Es la hora,
de quererte otra vez, de andar con paso firme.
Es la hora, de fijarte sólo en ti, de mimarte como merece tu alma.
Es la hora, de ser tú y nada más que tú, de curarte esas viejas heridas.
Es la hora, de abrazar ese último beso, y de mil caricias sobre tu espíritu.
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