europea. De este modo, la pertenencia a un Estado concreto tendrá menos valor aun del que para muchos puede tener ahora, creando un “Macroestado” llamado Europa.

Desde el punto de vista de las reivindicaciones nacionales de pueblos como el vasco o el catalán, estos pequeños, pero a la vez importantes, pasos suponen la constatación de que el modelo de “Estado Nación” de hace un par de siglos se esta resquebrajando por momentos, dando lugar a nuevas formas de gobierno, amparadas en esta futura ciudadanía europea.

Si se suprimen las barreras arancelarias, se liberalizan los capitales y los recursos humanos; se instaura una ciudadanía común a todos los europeos, el peso de los Estados centralistas decaerá dando lugar a microorganismos autonómicos, regionales o locales que tengan como eje superior la comunidad europea.

Viviendo en una era globalizada y capitalizada por la sociedad de la información esta visión del futuro no parece tan lejana, ya que se antoja imposible seguir gestionando la vida pública desde ámbitos tan lejanos. En un intento de dotar a las pequeñas corporaciones locales (ayuntamientos) de los recursos necesarios para gestionar la res publica de forma más eficaz y eficiente podemos afianzar más este proceso.

“Gobernar lo global desde lo local”.

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